Un grupo de investigadores del Conicet de Tucumán demostró en estudios in vitro que un derivado de un conocido antibiótico, la tetraciclina demeclociclina (DMC), tiene efectos protectores sobre las neuronas que se ven afectadas en la enfermedad de Parkinson (EP), lo que sienta las bases para avanzar a estudios preclínicos para comprobar si puede evitar la muerte de estas células y, de ese modo, detener la progresión de la patología que afecta al 1% de la población mayor a 65 años.
Se trata de una molécula desarrollada entre el Instituto de Investigación en Medicina Molecular y Celular Aplicada (IMMCA, Conicet-UNT-Siprosa), con base en Tucumán, y el Instituto del Cerebro de París (Francia), cuya investigación fue publicada recientemente en la prestigiosa revista Cells.
"De acuerdo a la literatura científica y a resultados de trabajos previos que realizamos con el grupo de investigación, sabíamos que hay algunas tetraciclinas (antibióticos que se usan para varias enfermedades) que tienen capacidades neuroprotectoras, lo que serviría para un uso potencial tanto para Parkinson como para Alzheimer que son las dos enfermedades que estamos investigando", explicó Rodrigo Tomas-Grau, coautor del estudio y becario posdoctoral del Conicet en IMMCA.
"En ese contexto había un trabajo con demeclociclina que demostraba que esta molécula impedía que la proteína alfa-sinucleína (aS) -presente en unas células cerebrales llamadas dopaminérgicas- comience a agregarse de forma tóxica, que es lo que puede desencadenar el Parkinson, o sea que interfería en ese proceso".
Una vez que se obtuvo esa nueva molécula realizaron pruebas para ver si mantenía su capacidad neuroprotectora y descubrieron que no sólo continuaba esa propiedad, sino que era mejor aún que la demeclociclina original con capacidad antibiótica. Además de interferir en la función tóxica de la proteína alfa-sinucleína (aS), las y los investigadores comprobaron en el instituto parisino que la molécula de demeclociclina que había creado tenía efectos antiinflamatorios sobre la neuronas que habían sido afectadas por la toxicidad de la proteína.
Los investigadores destacaron que los resultados sugieren que esta molécula puede ser una candidata prometedora como fármaco para el desarrollo de estudios preclínicos de la enfermedad de Parkinson en modelos animales.
Consultado sobre los siguientes pasos, Tomas-Grau señaló que "ésta es la primera fase, que es el desarrollo de la molécula y su prueba en tubos de ensayo y con células; con esta evidencia, el próximo paso sería comenzar a probar en modelos animales, esto es ratones transgénicos que poseen características de la enfermedad, lo que se llaman estudios pre-clínicos, para comprobar eficacia y seguridad".
El estudio fue liderado por Rosana Chehín, doctora en Bioquímica e investigadora del Conicet en el IMMCA, y Bruno Figadére, de la Universidad de Paris-Sud Saclay, en Francia; también integran el grupo la doctora Raisman Vozari y Michael Patrick, quienes fueron clave en la articulación con Francia.
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