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Ajustando las marcas
PANORAMA NACIONAL

Ajustando las marcas

Nota de opinión de Carlos Fara.

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Da la impresión de que en los días que sucedieron entre la complicada aprobación del presupuesto en Diputados y la sesión del Senado, alguien se puso a pensar con la cabeza fría y ajustó las marcas. Después de la postergación obligada del tratamiento de la reforma laboral, Patricia no podía permitir tener otro dolor de cabeza por errores ajenos a su nuevo ámbito. Entonces se votó “la ley de leyes” como vino desde la Cámara Baja y se evitó la tentación de elegir a los miembros de la Auditoría General que corresponden al Senado.

Se le podría decir al gobierno “ves que cuando querés, podés”. Esto eleva el precio de las acciones de la ex ministra de seguridad y gana en el comparativo con los aprendices de brujo que operan desde el monotributo. Mejor pájaro en mano que cien volando: es mejor un triunfo moderado que ningún triunfo. Pero a la cultura maximalista de origen del mileísmo le cuesta asimilarlo. Una muestra de eso es el título del libro que el presidente le regaló a sus ministros, “Defender lo indefendible”. En el terreno de la política esa consigna suena absurda, ya que nunca debería exponerse a dar la cara con argumentos absurdos, por muy revolucionarios que sean. “Del ridículo no se vuelve”, frase que profesaron tanto Sarmiento como Perón.

El poder político es algo que se tiene, pero se lo debe usar para ponerlo en valor. Si no, es como una herramienta arrumbada: se oxida, deteriora, entumece. Cada tanto hay que mostrársela a propios y extraños, no solo para recordarles la posesión, sino para que sientan que, en caso de necesidad, será utilizado sin piedad. El sumun de la virtuosidad del líder es que los demás hagan lo que él/ella quiere solo por sugerirlo, sin necesidad de utilizar el arma. Después de haber perdido casi todas las votaciones legislativas del año antes del 10 de diciembre, y pese haber ganado con contundencia la elección de medio término, al oficialismo le cuesta hacer uso del poder acumulado.

LLA no se podía quedar sin presupuesto por varias razones. En primer lugar, iba a surgir un serio interrogante sobre la gobernabilidad en la segunda parte del mandato, sobre todo teniendo en cuenta el aval electoral del 26-O. Segundo, si hubiese decidido vetarlo porque no era el ideal, se hubiesen complicado las negociaciones a futuro con los moderados para la agenda que viene. Tercero, con la ley en la mano ahora tiene un importante argumento para desactivar conflictos latentes sobre asignaciones presupuestarias en temas delicados: “esto es lo que votó el Congreso, quéjense a ellos”.

De este modo, el gobierno cierra el año con balance positivo, aunque es una imagen engañosa, ya que la mayor parte del tiempo jugó a la defensiva por errores propios (discurso de Davos, Libra, Garraham, discapacitados, universidades, jubilaciones, fondos para provincias, Andis, Espert y siguen las firmas). La trama de la película hasta la llegada del 7mo. de caballería americano fue más parecido a una de terror que un canto a la esperanza. Veremos ahora cómo maniobra con el tema laboral, en donde los 43 días entre la postergación y las nuevas extraordinarias en febrero (¿no se podía trabajar en parte de enero?) están dando lugar a la activación del deporte nacional del cabildeo. ¿Es cierto que hubo una entente invisible entre CGT, empresarios rebeldes y gobernadores dialoguistas para ganar tiempo?

Este mileísmo más pragmático en lo político, ¿también podría estar revisando axiomas económicos, luego de aceptar que ahora sí acumularán reservas, relegando el gran objetivo de bajar la inflación? No queda claro. Por un lado, quienes siguen con lupa los movimientos del Banco Central, creen que está habiendo intervención en el mercado de cambios para que no se escape el precio del dólar en un momento estacionalmente caliente del año. Pese a todo, la semana concluyó con el mayor stock de reservas brutas de la era Javo (lo cual es relativo porque las reservas reales siguen siendo largamente negativas).

Toto hizo una importante declaración de independencia económica: dejar de recurrir a Wall Street. Es muy loable, pero la pregunta que se hace el mercado financiero es si no queremos ir porque no nos van a prestar. Por eso, viejo zorro, “el Messi de las finanzas” quiere que se cree el FAL -que no es un fusil, sino el Fondo de Asistencia Laboral- para que se genere un fondo al cual poder meterle bonos del Estado que se refinanciarán al infinito. Recurrir a cajas locales es una “política de Estado” en la Argentina, con transversalidad ideológica, porque a los muchachos de la calle del toro en NYC no será tan fácil reperfilarle los vencimientos (menos con reservas en rojo). Por suerte para el tío de Santiago, post elección se cayó notablemente la compra de verdes por parte de personas físicas (¡vieron que el riesgo kuka existía!).

Como la enorme mayoría ya se desconectó mentalmente de todo lo que no sea fiestas y vacaciones, hay datos que se pasarán muy por alto, pero que esta columna no puede dejar de computar. En octubre el EMAE del INDEC cantó frenazo, o sea que fuimos a votar en un mes recesivo, lo cual no afectó el voto a favor del gobierno (¿no era que la gente votaba con el bolsillo? No hay que repetir lugares comunes sin evidencia empírica). Ese dato y las presunciones de noviembre y diciembre proyectan un cuarto trimestre complicado, donde comercio e industria ya saben que tuvieron caídas el mes pasado.  

Mientras seguimos viajando al exterior como nunca en la historia como si fuésemos un país rico, el mercado laboral ha decidido ajustar por precio y calidad -salarios magros e informalidad- en vez de por cantidad (más desempleo como en los ´90), al menos por ahora. Más allá de lo que defina la futura reforma laboral, esta es una dinámica que expresa lo que está privilegiando la sociedad en sus prioridades.  

Si la reforma laboral sale del Senado aceptablemente, tarde o temprano habrá un conflicto entre reinas en el tablero libertario. Demasiado protagonismo de la Pato no le convendría a la hermanísima.

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