La incertidumbre reina y se proyecta sobre la política y la marcha de la administración
La crisis económica y la disputa política abierta en el oficialismo derrama inevitablemente sobre la Provincia. Bajo la atenta mirada de lo que ocurre alrededor del gobierno de Alberto Fernández amanecen temores, desvelos y especulaciones que empiezan a condicionar decisiones. También, a impactar sobre la marcha de la administración bonaerense.
Cerca de Axel Kicillof analizan con buenos ojos la llegada de Silvina Batakis al ministerio de Economía. “Con Guzmán el diálogo estaba cortado”, blanquean. Fondos y recursos nunca le faltaron a la Provincia en todo este tiempo, pero el clima de tensión con Guzmán se había tornado insostenible.
Batakis conoce la Provincia. Tanto que, además de ministra, desempeñó un rol que en el frenesí de su nombramiento y algunas de sus definiciones se pasó por alto: ayudó a Kicillof en la transición con el gobierno de María Eugenia Vidal.
Esa relación se terminó consolidando con la llegada de la economista al equipo de Eduardo “Wado” De Pedro en el ministerio del Interior y sus ideas parecen asociadas a La Cámpora.
Las dudas
Ese conocimiento, con todo, no despejan las dudas en el Ejecutivo bonaerense. Básicamente, porque es aún una incógnita si Batakis tendrá volumen y apoyo político para disponer una serie de medidas que Kicillof y el kirchnerismo, empezando por la propia Cristina Kirchner, creen necesarias para enderezar el rumbo económico. En definitiva, si el Presidente y otros actores clave de su administración, se avendrán a acompañar esas decisiones.
Esa primera lectura descorre el velo sobre una cuestión central: la mayoría de los actores del Frente de Todos en la Provincia se suben a la lectura mayoritaria en el sentido de que se anudó una forzada tregua en el oficialismo. El problema es que nadie sabe si tendrá consistencia y durabilidad.
Mientras tanto, la disparada de precios aflige a vastos sectores sociales, pero especialmente a los más desprotegidos de la población donde justamente anida el mayor volumen de apoyo popular del oficialismo. De ahí el reclamo de mayor ayuda social con la que viene insistiendo el kirchnerismo.
En la Gobernación coinciden con ese diagnóstico y se inquietan por algunas señales que comenzaron a percibir en las últimas semanas en sintonía con la disparada de los precios: algunas empresas adjudicatarias de obras se muestran renuentes a arrancar los trabajos pactados por la suba de costos y la incertidumbre futura.
Ese escenario de incertidumbre se traslada a otro aspecto de la administración: el salarial. Parece que ocurrió hace una eternidad aquella celebración de la vicepresidenta por la paritaria que habían cerrado los bancarios en torno del 60 por ciento, pero fue hace un par de meses. Kicillof imitó rápido esa mejora que ya se ha quedado corta por el ritmo inflacionario.
En la Provincia aseguran que el compromiso de rediscutir el porcentaje está, pero le prenden velas a que la actividad económica se mantenga y no se caiga la recaudación.
En la oposición observan la situación nacional con profunda inquietud. En medio de las peleas oficiales, hubo una decisión de bajar el nivel de conflicto interno, en especial en el PRO, para lanzar un mensaje a la sociedad que observa atónita, al mismo tiempo, los desbarajustes económicos y los de la política.
Esa actitud reconoce en su origen una especulación que recorre las mesas de análisis y discusiones y que tiene que ver con la posibilidad de algún desenlace precipitado para el caso de que la nueva gestión de Batakis en el Gobierno no logre enfocar una luz en el horizonte.
De hecho, en la oposición se describe una mirada crítica sobre la flamante funcionaria no sólo respecto de su indiscutible cercanía con el kirchnerismo: también se pone la lupa sobre el armado de su propio gabinete que no logra exhibir nombres reconocidos para afrontar tamaño desafío.
Frenos
Aquellos comentarios danzan sin una usina fija y ponen, de paso, freno a entendimientos entre el oficialismo y la oposición. No hay clima para avanzar, por caso, con la cobertura de vacantes en la Suprema Corte. Lo reconocen tanto en el Gobierno como en Juntos por el Cambio. La negociación, al menos con el formato de tanteos que había tenido, quedó paralizada.
El futuro inasible abre enormes interrogantes y el calendario electoral parece quedar demasiado lejos en medio de una situación económica muy compleja. El enorme desafío que tiene por delante la nueva gestión de Batakis se agiganta frente a la disputa en el poder que puede haber encontrado una pausa. En lo económico y en lo político, la Provincia está atada a esa suerte.