Para el nivel superior en general durante más de un año y medio las clases se desarrollaron bajo la modalidad virtual y, en algunos casos, el regreso a las aulas recién se produjo en el primer cuatrimestre de este año. Los meses frente a las pantallas, la ausencia de contacto físico y la educación desde casa hoy muestran sus resultados en la cotidianidad de los estudiantes universitarios y terciarios.
Democracia consultó a jóvenes de diferentes carreras, tanto de la Unnoba como del Instituto Superior de Formación Docente y Técnica N°20, acerca de los cambios percibidos en el regreso a las aulas, las nuevas técnicas de estudio, el uso de la tecnología y las secuelas tras la pandemia.
Virtualidad
Sin dudas, la experiencia de la educación a distancia marcó a todos los estudiantes, que, en retrospectiva, coinciden en que significó un importante cambio para su trayectoria educativa. “Fue un antes y un después, supongo que para todos”, afirmó Valentina Soto, que cursa Tecnicatura en Psicopedagogía en el Instituto Superior local.
En dicho sentido, señaló que “las horas frente a la pantalla se volvían insostenibles” y que, por ello, “costó mucho mantenerse al día”. Además, en muchos casos se anularon las instancias de exámenes parciales y se tomaron directamente finales para acreditar conocimientos.
“La mitad de las cosas las hacía por cumplir y no lograba comprender ni apropiarme de todos los saberes”, explicó Milagros Ferreyra, que también estudia Psicopedagogía en el Instituto Superior.
En líneas generales, los estudiantes consultados coinciden en que, si bien las clases sincrónicas a través de las plataformas fueron de gran ayuda, la mayor dificultad la representó el hecho de que “no había límite de horarios”, tal como señaló Candela Moreno, futura psicopedagoga.
“Se juntó el hogar y el estudio, faltaba intimidad e hizo difícil el estudio”, agregó, y lamentó que en muchos casos hubo escasa implementación de herramientas tecnológicas y contacto con los profesores. Al respecto, Martina Tubio, compañera de Candela en el Instituto, señaló: “Me hizo falta el docente que explicara, tuve profesores a los que no les conocí la cara”.
Para muchos, también implicó un cambio en la rutina. “El impacto de la pandemia fue importante, ya me había generado un hábito de estudio en 2019 y eso se vino abajo”, destacó Manuel Azil, que cursa el último año de Derecho en la Unnoba.
“Mantuve el mismo rendimiento académico, pero me resultó mucho más tedioso y me fue difícil estudiar luego de estar todo el día en casa”, afirmó.
Sin embargo, para quienes ingresaron al nivel superior en 2020 la educación virtual también presentó obstáculos. Federico Martínez Suárez es estudiante de segundo año en Derecho de la Unnoba y, previo a la cuarentena obligatoria, sólo había cursado 1 mes de forma presencial.
“Fue un gran desafío”, explicó, pero agradeció haber contado con las herramientas tecnológicas para avanzar en la carrera.
Asimismo, es ineludible que uno de los aspectos que más se extrañó fue el contacto físico con compañeros y profesores. Hipólito Cardinalli, estudiante de tercer año de Ingeniería Mecánica en la Unnoba señaló que lo que más necesitó fue “poder estudiar en grupo de manera presencial y no por una videollamada”, pero destacó que pudo mantener un muy buen rendimiento académico desde su casa.
Es que, sin dudas, ello es un rasgo que destacan todos los jóvenes que cursan sus estudios tras la pandemia. Julieta Di Fiore, trabajadora social recibida del Instituto Superior, y que actualmente cursa su licenciatura en la Universidad de Morón, explicó que “el mayor impacto del aislamiento en los alumnos fue a nivel vincular y afectivo” y que, además de la falta de atención, lamenta que “la relación entre docente y alumno ha sido más distante y, en muchos casos, unidireccional”.
“La didáctica, el debate, la participación y el pensamiento grupal hicieron mucha falta en la virtualidad”, señaló. La contención entre compañeros fue, en ese contexto, muy importante.
Secuelas
“Me di cuenta que las clases presenciales son fundamentales, porque ese contacto fue difícil de lograr en la virtualidad, por más que los profesores se esforzaron”, señaló Manuel, que condensa en una frase lo que muchos estudiantes universitarios y terciarios piensan al respecto.
Indudablemente, los meses de educación virtual marcaron las trayectorias educativas, y hay quienes, aún tras más de 7 meses de presencialidad plena, reconocen tener secuelas.
“Hoy me cuesta mucho concentrarme”, explicó Federico, que vivió el regreso a las aulas como un nuevo comienzo en la Unnoba. En la misma línea, Manuel señaló que antes de la pandemia había adquirido “cierta constancia” pero que “eso se terminó con la virtualidad”.
Por su parte, Valentina destacó que “el regreso al aula fue un respiro” que realmente necesitaban y, según destacó Julieta, “fue una gran alegría” puesto que “hacer una carrera en soledad no es lo mismo”, y el encuentro en un espacio compartido da lugar a un intercambio muy necesario.
“Habernos mantenido separados por mucho tiempo ha repercutido en nuestra salud física y mental”, agregó la trabajadora social.
El denominador común es la carga horaria. Para muchos, la presencialidad plena significa mayor tiempo de cursada que los años precedentes y, con ello, nuevos esfuerzos por adaptarse. “Se nos hace difícil mantenernos concentrados, sobre todo luego de la pandemia”, señaló Martina que, aun así, afirmó que “estar cara a cara con los profesores, recibir explicaciones y poder hacer consultas es muy confortable”.
Se trata de un nuevo cambio de rutina, con resabios de dos años de virtualidad. “Me cuesta mucho no mirar el celular, aunque sea para ver la hora”, afirmó Valentina que considera que “son muchas horas de cursada y mantener la atención es difícil”.
El déficit de ciertos conocimientos y prácticas es otro de los efectos no deseados. Según destacó Milagros, “hubo materias y prácticas que no se pudieron dar como se debe” y afirmó que el trabajo de campo que le permite su carrera, psicopedagogía, le permitió observar que “la pandemia impactó en todos los niveles, incluso el terciario, y se nota en las dificultades para la comprensión y apropiación de los conocimientos”.
Cambio de hábitos
La educación virtual forzosa fue, indudablemente, una oportunidad de adquirir nuevos hábitos y técnicas de estudio. “En la post pandemia dejé de leer tanta bibliografía y empecé a aprovechar los videos explicativos”, afirmó Hipólito, que cursa Ingeniería Mecánica en la Unnoba.
Es que muchos estudiantes de nivel superior incorporaron la computadora a su trabajo diario, para leer o tomar apuntes y, en muchos casos, se produjo el abandono del papel. “La lectura a través de la computadora o el celular y los resúmenes digitales también los empecé a usar mucho más”, explicó
Candela que, al igual que muchos otros, intenta poner límites de conectividad a diario para evitar la sobreexposición.
Asimismo, son varios los estudiantes que llevan su computadora o tablet a la cursada presencial. “Dejé de tomar apuntes, despedí a los cuadernillos para siempre y hago todo desde la computadora o el celular”, señaló Julieta, que considera que la escritura manual “es lenta y menos práctica”, pero advierte que, sobre todo hoy, “hay una brecha muy grande entre los que poseen un dispositivo tecnológico y los que no”.
Prepararse para un parcial o final también ha sufrido cambios. En el caso de Milagros, explicó que ya no trabaja con resúmenes hechos a mano y
Valentina agregó que “para la elaboración de proyectos, planes de intervención, informes y trabajos prácticos” incorporó el uso de la computadora.
No obstante, hay ciertos hábitos que aún no han cambiado definitivamente. “Me cuesta leer desde la computadora, prefiero tener los textos en papel”, destacó Martina que, al igual que sus compañeras de psicopedagogía, opta por imprimir el material para trabajarlo.
Nuevas herramientas
“Sólo intenté adaptarme a las circunstancias, unirme a las clases virtuales y estudiar para los parciales”, afirmó Manuel que, sin embargo, enumeró nuevas herramientas que le fueron de utilidad y que, aún hoy, usa en su día a día, tales como los resúmenes digitales y los videos con contenidos académicos.
Por su parte, Valentina explicó que muchas plataformas digitales, como “classroom, drive y documentos de Google, Canva, Mentimeter o Kahoot”, las adoptó para la formación post pandemia.
Hacia nuevos esquemas
El escenario inaugurado por la educación virtual durante la pandemia también generó nuevos interrogantes al interior de la comunidad educativa.
Ciertos formatos, herramientas y recursos digitales mostraron ser efectivos, y muchos estudiantes exigen esquemas híbridos o, al menos, una actualización en la modalidad presencial.
“Se volvió a la situación pre pandemia, para mí eso no tenía que pasar”, señaló Hipólito, estudiante de la Unnoba. En su opinión, el esquema híbrido puede ser efectivo “ya que en algunos casos no es necesario estar en un espacio junto con el docente” y así se ahorrarían muchas horas de cursada presencial.
“El diálogo fue y sigue siendo fundamental”, señaló Valentina Soto, estudiante de psicopedagogía, respecto a la decisión de muchos profesores de “volver a dar clase como si nada hubiera pasado”.
En la misma línea, Julieta Di Fiore, que cursa la licenciatura en Trabajo Social, recordó que “es necesario el replanteo de ciertas dinámicas, en el cómo dar clases, sus métodos y procedimientos” para que el alumno sea “partícipe y no sólo espectador” en el aula.
Por su parte, Manuel Azil, estudiante de Derecho en la Unnoba, agradeció que “se adoptaron ciertos aspectos positivos de la virtualidad, tales como el uso del campus”, la plataforma de internet que une a los estudiantes con sus profesores.
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