En la jornada de ayer, se realizaron seis allanamientos en la Ciudad de Córdoba por estafas virtuales que fueron cometidas en perjuicio de victimas de Junín y Chacabuco, mediante la técnica conocida como Phishing.
Los mismos se llevaron a cabo con intervención de la Fiscalía 8, a cargo del Dr. Martín Laius, y la División Investigación Delitos Tecnológicos de la Policía Federal Argentina, a cargo del comisario Carlos Aguirre.
Los procedimientos, además, se realizaron con la colaboración del Juzgado de Control 5 de Córdoba, sobre seis viviendas de dicha localidad. Se logró secuestrar gran cantidad de dispositivos telefónicos, dinero en efectivo y tarjetas de crédito, entre otra documentación de interés. Cabe recordar que en una nota reciente con Democracia, Laius había destacado que en Junín se pueden recibir hasta cuatro denuncias por día para un total de cuatro fiscalías activas en el Departamento Judicial, en las que hay un operador en cibercrimen.
Además, alertó que las estafas más utilizadas actualmente corresponden a hackeos de Instagram y WhatsApp con los que acceden a los contactos del teléfono a los cuales luego les pueden pedir la transferencia de dinero a cambio de la supuesta venta de dólares.
“También hay casos de Phishing cuando páginas falsas pagan anuncios en Google para que salgan primero en los buscadores. Del Banco Provincia sale bastante”, señaló.
En estos hechos, los clientes de la entidad bancaria introducen sus datos en web “mellizas” (similares) que son diseñadas por los timadores para robar los datos. Además, esta modalidad consiste en falsos correos electrónicos en los que personifican a empresas como Netflix o Mercado Libre que buscan quedarse con los datos de las tarjetas de crédito.
En relación al robo de cuentas de WhatsApp, el fiscal insistió en la necesidad de realizar la “autenticación en dos pasos” para tener una mayor seguridad en caso de intentar ser hackeados.
Sobre cómo funciona el ilícito, explicó que los ladrones pueden acceder a la cuenta desde cualquier teléfono celular (un segundo dispositivo), desde el cual solicitan ingresar al WhatsApp de la víctima (utilizando su número) y se envía un código de seis dígitos al aparato del damnificado el cual luego le piden con algún “cuento del tío”.
Luego, continuó, usan la cuenta para robarte los contactos y, en general, pedirles dinero a cambio con la supuesta venta de dólares desde otro número telefónico con el cuento de que “cambiaron el número, agendame de nuevo”.
“Ni bien la hackean, además, protegen la cuenta con la opción de ‘autenticación en dos pasos’. Por eso hay que avisar a todos los contactos”, afirmó.
Un aumento del 600%
La pandemia trasladó la vida al mundo digital, y también a los delincuentes, tras el rastro del dinero. El ciberdelito se multiplicó a tal punto, que en nuestro país se llegó a registrar al menos un 600% más de fraudes en línea que antes de ese período.
Desde la Asociación Argentina de Lucha Contra el Cibercrimen (AALCC) afirmaron que las estafas virtuales provienen, en su mayoría, de teléfonos móviles operados dentro de los servicios penitenciarios, donde continúa la autorización para utilizarlos a raíz de la cuarentena del coronavirus.
Cabe destacar que no solo se incrementaron los ataques a cuentas bancarias y billeteras digitales, sino también a redes sociales y apps de mensajería para utilizarlas de trampolín hacia otros tipos de engaños, como suplantación de identidad y “cuentos del tío” con las temáticas más diversas.
Los falsos llamados de Anses para cobrar el IFE, los empleados de atención al cliente truchos que se contactaban con quienes pedían ayuda en las redes para entrar al homebanking y el "cuento del tío del premio del supermercado" fueron las estafas virtuales más difundidas y se cobraron miles de víctimas. Pero la onda expansiva no para y las modalidades van cambiando.
La estafa de la transferencia
Al phishing (falsos correos electrónicos personificando a empresas como Netflix o Mercado Libre que buscan quedarse con los datos de nuestras tarjetas de crédito), vishing (voice phishing, llamadas telefónicas de alguien que se hace pasar por personal de Anses o un banco para obtener nuestras credenciales bancarias o tarjeta de crédito) y smishing (lo mismo, pero a través de SMS o WhatsApp), hay que sumarle un nuevo tipo de estafa que apunta directamente a los emprendedores que venden sus productos a través de Instagram o a quienes lo hacen a través del Marketplace de Facebook: la estafa de la transferencia bancaria.
Imaginemos que tenemos para la venta algún objeto en una plataforma online. Un supuesto interesado se contacta con nosotros consultando el precio y tras acordar la transacción, nos pide el CBU y el DNI para hacernos la transferencia correspondiente. Ahí es cuando el comprador “se equivoca” y nos transfiere “por error un monto varias veces superior, por lo que nos pide que le devolvamos la diferencia al CBU de un tercero o algún canal extrabancario, generalmente aduciendo algún motivo en particular. Como nosotros somos honestos -y sobre todo confiados- devolvemos el dinero depositado sobrante y seguimos con nuestra vida.
Días después, descubrimos que de nuestra cuenta se han estado realizando débitos a nombre de alguna entidad crediticia y ahora somos deudores de un crédito que nunca tomamos. ¿Qué sucedió? Resulta que algunas financieras online otorgan créditos con requisitos mínimos: CBU, DNI y un número de teléfono. Estas facilidades otorgan a los estafadores una valiosa herramienta para hacerse de nuestro dinero, endeudándonos sin nuestro consentimiento ni conocimiento.
Debin
Las entidades bancarias salieron a alertar a sus clientes por la modalidad de estafa virtual. Se trata del Débito Inmediato (Debin), un mecanismo concebido para agilizar transacciones, pero que ha sido utilizado para realizar engaños.
El Débito Inmediato (Debin) es un medio de pago online que genera automáticamente un débito en la cuenta de la persona que lo recibe, que puede aceptarlo o rechazarlo. Si lo acepta, el dinero no ingresará a su cuenta sino que será debitado para que lo reciba quien envió el Debin.
La estafa consiste en que una persona avise a un tercero que le hará un pago a través de este método y en vez de enviarle dinero, se lo saca. Por ejemplo, el estafador se hace pasar por un comprador y le manda un mail o un mensaje al comerciante con la leyenda: “Te envié el pago por Debin, acéptalo para recibir el dinero”. El texto viene acompañado de un link, que la persona al aceptar, en vez de recibir dinero se le debita de su cuenta.
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