El cerebro detrás de la plataforma de criptomonedas FTX, Sam Bankman-Fried, fue sentenciado a 25 años de cárcel en Nueva York por su papel en el colapso de la compañía y el robo de 8 mil millones de dólares a sus clientes. La lujosa vida y gestión temeraria llevaron al emprendedor de 32 años a dirigir la firma como si fuera un juego de Monopoly, mintiendo a inversores, prestamistas y clientes.
Además, financió campañas políticas, incurrió en fraude de ley y trató de desbloquear 1 mil millones de su fondo congelado. El juez describió a Bankman-Fried como "extremadamente inteligente" pero señaló su comportamiento desagradable. Aunque mostró arrepentimiento, el juez advirtió el riesgo de reincidencia.
La defensa argumentó que Bankman-Fried no era un depredador financiero, sino un "torpe empollón matemático" apasionado por los videojuegos y el veganismo. Los fiscales, sin embargo, pidieron una sentencia de 40 a 50 años, argumentando su vida de codicia y arrogancia.
La implosión de FTX se consideró un aviso para el sector poco regulado de las criptomonedas. Bankman-Fried, que alguna vez fue el gurú de las criptos, se enfrentó a la revocación del arresto domiciliario por manipulación de testigos y fue condenado por siete cargos de fraude y conspiración. Su exnovia testificó que desvió miles de millones del dinero de los clientes para sus inversiones y excesos de lujo.
El descrédito de Bankman-Fried continúa según su sucesor en FTX, quien acusó al condenado de vivir una "vida de engaño". El código de bancarrota agravó los engaños al valorar las reclamaciones de las víctimas en una fecha cuando el valor de las criptodivisas era mucho menor. La sentencia, aunque menor de lo esperado, marca un hito en la emergente industria de las criptomonedas y en el destino de quienes abusan de ella.
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