Sociedad
AYER DESEO, HOY REALIDAD

Es productor rural rojense, su sueño siempre fue volar y construyó su propio avión

Omar Airet lleva más de 50 años trabajando para cumplir su sueño. De niño, sin el secundario terminado, realizaba dibujos de aviones a escala y anhelaba construir su propia nave experimental. Este, puede ser el año en el que pueda alcanzar aquel deseo que de pequeño lo desveló más de una noche.

El hombre y la obsesión de volar, es algo tan antiguo como primitivo. A veces, el humano lo ha planteado hasta como una necesidad. Y a lo largo de la historia hubo muchos actores reconocidos que compartieron sus ideas con el mundo sobre la posibilidad de que el hombre flote por el cielo. Da Vinci, por ejemplo, dibujó planos de máquinas voladoras con alas movidas por humanos, a las que llamó ornitópteros.

Y hace poco más de una década, Samuel Poore, cirujano plástico y profesor en la facultad de medicina de la Universidad de Wisconsin, publicó “La base morfológica de la transición brazo-ala”, en el que planteaba, a grandes rasgos, que era posible fabricar alas humanas con injertos óseos, piel y músculo. Entre medio de Da Vinci y Poore (y hacia atrás también), hay miles de trabajos y teorías.

La historia del rojense Omar Airet no tiene tanto glamour como la de los actores mencionados, pero no por eso deja de ser maravillosa. Un productor rural como muchos de esta zona, que mamó de chico el trabajo de campo al lado de sus padres y hermano, en épocas donde la tecnología escaseaba y casi todo era manual. De día, trabajaba la tierra. De noche, dibujaba aviones y soñaba en construir el suyo de verdad. Ese sueño lo desveló más de una noche a lo largo de su vida. El qué lo tenía claro: quería volar y para ello era necesario construir un avión. El cómo, también. Con apenas el primario terminado, su otra pasión, la lectura, hizo que en los libros encuentre las respuestas a cómo cumplir su sueño.

Transitando el camino soñado

La perseverancia, la obsesión, la pasión y una pizca de locura, generaron que aquello que lo desvelaba de niño, y de adulto también, lo llegue a cumplir como un hombre experimentado por la propia vida. Pero a lo largo de décadas, siempre estuvo haciendo algo relacionado para apuntalar el sueño de construir su avión experimental. Estudió sobre motores, hizo cursos dibujo técnico a través del correo argentino, allá por la década del 60, y ya en este siglo, hizo cursos de piloto, tanto de planeadores como privado.

Cuando era chico, y sin haber cumplido la mayoría de edad, realizó cursos de dibujo técnico por correo que se debía pagar en dólares. Como en aquel entonces los pesos estadounidenses escaseaban en Argentina (algo que mucho no ha cambiado), y su padre lo ayudaba a conseguirlos en el Banco Nación. “Me acuerdo la ansiedad de ir al correo a buscar el material para estudiar y dibujar. Luego enviaba lo realizado para que lo aprobaran, volvíamos a pagar y mandaban más trabajos para hacer”, recordó.

A medida que Airet cuenta la historia, su hija, Carina, muestra fotos del avance del avión. Omar, sentado en una silla, se frota las manos, y mirando tímidamente hacia abajo saca un documento y muestra cuando con su hermano Rubén, patentaron una máquina de siembre directa allá por los 80. La inteligencia es innata, no cabe dudas. Aquel importante logro que sacó a la luz una cálida mañana de otoño, tal vez le hizo comprender en aquel entonces que el avión también era posible.

Otro paso importante en el proyecto fue la compra del esqueleto del avión, un Taylorcraft, que de a poco fueron mejorando. Algo tenía claro tras haber hecho cientos de dibujos de aviones: la aeronave tenía que ser biplaza y lado a lado. “Ahí arrancamos haciendo el fuselaje, analizamos las estructuras, desarmamos las alas, parte por parte. Después, cuando logramos tenerlo semi armado, mi socio en aquel entonces lo pintó. Su trabajo desinteresado fue invalorable”, dijo.

Las soluciones, en amigos con la misma pasión

En el camino hubo obstáculos. Uno de ellos fue la dificultad por conseguir determinadas piezas. Los amigos de la aeronáutica fueron la solución, aportando datos e ideas de cómo reemplazar una pieza difícil o costosa por una de un motor naftero, como aquella vez que usó pistones de un vehículo de calle. “Me hice amigo de un hombre de Bahía Blanca a través del teléfono (no existía internet y sus derivados). Él aportó muchas soluciones. Cinco o seis años después pude conocerlo personalmente y nos dimos un abrazo como si nos conociéramos de toda la vida”, contó el piloto.

El armado del motor fue otro hito en el proyecto

Se lo denomina avión experimental porque tiene que superar el 51% de lo hecho de manera casera. En esa búsqueda, el armado de los comandos colaboró con alcanzar dicho porcentaje. El Taylor venía con un volantín y el rojense lo transformó en un bastón de mando, por citar un ejemplo. Todas esas modificaciones, fueron posible gracias al constante aprender. “Me considero un autodidacta, porque ni secundaria tengo. Pero siempre utilicé el único medio que tenía en ese momento: los libros. De chico cuando entraba a una librería me volvía loco”, manifestó. Airet también se considera un obsesivo. Eso lo llevo a estar noches sin dormir pensando cómo solucionar un problema. “Reconozco que es malo (risas). Cuando tuve que hacer los comandos realmente no dormía”, se sinceró el productor rural, quien también es consciente que el propio proyecto lo llevó a domar su paciencia y perseverancia.

A medida que lo económico y lo laboral se lo permitían, el avión experimental iba tomando forma. El día que se puso en marcha fue otro punto inolvidable. En un video se las escucha a su madre e hija llenas de emoción diciendo: “Anda. Y hasta hace ruido a avión y todo”. Actualmente la nave está prácticamente lista para volar. Por cuestiones legales eso aún no es posible de hacer. Por eso por estos días el proyecto dejó de lado los fierros y se volcó hacia conseguir todo lo necesario para obtener los permisos. “El próximo paso es tramitar la matriculación y que vengan miembros de la ANAC (Administración Nacional de Aviación Civil), a autorizarlo y verificarlo”, adelantó.

Si bien la ANAC ha ido verificando la aeronave a lo largo de su desarrollo, aún resta una nueva verificación que sería la final. La idea es tener todo listo en el segundo semestre del año y cumplir las condiciones necesarias para la aprobación definitiva. Después de eso, llegará el momento de comenzar a volar en su propio avión. Y será una anécdota más, ya que el sueño se ha ido cumpliendo a lo largo del proyecto en sí. Porque lo que ayer era un deseo, con el que convivió más de 50 años, mañana será una realidad. Y como dijo Airet, lo importante es lo vivido. Y en este caso, quién le quita lo volado.