Dejen de gritar y pónganse de acuerdo
Nota de Opinión de Carlos Fara para Diario Núcleo.
Esta semana vino el celador Felipe González y con toda la autoridad de ser el invitado de lujo dijo: “Dejen de gritar y pónganse de acuerdo”. Al menos el PRO le hizo caso, aunque no sabemos por cuánto tiempo, y el kirchnerismo abandonó su proyecto de anular las PASO –con bastante sordina- lo cual es un homenaje a algún consenso sobre las reglas de juego para 2023. Y como si esto fuera poco, esta semana la Cámara de Diputados de la Nación votó varias cosas importantes con la casi unanimidad de los presentes. Ya sabemos de memoria que el problema de la Argentina es político, lo cual lleva a graves desajustes económicos. Y siendo el quid político, hacen faltan pactos, que no es una mala palabra. El ex premie español dejó varios apuntes, no novedosos, pero no por ello menos interesantes.
Fue tajante al hablar de la necesidad de no aferrarse al pasado, guste o no. Esa es una primera dificultad importante para un país –sobre todo sus elites políticas, económicas, sociales e intelectuales- que se aferran a cualquier bendita oportunidad para dictaminar un fallo inapelable sobre el pasado. La última ocasión la brindó el estreno de la película “Argentina, 1985”. A esta altura da la impresión que nadie se fue conforme de las salas y las pantallas del streaming, salvo los críticos de cine que la elogiaron con bastante unanimidad. Bajo la consigna de “ni olvido, ni perdón” aplicado por todos los bandos imaginables, llevado al extremo de todos los temas posibles, no hay mucha vuelta que darle a un pacto. Felipe consignó que el más interesado en firmar el Pacto de la Moncloa era Carrillo, el líder comunista, bajo la idea de “dónde hay que firmar para que no haya vuelta atrás”.
¿Qué puede estar pasando por debajo del agua en esta turbulenta Argentina? ¿Qué quiso decir exactamente Cristina cuando dijo “voy a hacer todo lo que tenga que hacer como dirigente para que nuestro pueblo pueda realizarse y recuperar la alegría”? Las PASO no se derogarán porque al oficialismo no le dan los números, por la oposición de Alberto y por cierta confusión estratégica que siempre lució en el cristinismo (¿había que anularlas solo a nivel nacional o también en la provincia de Buenos Aires?). Porque casi que se bajaron de la batalla sin luchar. Si tanto les interesaba, hubieran mostrado los dientes hasta decir basta. No sucedió. Un ministro sensato filo albertista reflexiona: “Ella ya no es la misma de antes”. Una figura legendaria de la política de los ’90, hoy retirado, apunta: “Ella está muy preocupada por las cuestiones judiciales y familiares, va a subordinar toda su estrategia política a defender su cría en su cueva”. Consenso en el mundo de la política: el discurso en el acto de Pilar y la UOM fue de lo más flojo que se le escuchó en mucho tiempo.
¿Estará leyendo CFK que el mundo no le sería un lugar amable a su ideología en los próximos tiempos? Veamos algunos puntos:
• Más allá de lo que pase con la invasión a Ucrania, está claro que Putin está pasando por severas dificultades para recuperar “su imperio”;
• Lula ganó por poco y está claro que su agenda deberá ser ultra moderada, centrista, porque el bolsonarismo llegó para quedarse, y el petista no transitará por un lecho de rosas en materia económica;
• Los nuevos amigos progresistas de la zona se desgastan prematuramente;
• EE.UU. está aprovechando las dificultades de la nueva izquierda –Petro, Castillo, Boric- para encolumnar voluntades en la región en función de un juego estratégico global clave: frenar el avance de China;
• El mundo quizá tengo una tormenta de frente en 2023, con una agenda dominada por la inflación;
• Y por si esto fuera poco, los republicanos se impusieron en la legislativa de medio término, pero por menos de los esperado, además de que la mayoría de los prospectos de Trump fracasaron.
¿Cree Ella acaso que los mimos que le va mandando a los gringos la ayudará a zafar de sus problemas personales? Puede ser, pero los americanos son mezquinos en sus favores, siempre obtienen más de lo que prometen que darán. Encima esta semana hubo un nuevo capítulo del enfrentamiento con la Corte Suprema por el Consejo de la Magistratura (un cortesano se diferenció de la mayoría ¿qué cálculo estará haciendo?). ¿Los yanquis pueden evitarle dolores de cabeza a Cristina? Y en todo caso ¿a cambio de qué? Son poderosos, pero no hacen milagros. Sobre todo si no quieren…
Decíamos al principio que unos que dejaron de gritar son los del PRO. Macri comprendió que jugar al gato y al ratón dentro de la propia fuerza que pretende conducir podía tener más costos que beneficios. Los demonios se habían desatado y ponerlos de vuelta en caja costará mucho: una cosa es “quilombificar” un poco (diría Perón) y otra es perder el control del conflicto. De todos modos, el desayuno de la paz deja varias incógnitas:
1. ¿Habrá solo candidato propio en la primaria o jugarán todos? ¿cómo se seleccionará al preferido si va solo uno?
2. Si ninguno de los tres se proyecta ¿Macri podría producir el simbronazo de su propia candidatura?
3. ¿Qué pasaría si se confirmase el Cristina 2023? ¿Macri se animaría?
4. ¿Aceptarán formulas cruzadas con el radicalismo?
Nada asegura que siga se vuelva a los buenos modales de entonces, aunque ha habido conciencia de que todo tiene un límite. Porque además están los correligionarios al acecho viendo a qué juegan para ver con cuánto se quedan: ¿qué pasa si en marzo Manes sigue siendo un buen prospecto pero que irremediablemente marcha tercero detrás de Horacio y Patricia? ¿habrá candidato radical único, o habrá sumo interés en las listas legislativas y en un eventual futuro gabinete? Existe mucho profesional de la política calculando esto.
Felipe González es muy admirado por su rol en la historia de España y lo que eso lo legitima para darnos consejos perentorios. Como lo marca Pablo Gerchunoff en “La Moneda en el Aire”, si Argentina estuviera en Europa estaríamos hablando en otros términos. Vivimos en un barrio complicado.