Organizado por el equipo multidisciplinario del Club Viajantes, mañana viernes se realizará una charla abierta y gratuita acerca de “Adicciones Digitales, las pantallas y sus efectos en las infancias” (Acceso temprano a la pornografía en las infancias y ciberbullyng), a cargo del Licenciado Federico Lande, psicólogo-docente e investigador, especialista en ciberpsicología, adicciones en las redes sociales y columnista del Diario La Capital de Rosario (Viernes 4 de agosto de 18 a 19.30 horas-Club Viajantes).
Federico, ¿Cómo surge la iniciativa de esta charla que se dará mañana?
FL: “La invitación surgió del equipo multidisciplinario del club en función de algunas demandas y observaciones que ellos fueron haciendo, y la preocupación, seguramente, de muchos padres acerca del uso problemático que ven en sus hijos de las tecnologías. Yo vengo del campo de la investigación en adicciones digitales, ya hace un tiempo vengo dando charlas en clubes, en empresas, en comunidades, ya que la investigación no solo es importante que se reduzca en el ámbito universitario o académico, también es importantísimo que la población tenga este tipo de información. Este tipo de información no es muy positiva que digamos, yo me encargo de ver el lado negativo del uso de pantallas. La idea de la charla es compartir lo que fuimos aprendiendo todos estos años desde que tenemos internet y, sobre todo, los últimos 20 años con la llegada del teléfono celular, más puntualmente con el uso de los teléfonos inteligentes y qué efecto está teniendo no sólo la infancia, en la adolescencia y en población adulta”.
¿Cómo inició tu investigación al respecto?
FL: “Durante muchos años me he dedicado al tema del sedentarismo y el impacto que tiene el en la salud mental, como así también el impacto positivo que tiene la actividad física. He publicado un libro sobre el sedentarismo a nivel psicológico, y en ese trabajo he descubierto una aplicación que es el podómetro, el contador de pasos, que es una tecnología que tienden todos los teléfonos celulares; ese fue mi puerta de ingreso al mundo de la tecnología, fui descubriendo qué impacto tenían otras aplicaciones, ya no tan saludables, como los videojuegos, las redes sociales, la pornografía online en la salud mental”.
¿En cuanto al estudio de casos, qué evaluación pudiste hacer?
FL: “Hay que partir de un constructo, una idea de educación digital que los adultos, en principio, no tenemos porque hemos empezado a usar la tecnología sin tanta información al respecto, ahora tenemos mucha más información. La idea de la educación digital, y sobre todo el motivo de la charla de mañana, es poder educar a los adultos en un uso saludable y seguro de las pantallas. En nuestro trabajo, básicamente en algún punto, lo que más nos convoca en este momento son las adicciones a los videojuegos. Desde el 2018 la Organización Mundial de la Salud ha presentado la idea de que la adicción a los videojuegos es una patología que existe, que es real y que merece el tratamiento. Entonces, empezamos a ver toda una serie de demandas de padres preocupados por el uso compulsivo que hacen los chicos de los videojuegos.
En cuanto a la pornografía, lo que sí vemos es que el ingreso al consumo de pornografía se ha reducido (edad) notablemente y hoy ya hay chicos entre 7, 8 o 9 años que ya han tenido acceso a contenido sexual en internet, cosa que antes era totalmente intentada para nuestra generación. Cuando un chico que empieza a consumir pornografía a los 8, 9 años, llega a los 17, 18 años con 10 años de consumo ya de pornografía encima, como nunca antes en la historia de la humanidad se ha generado. Ya vemos chicos con 17, 18 años que están consumiendo Viagra porque no pueden tener una relación sexual satisfactoria. También la actitud acerca de la sexualidad se ha modificado notablemente. La actitud acerca de las mujeres se ha modificado notablemente, acerca de lo que es una relación sexual, muy atravesado todo por el consumo de pornografía. Tal es así que en la Universidad de Rosario estamos investigando si existe o no existe la adicción a la pornografía, todo nos está llevando a que sí, y eso se enmarca en también lo que son las adicciones digitales en general. La gran pregunta es, ¿puede ser adicto a algo que no sean sustancias?...Siempre la adicción se ha asociado a alcohol, drogas, tabaco. ¿Pero se puede ser adicto a algo que no tenga que ver con las sustancias? Y la verdad que sí.
Todo esto viene de la mano de la ludopatía, el primo hermano de esta historia, de la historia de los juegos como adicción”.
Hoy armarse una super computadora para jugar es muy caro, pero casi todo el mundo tiene un celular. También hay una sociedad de consumo girando alrededor de la tecnología.
FL: “Vos pensás que la tecnología cada vez sale más barata y el acceso cada vez es mayor. No todo el mundo pueda acceder a toda esta tecnología, pero la tendencia es que cada vez sea más accesible. Pero es verdad que se cae en el consumo excesivo de alguna tecnología en particular, y muchas veces también está el efecto contagio que si el otro la tiene por qué yo no lo voy a tener; este fenómeno de que la sociabilización está atravesada por las pantallas es algo que a los padres debería preocuparles mucho si aún no se preocupan, digamos. Este tipo de capitalismo se plantea como una cuarta revolución industrial, que está totalmente atravesada por las tecnologías, y nuestra impresión es que siempre estamos detrás, esto ya llegó y ahora estamos viendo los efectos”.
¿Cómo sería un buen uso de la tecnología?
FL: “El buen uso está enmarcado en función de que uno pueda controlar cuándo dejar de usarlos, paradójicamente, cuando uno se pueda poner como un límite; si el uso es de chicos muy chiquitos el límite lo tienen que poner los padres, pero un límite a conciencia. Por ejemplo, cuando el rendimiento académico de los chicos baja, la tecnología seguro que está metida ahí. Cuando hay mayores niveles de sedentarismo de parte de los chicos y gran parte de sus actividades ociosas son estando sentados, eso ya no sería un buen uso de la tecnología. Cuando el único hobby de los chicos está atravesado por las pantallas o no tienen interés por otros hobbies que tengan que ver con el deporte, con actividades al aire libre, con actividades más de tipo artística, también estamos hablando de un mal uso de la tecnología. Cuando no hay un uso crítico del por qué uno usa tal y tal aplicación o tal y tal plataforma, eso también hay que tenerlo en cuenta. Y ahí estamos, otra vez, los adultos, para compartir mayor conocimiento acerca de qué plataforma usan nuestros hijos y por qué los entretienen tanto, porque a veces los padres, gran parte del tiempo, se corren del consumo de contenido que hacen los chicos y no sabemos realmente qué están haciendo con la tecnología. Ahí es donde el adulto también tiene que intervenir, preocuparse acerca de qué contenido consumen los chicos”.
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