A veces me agoto de las efemérides y las fechas “especiales”. Porque todos los días es el “día de algo”. Frente a eso, pareciera que el marketing debe responder a un calendario que a nadie le importa. De todas formas, hoy rescato una fecha que suma.
No soy de celebrar la importanción de costumbres pero creo algunas están buenas, porque aportan un acento en cuestiones que antes pasaban de largo. Esto es lo que sucede con la fecha destacada de esta semana: El día de los enamorados.
Antes el “amor” era algo cursi, propio de programas de la tarde. Hoy eso ya no pasa. Nos vamos aflojando, nos animamos a expresarlo en redes sociales sin temor a que se nos acuse de “cursis”. Ya no nos da vergüenza. Es cierto, algunos lo empezaron a hacer porque se vieron condicionados por su pareja, quien los etiquetó en redes y lanzaron la amenaza: “¿vos no vas a poner nada en el feisbu’ Roberto?”.
Los anti-marketing esgrimen una estrategia bien marketinera para “safar” y plantean “amor, para mi el día de los enamorados es todos los días”. Una forma de evasión que re-distribuye el afecto en los 364 días restantes, aunque después no hagan nada. Quizá sean los mismos que en estas fechas le regalaban una licuadora a su amor y que con la masificación del sentimiento se vean acorralados frente a un evidente cambio cultural.
Considero que algunas de estas “fechas marketineras” están buenas, justamente porque además de “ablandar” a los “rusticos”, ayudan a algunos comercios a potenciar sus ventas
¿Cuál es el límite? No agotar ese calendario, es decir limpiarlo de efemerides que no tienen potencial, porque no tocan una fibra. Es simple, si todos los días son especiales, ninguno lo será.
Celebro el “día de los enamorados” aunque en mi caso esta vez fue en un pelotero. Lo celebro al ver los restaurantes llenos y algunas estadísticas comerciales. Lo celebro al leer las expresiones de “gorda te amo” en las redes. Con eso es más que suficiente para terminar de incorporarlo, viva cursilandia, viva el amor marketinero!.
Compartir