De enseñar matemática con 16 años a convertirse en el único astrónomo rojense
Octavio Guilera ayudaba de chico a su mamá a dar clases particulares en su casa. Cuando terminó el secundario se fue a La Plata, donde hizo la licenciatura, y posteriormente un doctorado, en la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la UNLP. Hoy vive en Chile con su esposa y colega, pero piensan en volver al país.
Terminar el nivel secundario de estudios marca el fin de un ciclo para los estudiantes. A los que son de localidades que no cuentan con universidades, les implica un desafío doble a la hora de empezar a elegir el rumbo a tomar. Porque no sólo deben seleccionar la cerrera a estudiar, sino también en qué ciudad van a vivir los próximos años.
Esos jóvenes, en su mayoría de 18 años, se van de sus pagos hacia las grandes urbes con un bolso bajo el hombro cargado de ilusiones. Años después, algunos retornan a sus ciudades de origen a desarrollar su profesión, y otros eligen el camino opuesto y sus historias de vida se pierden con el paso del tiempo.
Octavio Guilera es un rojense que se fue de su ciudad natal allá por 2001, en plena crisis económica y social, y se instaló en La Plata, donde estudió en la Facultad de Ciencias Astronómicas y Geofísicas de la UNLP, lugar en donde también hizo un doctorado y además es profesor. Actualmente vive en Chile y en pocas semanas retornará al país para volver a su trabajo en el Instituto de Astrofísica de La Plata (Conicet).
- ¿Qué te llevó a elegir esa carrera?
-Fue medio de casualidad, porque es una carrera poco convencional donde hay unos 150 estudiantes promedio al año. Tampoco es una carrera que tenga una difusión masiva como otras.
-Mi vieja es profesora de matemática y física por lo que siempre me gustaron esas áreas, sobre todo la física. En los últimos años del secundario la ayudaba a dar clases de particular, lo cual me resultaba no muy complejo. En esa época me gustaba ingeniería hidráulica y física nuclear, pero mi hermano mayor estaba en La Plata estudiando medicina, por lo cual me fui para allá por consejo de él, quien me hizo conocer la facultad en la que estudié.
-Digamos que es una carrera poco convencional…
-Sí. Es una carrera con poca matrícula, con un promedio de un 10% de gente que termina la licenciatura. Esto se da porque la mayoría de la gente tiene cierto romanticismo con la astronomía y en la vida profesional eso se termina porque es matemática pura.
- ¿Qué tiene de positivo que sea poco convencional?
-De positivo lo que tiene es que haces una carrera con un trato personalizado con los profesores. Además, tiene buena salida laboral, básicamente en la investigación y divulgación de la ciencia, desarrollo tecnológico y la parte satelital. La mayoría de los egresados obtienen becas para ingresar a la parte de ciencia y técnica.
- ¿Dónde trabajaste el La Plata?
-Una vez que me licencié empecé a trabajar en el Instituto de Astrofísica de La Plata, un instituto del Conicet que está en el Centro Tecnológico. Es decir que empecé a trabajar en el lugar donde estudié con una beca de doctorado. Mientras tanto, terminaba mi formación. Allí trabajé cinco años entre 2009 y 2014.
-En junio de 2015 ingresé a la planta permanente del Conicet en la parte de investigación, siempre en el Instituto de Astrofísica, con una pausa de dos años en donde estuve haciendo una estadía de investigación en Chile.
- ¿Cuáles son tus funciones como investigador?
-Particularmente trabajo en el área de investigación planetaria y estoy en el Grupo de Astrofísica de La Plata. Soy miembro fundador del grupo que armamos entre amigos, que veníamos trabajando en las ciencias planetarias. En ese grupo estudiamos la formación y evolución de sistemas planetarios en distintas etapas, pero siempre desde el punto de vista teórico. Lo que hacemos son modelos numéricos y físicos matemáticos que, bajo cierto lenguaje de programación, intenta modelar cuáles son los principales fenómenos físicos en la formación de un planeta.
- ¿Cómo surge la posibilidad de vivir en Chile?
-En Argentina, entre 2005 y 2015 hubo una inversión muy fuerte en materia de investigación, lo que se llamó la primavera científica, en donde las becas y los ingresos a carrera aumentaron mucho. En 2016 hubo un recorte significativo en becas e ingresos a planta permanente. Y empezaron a pasar cosas que antes no.
Paralelamente mi mujer terminó su doctorado en 2018 y aplicó la posibilidad de trabajar en Chile. Entre varias opciones se eligió el país vecino, porque viene teniendo un crecimiento muy grande desde que la Unión Europea puso telescopios. Hoy es el país modelo latinoamericano central. Por mi pate, empecé a armar convenios para hacer estadías en el Conicet y armé uno con el instituto en donde mi esposa iba a trabajar. Así surgió todo.
- ¿Cómo fue la inserción laboral?
- Fue muy buena. La comunidad astronómica chilena está muy internacionalizada. Parte de los mejores telescopios que hay en el mundo están en el norte del país, entonces reciben un flujo de gente que viene a trabajar de todas partes del mundo. Por eso hablo de internacionalizada. En Argentina es todo diferente.
-Hay que entender que el sistema educativo en Chile es privado, pero desde el punto de vista laboral hay mayores facilidades que en Argentina, tanto desde lo edilicio como de equipamiento y subsidios.
- ¿Piensan volver al país?
-Uno siempre piensa en volver, lo que más se extraña en la familia. Más allá de lo laborar, Chile también tiene cuestiones que no están buenas. Por ejemplo, es muy difícil acceder a un puesto de profesor. Acá no hay un organismo nacional de ciencia y técnica que tenga investigadores como el Conicet. Hay un ministerio, pero está a cargo de los proyectos. Es parecido al estándar internacional. A finales de marzo seguramente estemos retornando al país a continuar nuestra tarea en Conicet, apostando a seguir nuestra construcción profesional en La Plata.