Desde antes de empezar a estudiar nutrición, Sabrina Goddard sabía que quería especializarse en alimentación deportiva. Su claridad la llevó a trabajar, desde antes de terminar la carrera de Licenciada en Nutrición, en las inferiores de Rosario Central. Luego, al ver los logros de su trabajo, la convocaron para la Primera División del club. A partir de esa experiencia, la rojense trabajó en distintos clubes de la Argentina y asesoró a distintos jugadores y técnicos profesionales. En la actualidad, atiende sus consultorios en la ciudad de Rojas, Junín y Pergamino, y brinda conferencias y capacitaciones en distintos ámbitos deportivos.
-¿Cómo fue la elección de tu carrera?
-Sabrina Goddard: Soy oriunda de Rojas y estudié en Rosario. En realidad, quería estudiar el profesorado de educación física, pero como la docencia no era lo que más me gustaba, pensé en nutrición deportiva. Arranqué ya pensando en eso y cuando estaba en la última instancia de la carrera, un amigo kinesiólogo que estaba trabajando en las inferiores de Rosario Central me dijo que no había nutricionista. Él había hablado con los dirigentes y me dejaron hacer una pasantía. Ese último año estuve yendo a las inferiores Ad Honorem, pero me sirvió para ir viendo cómo era el mundo del fútbol y cómo se puede aplicar a la gestión deportiva. Luego, cuando presenté la tesis me llamaron de Primera División. Acepté, pero seguía sin cobrar y ahí fue cuando un amigo que estaba de profe en Racing me propuso cubrir una vacante por maternidad. Ahí me pagaban re bien, así que me fui para Avellaneda para trabajar en el proyecto infanto juvenil.
-¿Ahí estabas viviendo en Rosario todavía?
-S.G.: No, ahí dejé Rosario. Me estaba por volver a Rojas y me fui para Buenos Aires. Luego, cuando la nutricionista del club volvió, me fui para Rojas y armé un proyecto para los clubes de la zona. El proyecto incluía charlas, evaluaciones antropométricas, asesoramiento nutricional y test de hidratación. Fui a todos los clubes y el único que me dio lugar fue Ciclista. El club no tenía plata para contratarme fija, pero sí para ir a los campus.
-¿Y cuándo vuelve a llamarte Rosario Central?
-S.G.: Ya viviendo en Rojas me vuelven a llamar de Central para volver a todas las divisiones. Ahí en el 2015, estuve en infantiles, inferiores, Reserva y Primera. Me volví loca, pero ese año estuvo muy bueno porque conocí a todos los jugadores del club. Y en 2016, cuando estaba el Chacho Coudet, me quedé en Primera solamente. Pude viajar y hacer muchos viajes por Copa Libertadores.
-¿Con tu trabajo lograste ver cambios considerables en los equipos?
-S.G.: Siempre hablamos del entrenamiento invisible. Una cosa es el entrenamiento activo en la cancha y otra cosa es el que no se ve, que es el deportista responsable de la alimentación, hidratación, kinesiología, psicología y el descanso. Todo eso ayuda al rendimiento. Trabajando en un club, muchas veces depende del entrenador que te dé lugar. En el consultorio, a veces, los mismos profes te recomiendan y el deportista viene porque sabe que con el entrenamiento está bien, pero le falta algo. Y con la nutrición se pueden lograr grandes cambios.
-¿Con qué técnico tuviste mayor repercusión?
-Era lo que vos deseabas…
-S.G.: Claro, poder trabajar con todo. También era más demandante, porque vivía prácticamente en el club. Porque el trabajo incluía darles las comidas. A veces, los jugadores por querer irse antes se van y no comen. Y un buen almuerzo, después del entrenamiento, es fundamental.
-¿Después de Central cómo continuaste?
-S.G.: Después del Chacho vino Paolo Montero y como cinco técnicos en un año. Terminó Patón Bauza y después llegó Diego Cocca, que también le da mucho lugar a la nutrición. Yo ahí ya estaba bastante cansada del tema de los viajes, de no tener fines de semana. El trabajo es muy intenso. Es muy lindo, porque como nutricionista tenés que estar en las comidas, observando, viendo la cocina, armando el menú, después en la cancha con la hidratación, hablando con los jugadores, medirlos; pero llegó un punto donde cumplí mi ciclo. Fueron cinco años, y además no vivía en Rosario sino en Rojas así que viajaba todo el tiempo. Eso es lo que más me cansó.
-¿Cómo te sentiste al trabajar en equipos donde la mayoría son hombres?
-S.G.: La verdad que muy bien, muy cómoda. Me tocó hacer una pretemporada 15 días en Costa Rica y era la única mujer. Eran dirigentes, cuerpo técnico, cuerpo médico y utileros, todos varones y siempre me han tratado con mucho respeto, nunca tuve ningún problema ni un episodio incómodo. Siempre trabajé muy cómoda.
-¿Cómo ves el resto de los clubes con la nutrición deportiva en este último tiempo?
-S.G.: Antes no se le daban importancia, pero las competencias son cada vez más fuertes, así que ahora le dan mucha más bolilla los técnicos más jóvenes. En el 2012 me costó un motón insertarme y ahora veo cada vez a más clubes incorporar nutricionistas en sus equipos. Hasta los de recursos muy bajos hacen lo posible para al menos dar una charla o que esté presente el tema. Veo el esfuerzo de los clubes para incorporar el área de nutrición.
-¿Ahora dónde estás trabajando? ¿Para algún club de la zona?
-S.G.: No, ahora brindo asesoramiento, por ejemplo, a Douglas de Pergamino. También me han llamado de Pergamino Básquet. Después con los Predadores de Junín, que son el grupo de natación. Y después hago mucho consultorio en Pergamino, Junín y Rojas.
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