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Último adiós a Carlitos Bala, el cómico que marcó una era
UN HUMORISTA QUE TRASCENDIÓ GENERACIONES

Último adiós a Carlitos Bala, el cómico que marcó una era

Con su humor sano, inconfundible y originalísimo, se metió en el corazón de chicos y grandes

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Carlitos Balá es inmortal: partió a la eternidad ayer, pero dejó detrás su risa contagiosa y frases icónicas, parte del acervo cultural hace décadas. ¿O no se ríen cómplices los abuelos de 70, los padres de 50 y los hijos de 30, al escuchar “ea ea ea pepe”? Gestito de idea, “ya mismo y sin cambiar de andén”, “un kilo y dos pancitos” y, claro, “¿qué gusto tiene la sal?”: ocurrencias, juegos con la lengua popular (mucho más que meros latiguillos) de un genio del humor sano y familiar que ya generaban nostalgia. Una nostalgia que se redobla, se multiplica, ante su partida, ayer, a los 97 años.

Figura clave del humorismo argentino desde hace más de medio siglo, Balá es sinónimo de infancia no para una sino para tres, cuatro generaciones: tal su vigencia. A Balá se lo pasaban de padres a hijos durante décadas, una constante inocente y feliz en una Argentina siempre cambiante y convulsa. Nacido el 13 de agosto de 1925 en Buenos Aires como Carlos Salim Balaa, fue uno de los más reconocidos humoristas de la historia de la radio y la televisión argentina, habiendo participado además en numerosos espectáculos que abarcan la radiofonía, el teatro, la televisión, el cine y el circo.

Muy joven su hermana mayor trató de persuadirlo de dedicarse a la actuación, y tras hacer bromas en colectivos de la linea porteña 39, donde trabajaba, y como Carlos Valdez participó y ganó un concurso radial. Aquel seudónimo luego lo reemplazaría por una variante de su genuino nombre y apellido apocopado, Carlos Balá, que ya se volvió inmortal para la historia del entretenimiento argentino.

Así fue que debutó en la radio, en el famoso ciclo “La Revista Dislocada”, y posteriormente popularizó su imagen junto con Alberto Locatti y Jorge Marchesini, aplaudido trío conocido por su programa “Los tres...” por radio El Mundo: con ellos llegó a participar en el “El show de Andy Russell”, para luego protagonizar “¡Qué plato!”, antes de separarse definitivamente en 1960, unirse a “La Telekermesse Musical”, de Canal 7, y finalmente ser contratado por los fabricantes de chicles Bazooka, para encarnar a Joe Bazooka.

Tras participar en “El Show Super 9”, con Mirtha Legrand y Duilio Marzio, debutaría en la pieza teatral “Canuto Cañete, conscripto del siete”, toda una suma de éxitos que lo llevaron a tener su propio ciclo y “Balamicina”, con libro de Gerardo Sofovich.

LLEGA AL CINE

También en 1963 debutaría en el cine con la versión para pantalla grande de “Canuto Cañete, conscripto del siete”. Un año más tarde, se concreta su pase a Canal 13, donde protagonizara “El soldado Balá”, nuevamente con Santa Cruz, primer paso de una carrera televisiva que lo llevó a ser una de las grandes figuras del entretenimiento de esa década y de la siguiente, con “El flequillo de Balá”, de Camarotta.

Seguirán “El clan de Balá”, con libros de Juan Carlos Mesa, Carlos Basurto y Garaycochea; el ómnibus “Sábados Circulares”, de Nicolás “Pipo” Mancera; “Balabasadas”, “El Circus Show de Carlitos Balá”, “El Circo Mágico de Carlitos Balá” y “El Show de Carlitos Balá”, uno detrás del otro.

En cine también hizo “Canuto Cañete y los 40 ladrones”, “Canuto Cañete detective privado” “Esto es alegría”, “La muchachada de a bordo”, “Somos los mejores”, en la que acompañó al plantel de Estudiantes a Inglaterra (ver aparte), “Dos locos en el aire”, “Brigada en acción”, “El tío disparate”, “Las locuras del profesor” y “Qué linda es mi familia”, con Luis Sandrini.

En 1979 fue contratado para participar en el ciclo “Sábados de la Bondad”, conducido por Héctor Coire, en Canal 9, y vuelve con “El show de Carlitos Balá”, por Canal 13, que le reporta un Martín Fierro y que un año después pasa al naciente Canal 2 de La Plata, mejor conocido como Teledos.

Inquieto, activo hasta el final, nombrado Embajador de la Paz por el Papa Francisco, su estilo dejó una huella en la televisión, una huella que siguieron numerosos herederos, que lo convocarían para sus propios shows, como Piñón Fijo y Panam. Pero una huella más profunda dejó en las infancias de miles de chicos, con sus frases inolvidables, con su chupetómtreo, aquel invento que ayudó a miles de niños a dejar el chupete. Balá dio felicidad, esa fue su misión. “No tengo tiempo para estar triste, tengo alegrías que me eclipsan. Y hago reír todo el día. En los aviones me pongo a bailar con las azafatas. La fórmula es recibir cariño. Yo soy de espíritu joven. El cariño te rejuvenece. Todo el mundo debería recibir cariño, pero está el poder adelante y nadie la quiere entender. Yo tengo cerca el cementerio de la Recoleta y digo: ‘Así terminamos todos’”, aseguró, antes del homenaje que le hicieron, en 2017, en la Cámara de Diputados.

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