Se cumplen casi 60 años de una de las tragedias aéreas más dolorosas y enigmáticas de la historia argentina: la desaparición del avión Douglas C-54, matrícula TC-48, el 3 de noviembre de 1965, en el tramo entre Panamá y El Salvador. En ese vuelo, que debía ser el viaje final de instrucción de la Escuela de Aviación Militar, viajaban 68 personas, entre ellas 54 cadetes. Uno de ellos, el cadete ascendido a Alférez post-mortem, era el pergaminense Héctor Oscar "Tito" Atie.
Hoy, el reclamo de verdad y justicia que sostienen las familias desde hace seis décadas tiene un nuevo eco en Pergamino. Sus sobrinos y su hermana presentaron un proyecto en el Concejo Deliberante para que el aeródromo provincial reciba el nombre de Héctor Oscar Atie, una forma de honrar su memoria e interpelar a quienes desconocen la historia.

El sueño trunco del aviador pergaminense
Héctor Oscar Atie, cariñosamente apodado “Tito” o “El Negrito” por sus afectos, vivía en el barrio Centenario y estudiaba en Córdoba con el firme objetivo de convertirse en aviador. La magnitud de su pérdida fue recordada recientemente por su excompañero de secundaria, el dirigente sindical Juan Terzaghi.

"Para nosotros era ‘el negrito’ y nunca jamás significaba algo discriminatorio, todo lo contrario era el querido compañero que ocupaba siempre el primer banco del salón con su humildad, su carácter jovial," recordó Terzaghi, quien fue la última persona que, por casualidad, compartió un momento con él en la vieja terminal de ómnibus de Pergamino.
"Me comentó que se había recibido de alférez y que viajaba para emprender el viaje de egresados, su entusiasmo era la manifestación de alguien que siente que va a poder concretar su sueño."
— Juan Terzaghi, excompañero de Héctor Atie.
Para Terzaghi, la tragedia del TC-48 no fue solo un accidente, sino el resultado de “la ineficacia y la barbaridad de abandono de una de las fuerzas armadas”, un drama que, según analizó, es “muy parecido a lo ocurrido con el submarino hace poco” (en referencia al ARA San Juan).

Premonición
El viaje comenzó en Córdoba y tuvo una escala emotiva en Mendoza, donde el presidente Arturo Umberto Illia despidió a los tripulantes. Volaban el Douglas DC-4 (T-43) y el C-54 (TC-48), este último condenado a la desaparición.
En las escalas previas, ya había indicios de problemas. El avión, fabricado en 1939 y adquirido por Argentina en 1964, había requerido el reemplazo de piezas por una falla de origen en la cañería del combustible. De hecho, en Antofagasta (Chile), el TC-48 demoró la partida para reparar los dos motores del ala derecha.
La fatalidad parecía flotar en el ambiente: la hermana de otro cadete, Enrique Miguel Páez, recuerda la escalofriante frase que su hermano le dijo a su madre en Mendoza: “Mirá mamá TC-48, Todos Caeremos Muertos. El 48 es el número de la muerte”. Testimonios posteriores de familiares indican que los cadetes “debían saber que no estaba en condiciones, que iba sobrecargado”.
El final llegó en el tramo Panamá-El Salvador, un día de lluvia. El comandante Mario Zurro, experimentado piloto y reconocido por su capacidad, que el motor 3 (ubicado a la derecha, próximo al fuselaje) se incendiaba y el 4 (también a la derecha, en el sector externo) se había parado. Después, el silencio.

La lucha por la verdad
La Fuerza Aérea Argentina (FAA) dio el caso por cerrado cuatro días después, informando que el avión se había “precipitado al mar Caribe” y que “se los comieron los tiburones”, según el brutal relato a los familiares.
Las evidencias presentadas (chalecos verdes, una cédula de cadete) fueron rápidamente desmentidas por los propios familiares, quienes iniciaron una búsqueda paralela que dura hasta hoy. Las sospechas de encubrimiento se hicieron evidentes:
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Contradicciones en la evidencia: Se encontraron restos de agua dulce y sellos de Prefectura Marítima en los objetos, pero se descartó el impacto en tierra.
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Testimonios Clave: El hermano de otro cadete, Ricardo Becerra, junto a otros familiares, halló los primeros testimonios de pueblos aborígenes que aseguraron haber visto el avión volando a baja altura hacia la Cordillera de Talamanca, en la selva de Costa Rica.

La hermana de Atie, Mercedes Atie, maniefstó en un texto que: "El 3 de noviembre fue la desaparición del Douglas DC 4 - TC 48, hace 60 años. Cuando se acerca esta fecha me pongo a contemplar la vida desde otro lugar. Ya sé que serán mis hijos y mis nietos los protagonistas cuando 'alguien' se decida a buscar los restos del TC 48 y sean sus camaradas los responsables, con ayuda de nuevas tecnologías, los encargados o no de llegar a dar Luz. Solo sé que mi hermano está muerto y que las traiciones que se vivieron y viven solo han servido para que algunos y algunas hicieran negocios oinventaran búsquedas (privadas) y pidieran ayuda en dólares para financiarse viajes o traicionaron a quienes de una u otra manera pudieran llegar a la verdad. El 1 de abril de 2009 fuimos 7 familiares recibidos por primera vez por una Ministra de defensa Nilda Garré quien poco sabía del tema. Sí debo destacar hoy y siempre las gestiones del (entonces) jefe de Gabinete Anibal Fernández. El TC 48 nunca fue un tema de Estado. Excepto durante los años 2008 y 2015, después no hubo acciones que pudieran albergar Esperanza. En esas reuniones en el Edifico Cóndor siempre la palabra traición sobrevolaba mi mente. Hoy sé que sin traición no se hubiese podido llevar a cabo ese ocultamiento durante 60 años. Aun me quedan los saberes de Aníbal Jaime y su grupo Missing Aero. Queda la justicia como acción reparadora ante tanto dolor. Y será Justicia.
Solo sé que mi hermano está muerto y que las traiciones que se vivieron y viven solo han servido para que algunos y algunas hicieran negocios o inventaran búsquedas (privadas)... sin traición no se hubiese podido llevar a cabo ese ocultamiento durante 60 años.” señaló.
Proyecto ante el Concejo Deliberante
Para la familia Atie, el homenaje es una forma de mantener viva la presencia de Héctor Oscar en su ciudad.
El 18 de diciembre de 2024, su sobrina, la periodista Agustina Aller, junto a su hermano Nicolás y su madre Mercedes, presentaron formalmente el pedido ante la presidenta del Concejo Deliberante de Pergamino, Gabriela Taruselli.
"Mi tío es un vecino más de Pergamino, del que poco se habla pero que quienes lo conocieron recuerdan con mucho afecto. Es un pergaminense que nos falta y que se encuentra ausente. Una forma de que pueda estar presente y poder recibir el homenaje y reconocimiento que se merece sería poder imponer su nombre al aeródromo de Pergamino..."
— Agustina Aller, periodista y sobrina de la víctima, en el texto del proyecto.
La iniciativa, que busca nombrar un lugar "tan importante y significativo en nuestra ciudad" en honor a Atie, no solo busca un reconocimiento póstumo, sino también obligar a la comunidad a recordar la “injusticia y el autoritarismo del poder corrupto que segaron la vida de tantos jóvenes de una generación”, como lo planteó Juan Terzaghi.
A casi seis décadas de la tragedia, la lucha de las familias del TC-48 —las “locas del TC-48”— sigue vigente, reclamando no solo los restos de sus seres queridos, sino la única reparación posible: "La verdad duele una sola vez, la mentira duele cada día."
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