El pasado miércoles, el Tribunal de Dolores dio por finalizada las audiencias de testigos en el juicio contra los ocho rugbiers acusados del crimen de Fernando Báez Sosa. En un sinfín de historias cargadas de amargos recuerdos, ahora los jueces deberán decidir qué ocurrirá con los acusados y si todos recibirán la misma pena: prisión perpetua.
El juicio comenzó el 2 de enero, fecha que fue estipulada por la Justicia pese a la feria judicial, con testimonio de Graciela y Silvino, papás de Fernando. Junto a ellos estuvieron presentes en la sala del TOC 1 el grupo de abogados representados por Fernando Burlando y Fabián Améndola. Quienes también presenciaron el juicio fueron los ocho rugbiers imputados, a quienes se le pudo ver el rostro después de tres años, algunos familiares y periodistas, todos ellos sentados en una sala con poco espacio.
Desde ese momento, comenzó la reconstrucción de ataque y crimen del joven de 18 años que había ido a vacacionar a Villa Gesell con sus amigos y su novia. Declaraciones, imágenes, videos, pericias, resoluciones, todo eso y más ocurrió durante las trece jornadas. El primer día, los abogados de cada parte presentaron sus alegatos iniciales y es allí cuando Hugo Tomei, defensor de los acusados, exhibió dos recusaciones para que no avance el juicio. Ambas rechazadas por el Tribunal. Varias horas después dieron relato de la vida de Fernando sus papás.
Al segundo día, martes 3 de enero, la audiencia comenzó con el testimonio del suegro de Fernando, papá de Julieta. Aunque sin dar mayor detalle el relato del hombre era para dar a conocer la vida de la víctima antes del crimen. Luego desfilaron por el Tribunal los amigos de Fernando, que estuvieron aquella madrugada fatídica en donde presenciaron todo y hasta algunos también fueron víctimas de ataque por parte de los rugbiers.
Contaron a quienes recuerdan que atacaron al joven y hasta las arengas para que continúen pegando. “Vamos a ver quien gana ahora”, escuchó uno de los jóvenes. El miércoles fue el momento de Pablo Ventura, el joven que había sido falsamente acusado de haber estado en Gesell y ser el causante del crimen. En una declaración corta, señaló por qué creía que había sido involucrado en la causa y quién podría haberlo hecho: "Espero que se haga justicia y paguen por lo que hicieron".
Al día siguiente testificaron en el Tribunal personajes importantes de aquella madrugada. Fueron empleados de seguridad del boliche Le Brique, encargados de haber sacado esa noche a los rugbiers y a la víctima del lugar por una disputa menor dentro del local bailable. El último día de la semana fue el turno de la joven que le hizo RCP a Fernando cuando estaba tendido en la vereda y de la testigo que presenció el ataque.
“Es mejor tener a una persona con la costilla rota y viva, que una persona muerta”, le respondió la joven a Hugo Tomei, luego de que el abogado defensor cuestionara que había hecho mal la reanimación.
Se dio lugar al testimonio de la empleada de un hotel que vio a los acusados escapar de la escena y que le dijo a la Policía donde se alojaban. Además, declararon policías que estuvieron en el allanamiento y confirmaron que Máximo Thomsen fue quién acusó a Pablo Ventura y no Lucas Pertossi como pensó el joven.
De esta manera, la figura de Thomsen se tornó más complicada sumado a que todos los testigos lo ubicaron en la escena del crimen y golpeando "ferozmente" a Fernando. Después del cuarto intermedio del fin de semana, declararon la médica emergentóloga que atendió a la víctima en el lugar. Frente a los jueces confirmó que Fernando estaba sin vida a pesar de los diversos intentos de reanimación por parte de testigos y de los expertos.
Luego se dio lugar al médico forense que practicó la autopsia al cuerpo de la víctima y dio a conocer de qué murió: "Fue producto de un traumatismo grave de craneo producto de múltiples golpes. No fue solo un golpe, es una sumatoria de todas las lesiones que tuvo en diversos órganos".
El martes 10 fue lugar del perito que abrió los celulares de los acusados y en la sala del Tribunal mostró los aberrantes chats que hubo entre los acusados antes y después del crimen. Por último, un perito confirmó que la huella en la cara de Fernando pertenece a la zapatilla que utilizó esa noche Máximo Thomsen.
Durante el miércoles otros peritos informaron que en 50 prendas incautadas de los rugbiers, en 10 había ADN de Fernando y manchas hepáticas.
El 12 de enero, especialistas en análisis facial identificaron a siete de los rugbiers pegándole a Fernando en el piso, a través de los trabajos de investigación de los videos obtenidos de las cámaras de seguridad y de lo grabado por testigos y acusados. Aun así, lo más destacado de dicha jornada es la sorpresiva declaración, escueta, de Luciano Pertossi. De esta manera por primera vez en tres años uno de los rugbiers rompió el pacto de silencio. Aunque sin responder preguntas solo sostuvo que "no estaba ahí" en uno de los videos en el que se lo señaló como partícipe.
El viernes, lo que parecía ser una audiencia movida tras el testimonio de Luciano, la jornada finalizó antes del mediodía después de la declaración de dos bomberos que atendieron a Fernando en el lugar y de un joven que denunció a Lucas Pertossi por robo y agresión en 2019.
Después del fin de semana, comenzó la jornada más esperada hasta el momento. En esta ocasión, dieron testimonio Juan Pedro Guarino, el joven sobreseído de la causa y Tomás Colazo, el rugbier N°11 que nunca había sido involucrado en el ataque y crimen.
Guarino, aunque sin dar mucha información que aportara a la causa, manifestó enojo y tristeza por el crimen, le dio las condolencias a los papás de Fernando y sostuvo que los rugbiers siempre tenían peleas: “Habíamos ido de vacaciones a pasarla bien, ellos ya se habían peleado anteriores veces, yo había hablado con mi mamá y mi novia que si volvía a pasar, yo me iba a volver de las vacaciones. Por eso digo que no lo podía creer”.
También se esperaba el testimonio de Alejo Milanesi, otro de los sobreseídos, pero la querella y la defensa desistieron de su relato. Luego familiares de los acusados tomaron la palabra para declarar y dar a conocer en pocos minutos la vida de los jóvenes y la situación actual.
Antes de que finalice la audiencia, la sorpresa llegó cuando Máximo Thomsen pidió hablar y durante 50 minutos relató desde su lugar lo que ocurrió aquella noche: "Nunca tuve intención de matar. Para mí fue una pelea".
Al día siguiente declararon más peritos, padres de los rugbiers y también pidió dar testimonio Ciro Pertossi. Allí el joven solicitó que se muestre en un video y con un puntero sostuvo que cuando vio a Fernando en el piso "frenó la patada".
La parte más emotiva del juicio oral ocurrió el miércoles 18 de enero. Ese día se cumplieron tres años del crimen y además el Tribunal daba por finalizada las audiencias de testigos. En esta jornada declararon dos peritos solicitados por la defensa que cuestionaron el RCP que se le practicó a Fernando. Antes del cierre otros dos rugbiers se quebraron y pidieron la palabra.
Estos fueron Lucas Pertossi y Blas Cinalli. El primero manifestó que nunca tuvo la intención de quitarle la vida a nadie mientras que el segundo sostuvo que en ningún momento le pegó a Fernando. De esta manera, tras las declaraciones el Tribunal cerró la etapa de testimoniales y confirmó alegatos para el 25 de enero por parte de querella y fiscalía, mientras que el 26 será para la defensa.
Luego de las emotivas semanas, se realizó en el anfiteatro de Dolores una ceremonia interreligiosa y colecta solidaria a tres años del crimen: "Estamos vacíos, la vida se terminó para nosotros, ya no hay fiestas ni cumpleaños, ni nada. Fernando era todo, nuestra alegría, nuestra esperanza. Todo... Estamos acá para pedir Justicia y que los responsables paguen por lo que hicieron".
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