“Queremos que gobiernen bien: tenemos trabajadores con salarios dignos que no llegan a fin de mes”, sentenció un gobernador que días atrás tuvo un breve paso por Casa Rosada y no dudó en apuntar a Alberto Fernández por su incapacidad para controlar la inflación, pero también a Cristina Kirchner por no contribuir a anclar expectativas con sus embates permanentes y por la responsabilidad de los funcionarios camporistas de Energía en la falta de gasoil, que ya disparó una reguera de cortes de rutas y autopistas por parte de transportistas.
Desde hacía meses industriales y productores agropecuarios venían alertando por una crisis que, imprevisiones oficiales mediante, veían inevitable. Las mangueras cruzadas en los surtidores, los cupos en la venta de fluido y los precios exorbitantes arrojaron a los choferes y propietarios de camiones a las rutas de Córdoba y Rosario y a las autopistas que enlazan la capital con la Provincia. Los piquetes provocaron caos de tránsito en hora y pico y, por falta de acuerdo con las autoridades, podrían repetirse nuevamente. Las complicaciones en la cosecha se materializaron en una dramática reducción en la cantidad de camiones que descargan granos en los puertos santafesinos.
Temores
Los mandatarios peronistas temen que el derrumbe del poder adquisitivo de los trabajadores y los efectos perniciosos sobre la actividad de la interna sinfín de la coalición oficial perjudiquen sus chances en las elecciones del año próximo. Pese a la oposición de la Casa Rosada, reeditaron la “Liga de los Gobernadores” -aquel nucleamiento que a comienzos de los 2000 desafiaba los designios del Ejecutivo- con una reunión celebrada en Chaco el último viernes. Al final, divulgaron un comunicado en el que si bien coinciden con la expresidenta en sus críticas a la gestión económica de Martín Guzmán, resaltan la falta de respuestas oficiales a la escasez de energía.
Tampoco hay un apoyo unánime de los caciques provinciales a la embestida del kirchnerismo contra los movimientos sociales. Para muchos referentes del oficialismo, Cristina “pateó un hormiguero” al amenazarlos con quitarles el manejo de los planes sociales o como repite Luis D’Elía por estos días, haberles “declarado la guerra”. En muchas jurisdicciones los dirigentes sociales trabajan codo a codo con las administraciones provinciales. Tampoco se les escapa que un factor importante de las derrota en las legislativas de 2021, sobre todo en las barriadas de los grandes conurbanos donde pesan las agrupaciones, se debió al ausentismo devenido del malestar de muchos vecinos por el mal manejo de la pandemia que hizo el oficialismo.
La disputa
El origen de la actual disputa nada tiene que ver en la histórica rivalidad entre La Cámpora y el Movimiento Evita sino, cómo se planteó en esta columna, en el desafío de las organizaciones de plantar candidatos propios -con financiamiento de las cajas que manejan en el estado- en distritos del Conurbano, en 2023.
Hacia afuera, con todo, el kirchnerismo asegura que busca acercar propuestas para terminar con prácticas clientelistas y hacer más eficaz la asistencia a los más vulnerables. El plan promueve transferir los Potenciar Trabajo -hoy se cuentan 1.200.000- a intendentes, gobernadores o bien centralizarlos en la Anses. “Eso es lo que plantea (Juan) Grabois”, apuntó un referente social consultado al rechazar que el organismo conducido por Fernanda Raverta transforme esos subsidios en una suerte de “renta universal” .
Entre los movimientos populares, como se observa, también hay diferencias. Pero también el convencimiento que son “dadores de gobernabilidad” al poder de turno. Si referentes como Emilio Pérsico, líder del Evita y al mismo tiempo secretario de Economía Social, supieron adaptarse al llano en tiempos de la macrista Carolina Stanley en Desarrollo Social, ahora con el manejo de una caja de más de $270 mil millones al año y el respaldo de Alberto Fernández -que se beneficia con el apoyo de esas agrupaciones en las calles-, cuentan con mayores herramientas para aguantar el ataque del kirchnerismo.
La izquierda de Unidad Piquetera ya comenzó con las protestas en rechazo a los dichos de la Vice y las agrupaciones oficialistas realizarán el 14 de julio una feria frente al Congreso donde mostrarán “el trabajo” de las cooperativas y repartirán verduras y pescados. Pero, lo más importante, será una respuesta política al cristinismo. También una muchedumbre se apostará a metros del despacho de la titular del Senado el 7 de agosto cuando allí confluya la marcha por San Cayetano que, esta vez, no terminará en el Santuario de Liniers.
Las disputas en el seno del Frente de Todos dan cuenta de un vacío de poder en Casa de Gobierno pero también de mucha preocupación por el andar de la economía.
Desocupación
El Indec publicó que la desocupación del primer trimestre se redujo al 7 por ciento pero esos datos cuentan “como ocupados” al ejército de beneficiarios de planes sociales. Además, el relevamiento arrojó una suba de 3 puntos en el empleo en negro. El diagnóstico para economistas de ambos lados de la grieta es el mismo: el impacto de la inflación sobre toda la fuerza laboral volvió a ralentizar el nivel de consumo y de crecimiento de la actividad en general.
Si bien el FMI aprobó la revisión trimestral de la cuentas públicas, pidió un mayor ajuste fiscal para el segundo semestre. Los efectos de la guerra en Ucrania sirvieron como paraguas para “aprobar” números que expresan que el déficit fiscal no se achica lo suficiente, la emisión sigue alta y el Banco Central no acumula reservas en sintonía con la liquidación récord del campo.
La preocupación de Cristina
Cristina no cuestiona la asistencia monetaria al Tesoro sino la falta de dólares en las cajas del Central. El pasado lunes pronunció un discurso en el que hubo clima de campaña, y donde nuevamente destrató a Alberto a quién le pidió convicción para garantizar una mayor intervención del estado en la economía.
La preocupación de la exmandataria por el devenir económico se vincula con las próximas elecciones pero también con su agenda judicial: sospecha que un escenario de derrota para el oficialismo podría hacer virar los vientos en Comodoro Py y complicarla aún más.
Por eso son recurrentes sus consultas a empresarios y economistas, como ocurrió el pasado viernes con Carlos Melconián, ubicado en sus antípodas ideológicas, pero hoy referente de la influyente Fundación Mediterránea.
Movidas en la oposición
Mauricio Macri también dialoga con este economista que supo conducir el Banco Nación en el primer año de Cambiemos. El expresidente no participó de la reunión de Juntos por el Cambio en Río Cuarto. A diferencia de Horacio Rodríguez Larreta, de gira por España, su ausencia parecía más vinculada a las tensiones que mantiene con la plana mayor del radicalismo para definir la orientación de la coalición opositora.
El exmandatario, además, sigue enviando mensajes hacia el alcalde porteño: insistió en un encuentro de la Fundación Pensar con su remanida frase de que “somos el cambio o no somos nada”. Larreta, por su parte, insiste en una alianza más abarcativa que permita a una eventual administración de JxC realizar las reformas pendientes. Por eso no dudó en contestar: “El cambio vale si lo podemos sostener en el tiempo” en base a consensos.
El radicalismo también mueve sus fichas. El jujeño Gerardo Morales sí estuvo en Córdoba mostrándose a favor de un modelo productivista. El otro precandidato fuerte a la presidencia por el centenario partido, Facundo Manes, siguió su recorrida nacional visitando La Rioja y Catamarca, donde hizo foco en la necesidad de fomentar el federalismo y el conocimiento como motor de desarrollo, en este caso, de las economías regionales.
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