El izquierdista Yamandú Orsi, delfín del exmandatario José “Pepe” Mujica, y el oficialista de centroderecha Álvaro Delgado se medirán en un balotaje para definir al próximo presidente de Uruguay, según proyecciones de escrutinio divulgadas ayer en televisoras. Al cierre de esta edición se esperaban los cómputos oficiales.
Orsi recogía 43,6% de los votos, menos de lo previsto, y Delgado, 27%, más de lo estimado, de acuerdo con Canal 10 en base a datos de Equipos Consultores. Para Canal 12, que citó a la encuestadora Cifra, Orsi cosecha 44,1% de los sufragios, contra 27,3% para Delgado.
Dado que ninguno de los candidatos supera el 50% de los votos, habrá una segunda vuelta el 24 de noviembre, un resultado anticipado por los sondeos previos.
Orsi, un profestor de historia de 57 años, y Delgado, un veterinario de 55 años, superaron a otros nueve candidatos que aspiraban a suceder al presidente Luis Lacalle Pou, del Partido Nacional que lidera la coalición de gobierno. El actual presidente tiene 50% de aprobación, pero la Constitución le impide otro mandato consecutivo.
Al votar en Canelones, el departamento que gobernó por casi 10 años, el izquierdista Orsi destacó la “salud democrática” de Uruguay.
“La ventaja que tengo es que estuve cuatro años como secretario de la Presidencia (de Lacalle Pou). No tengo que hacer pretemporada”, declaró, de su lado, Delgado.
“Hoy empieza a cambiar el gobierno de alguna manera”, dijo Lacalle Pou tras sufragar. Prometió una transición “ordenada” y no respondió si asumirá la banca al Senado a la que se postula.
El tercero en la carrera, el mediático abogado de 40 años Andrés Ojeda, obtuvo 15,9-16%, según las proyecciones de escrutinio y en línea con las encuestas previas.
Orsi apuesta a regresar a la izquierda al sillón presidencial que perdió en 2020 tras gobernar durante tres periodos consecutivos uno de ellos bajo Mujica (2010-2015).
Fiesta en ambos comandos
Patricia Varela, una estudiante de abogacía de 36 años que trabaja como administrativa, asistió a la convocatoria para “celebrar la esperanza” organizada por el Frente Amplio en la Ciudad Vieja de Montevideo. “Me esperaba un poco más, pero falta un poco”, dijo a la AFP sobre las proyecciones de escrutinio.
“Apoyo al Frente Amplio porque necesitamos un gobierno que gobierne para todos y no para unos pocos. Y porque tengo ideología de izquierda”, comentó junto a su hija, rodeada de personas que ondeaban banderas rojas, azules y blancas del FA.
La coalición oficialista, que también incluye a Cabildo Abierto (CA, derecha, 2,4-2,6% según las proyecciones de escrutinio) y al Partido Independiente (PI, centroizquierda, 1,7-1,8%), organizó un “festejo de la democracia” en el que se mostró unida.
El ambiente era de fiesta en la Plaza Varela, con música y cánticos de “No vuelven más, no vuelven más” en alusión al Frente Amplio.
“El resultado es mejor de lo que yo esperaba basándome en las encuestas”, dijo a la AFP Estela Santos, funcionaria del ministerio de Defensa, de 58 años, que votó al Partido Nacional. “Esperemos seguir manteniendo los mismos votantes y captar alguno más”, añadió, confiada en poder ser “gobierno otra vez”.
Plebiscitos rechazados
Más de 2,7 millones de uruguayos estaban habilitados para eligir el nuevo presidente y renovar el Parlamento bicameral. Los últimos datos es que habían votado casi el 90 por ciento.
Además, debían pronunciarse sobre dos plebiscitos, que no fueron aprobados porque no cosecharon el 50% de los votos emitidos, según las proyecciones de escrutinio.
El más polémico, impulsado por la central sindical única Pit-CNT con apoyo de sectores frenteamplistas, proponía reducir la edad mínima de jubilación de 65 a 60 años y prohibir los planes de pensiones privados. Los tres principales candidatos presidenciales lo rechazaban.
El otro plebiscito, promovido por el oficialismo y rechazado por la oposición, buscaba habilitar allanamientos policiales nocturnos en los hogares.
La seguridad pública es la mayor preocupación entre los 3,4 millones de habitantes de Uruguay, un país eminentemente agropecuario, con alto ingreso per cápita y bajos niveles de pobreza y desigualdad con respecto a la región, pero aquejado por un aumento de la violencia relacionada con las drogas.
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