El pergaminense Daniel Russo volvió a demostrar su solidez en las largas distancias al completar la Travesía 70K Itatí–Corrientes, uno de los desafíos de aguas abiertas más extensos del litoral argentino. El recorrido, que supera los 70 kilómetros por el río Paraná, exige un nivel de preparación física y mental que pocos pueden sostener durante tantas horas de nado sostenido.
Para Russo, la proeza llega apenas semanas después de haber sido protagonista en otra de las competencias más exigentes del calendario: la Hernandarias–Paraná, histórica maratón acuática de 88 kilómetros, considerada entre las más largas del mundo. Allí fue uno de los cinco finalistas —sobre siete participantes— que lograron completar la travesía, marcada por tormentas, fuertes vientos, barcos que se dieron vuelta y un río picado que obligó a redoblar esfuerzos.
Russo recuerda ese día como un examen extremo: horas de incertidumbre, una embarcación que se hundió en plena carrera y la necesidad de nadar solo hacia una isla para pedir asistencia. Pese a todo, siguió adelante. “Quería terminar la carrera”, contó. Y lo hizo, llegando a la costa pasadas las nueve de la noche, después de más de 12 horas en el agua. Un sueño cumplido.
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Su historia en la disciplina comenzó hace una década, cuando pasó de entrenar para mantenerse en forma como guardavidas a enfocarse de lleno en la competencia. Desde entonces, sumó desafíos progresivos: 10 km en Junín, 21 km entre Villa Urquiza y Paraná, los 35 km de Paso de la Patria y ahora dos de los recorridos más demandantes del continente.
A su lado, un nombre clave: Patricio D’Ottavio, uno de los entrenadores más reconocidos del país en aguas abiertas. “Es una seguridad estar con él. Entrenar con alguien con tanta experiencia es una tranquilidad enorme”, afirma Russo, que entrena cada mañana en el grupo del Club Gimnasia, donde el nivel —dice— creció notablemente en los últimos años.
Para el nadador, lo que lo empuja no es sólo la competencia. Es el contacto con la naturaleza, el río, el silencio, el ritmo propio que impone cada travesía. “Es hermoso. Te conecta con vos mismo, con el paisaje. Me encanta”, asegura.
Ya con la Itatí–Corrientes en el bolsillo, los próximos objetivos empiezan a aparecer: repetir carreras emblemáticas, volver al Paraná y quizás intentar la Santa Fe–Coronda. Mientras tanto, agradece: “Al Municipio, a Gustavo Ciuffo, a los privados y a toda la gente que me apoyó para poder cumplir este sueño”.
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