La Granja San Camilo abrió sus puertas el 11 de noviembre del año 2015 con el fin de brindarle un lugar de contención a personas con problemas de adicciones. En sus comienzos contó con la colaboración de jóvenes que se comprometieron con la causa desinteresadamente y con el tiempo se fueron sumando profesionales al grupo de trabajo.
"Quisimos ofrecerle a Pergamino algo que no existía en aquel momento, porque darle a la ciudad algo que ya tiene no tenía mucho sentido para nosotros", explicó el director de la granja, Juanito Cabrera, a diarionucleo.com.
Antes de abrir la granja, Cabrera era cura y trabajaba en el Hospital San José, allí vió que muchos jóvenes llegaban los fines de semana a la guardia con problemas de consumos y notó que en Pergamino no había muchos lugares para hacer frente a esa problemática y que presenten servicio de tratamiento.
"Lo que se hacía en ese entonces era buscar la gestión de centros que estaban ubicados en el Gran Buenos Aires, lo que suponía que los pacientes no estaban acompañados de sus familiares y también que no eran asistidos en el proceso de reinserción al ser de otra ciudad", explicó.
Fue así como la Granja San Camilo comenzó a operar prestando sus servicios de residencia para los jóvenes de Pergamino y la zona, cabe resaltar que la granja es la única que ofrece este tipo de asistencia residencial en la región.
Hoy, el espacio cuenta con un grupo de trabajo de 25 personas y en sus 8 años de existencia ha sido el lugar de contención de 300 personas que han acudido en busca de ayuda y que, en muchos casos, han logrado recuperar su vida plenamente.
Para obtener estos resultados existe un grupo de operadores, talleristas y profesionales que le brindan todo el apoyo necesario a los jóvenes para poder superar sus problemas de adicciones.
"Buscamos ser una casa de contención, no somos un penal ni una clínica psiquiátrica. Acompañamos a los chicos con actividades, hábitos, asistencia terapéutica y espiritual y los ayudamos a encontrar un orden. Estos son los pilares fundamentales que ofrecemos para poder levantar al pibe que cayó en la problemática del consumo. Los chicos se levantan temprano, se hacen el desayuno y comienzan a participar de las diferentes responsabilidades que se les asignan. También buscamos que realicen actividad física, yoga, que participen en los talleres de folklore, periodismo, cine debate, terapias grupales, de la huerta y del cuidado de animales. Todo esto forma parte de una laborterapia".
Este trabajo interdisciplinario que propone Cabrera junto a su equipo permite que los jóvenes residentes encuentren la manera de resolver sus problemas personales, familiares y sociales, a que retomen esos vínculos que se vieron interrumpidos a causa del consumo y que tengan otra oportunidad.
"La adicción es una enfermedad y creo que como sociedad debiéramos entenderlo de esa manera porque lamentablemente está muy estigmatizado. No existe una vacuna que cure este problema, la granja le muestra a los chicos que si acá pueden estar bien también pueden estar bien fuera de ella"
Cabrera indicó que el centro que dirige tiene una demanda ascendente y que, debido a las limitaciones del espacio físico en el que trabajan, se ven obligados a rechazar a muchas familias que acuden en busca de ayuda. "Realmente el problema de adicciones es algo creciente y esto se hizo muy notorio este año. Tan sólo en esta última semana tuve que derivar 10 casos hacia otros dispositivos del Sedronar porque no podemos recibir más personas".
El trabajo del personal de la Granja San Camilo requiere de mucho esfuerzo y de mucha paciencia. Esa dedicación que le ponen a la recuperación de sus residentes tiene su recompensa cuando los chicos se permiten dar una segunda oportunidad y encarar una nueva vida desde otro lugar.
"Nosotros recibimos muchos chicos que tienen causas penales y hace un tiempo realizamos un estudio en el que pudimos ver que el 80% de quienes pasaron por nuestra granja pudieron cambiar sus actitudes con respecto a la Justicia y para mí eso es muy positivo. No puedo asegurar que los chicos no vayan a tener recaídas o que nunca más se droguen porque sería un mentiroso, pero sí te puedo decir que muchos de los residentes que tuvimos cambiaron sus actitudes y terminaron el secundario, no perdieron sus trabajos y han restablecido vínculos con sus familias a pesar de sus recaídas, y eso nos llena de alegría", concluyó diciendo Juanito Cabrera.
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