Después que pasó junio casi sin lluvias de importancia y con pronósticos que fallaron sistemáticamente, en contra de lo que indican las estadísticas, finalmente llovió en este julio. Con registros acumulados que fueron de 30 a más de 60 mm en algunos casos, se renuevan las esperanzas.
Con una caída en la superficie de siembra de trigo que se estima en 25% a nivel nacional, lo que se sembró se encuentra con buenos nacimientos. En las próximas semanas la mayor parte de los trigos ingresarán en la etapa de macollaje. Gran cantidad de lotes tienen una parte del nitrógeno aplicada y las lluvias ocurridas dan ánimo para seguir aportando algo más de este nutriente. Con el ambiente que se
generó a partir de las precipitaciones, será un año para seguir muy de cerca el avance de las enfermedades.
La siembra de arveja se vió interrumpida por estos días. El general de las variedades de ciclo corto tiene fecha límite de siembra hasta fin de julio, por lo que cuando haya condiciones se retomará la siembra.
En lo que respecta al avance de cosecha de maíz, se estima que todavía resta por levantar 40% del área. El retraso es importante: a esta altura del año ya suele estar levantada el 70% de la cosecha. El avance es trabajoso y lento por las altas condiciones de humedad que impiden un adecuado secado del grano. Con un 60% cosechado, la trilla del maíz tardío refleja rindes muy inferiores a lo registrado normalmente en la región.
De cara a lo que viene, las gramíneas resisten una caída en la superficie de siembra. Si bien hay una baja en la superficie de trigo y maíz, muchos productores intentan mantener las rotaciones. La soja incrementará la superficie no tanto por los márgenes sino más bien por la menor inversión inicial.
Con todos estos datos es posible calcular que a nivel nacional en el ciclo 2023/24, por cada lote sembrado con trigo y maíz se sembrarán 1,7 de soja.
Ingeniero Agrónomo (MSci) Martín A. Principiano. MP (CIAFBA): 1110, MN (CPIA): 18105
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