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Un rojense que vuela sin alas: era oficinista, dejó todo y ahora es instructor de paracaidismo en Dubái
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Un rojense que vuela sin alas: era oficinista, dejó todo y ahora es instructor de paracaidismo en Dubái

Hoy, con casi 6 mil vuelos en sus espaldas, busca adrenalina en otros deportes como el salto con traje de alas, uno de los más extremos del mundo. Conocé la historia de Julián Ortíz, un joven de 29 años que salta diez veces por días arriba de la Palm Islands.

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No hay peor asfixia que la rutina. Sentir esa sensación es difícil de explicar y sólo la pueden llegar a comprender aquellos a quienes se les inquieta la sangre en las venas y buscan cambios constantes o adrenalina pura. No hay receta médica que pueda con esto. La rebeldía y el sin razón, son los únicos antídotos para escapar de un sistema que, muchas veces, suele oprimir más de la cuenta.

Tal vez, eso es lo que sintió Julián Ortiz, un joven rojense de 29 años que hasta hace algunos pocos años trabajaba en su ciudad natal en un estudio jurídico. Hasta que, en un momento, sintió que eso no era lo que quería para su vida. Los papeles, trámites, causas, sellos y llevar en el cuello una corbata que apretaba por dentro, no le generaban prácticamente nada positivo.

Hasta que un día decidió dejar su vida a la deriva. Que caiga en picada. Dar un salto al vacío. Literal. Esto puedo sonar a abandono o dejarse caer en una profunda depresión. Pero no. Julián dejó llevarse por su instinto animal y noble para entender que quería ser instructor de paracaidismo profesional.

Admitido por el propio actor principal de esta historia, nunca se imaginó que iba a terminar trabajando en Dubái como instructor de saltos en paracaidismo. “No era algo que planeaba. Hace siete años atrás no tuve mejor idea de saltar de un avión con paracaídas. Vivir esa experiencia hizo que mi cabeza cambie por completo”, asegur´´o el rojense a diarionucleo.com.

Allí empezó la idea de querer viajar por el mundo para conocer muchos rincones del planeta. Y si era saltando, mucho mejor. En aquel entonces, no pensaba en lo que podía llegar a terminar. “Sólo quería saltar de los aviones. Después empecé a hacer cursos y a viajar a diferentes lugares fuera de Argentina para ver todo desde arriba. Atrás de eso empecé a sumar saltos sin darme cuenta”, dijo.

Luego vino el tiempo de hacer el curso de instructor. Eso le permitió dejar otros trabajos temporales que iba encontrando para solventar sus gastos para pasar a vivir exclusivamente de lo que le gustaba hacer. Ortíz dijo que se encontró con que “uno de los mejores lugares para trabajar como profesional es Dubái”, por lo que siguió adquiriendo experiencia hasta llegar a la necesaria para postularse en puestos en los Emiratos Árabes Unidos. Con la ayuda de un amigo logró cumplir esa meta en 2020, año que quedará marcado como el del inicio de la pandemia.

Un sueño que parecía casi imposible

Cuando Julián empezó a interiorizarse en cómo hacer para convertirse en instructor profesional de paracaidismo se topó con la realidad y los altos costos que ello conllevaba. Primero, requería de al menos 500 saltos y tres años en el deporte. “En un principio pensaba en cómo iba a hacer esa cantidad de saltos y me imaginaba un viaje infinito. Entonces trataba de no pensar tanto en eso”, admitió. Y sin darse cuenta, en menos de tres años llego al número que necesitaba.

El curso lo hizo en Chicago, Estados Unidos, en una zona muy conocida a nivel mundial por quienes practican el deporte. Desde allí se movía dentro de ese país y México para juntar experiencia para llegar a Dubái. “Hasta ahí trabajaba de otra cosa para poder pagar los saltos, hasta que pude hacerme instructor y eso me facilitó mucho todo”, resumió.

El derecho de piso siempre presente

Desde hace varios años que se dedica exclusivamente al paracaidismo. Pero en sus comienzos empezó empacando los paracaídas, que es lo que hacen los que se inician en el deporte. Doblar más y más equipos para que otro instructor salte. Con el tiempo Ortíz empezó a hacer de camarógrafo en los saltos para filmar a los pasajeros, hasta que llegó a enseñar a los alumnos que quieren ir más allá del salto bautismo.

Lo económico siempre es una dificultad. Lo cierto es que un salto inicial suele salir entre 200 y 250 dólares; y en Dubái, arriba de los 650. “Estoy trabajando en la única empresa que se dedica en el país a hacer esto, que se creó cuando se hizo Dubái. Básicamente el segundo nombre de la ciudad es la zona de saltos. Todo el mundo quiere saltar arriba de la palmera”, contó.

Ver la Palmera desde arriba, lo más buscado en Dubái

La Palma Jumeirah es la más pequeña de un conjunto de tres islas artificiales con forma de palmera conocidas como «Palm Islands». Está localizada sobre el área costera de Jumeirah en Dubái, en los Emiratos Árabes Unidos y es, junto con las otras palmas, una de las islas artificiales más grandes creadas por el hombre. Allí salta el rojense.

Las típicas preguntas del debutante

Ortíz contó que lo primero que preguntan todos antes de saltar es si hay riesgos. “Mi respuesta es que sí. Hay riesgos, pero la probabilidad de que pasen algo disminuyen considerablemente cuando se lo hace seguro y de manera profesional”, consideró. Además, agregó: “Suelo hacer entre ocho y diez saltos al día. Cuando empecé en esto hacía 200 al año y en el último estuve muy cerca de los 2 mil. Y desde que empecé ya llevó casi 6 mil. Los números se van olvidando y todo se vuelve rutina”. 

Los saltos se volvieron rutinarios

Hoy, a 6 mil saltos de distancia de su vuelo bautismo, Julián admitió que ya no siente esa adrenalina de los comienzos porque “saltar es parte de la rutina diaria”. Pero es ahí donde la sangre vuelve a inquietarse en busca de desafíos como saltos en grupos o saltar de una montaña con un traje de alas. Allí encuentra la adrenalina actualmente. “Cuando trabajo no siento adrenalina. Es divertido, pero trato de hacerlo de la manera más profesional posible”, observó.

Cuando llegó el momento de tomarse vacaciones, el instructor rojense sólo quería dejar guardado su paracaídas para descansar para volver a trabajar con ganas. Pero el traje de alas, un pedazo de tela que le permite estar más tiempo en el aire, empieza a obsesionarlo. “Llegando a tener 200 saltos y alguna que otra licencia ya podés hacer cursos para con el traje. De ahí a la experiencia que tengas es lo que va a permitirte sentir seguro para saltar desde montañas”, explicó.

Actualmente el wingsuit flying, también conocido como wingfly, es el deporte aéreo más extremo que existe, uno que verdaderamente pone los pelos de punta. Sólo los paracaidistas más experimentados están en condiciones de hacerlo. Sí, Julián también lo hace. “Recién el año pasado me sentí seguro para empezar a practicarlo”, admitió.

El mejor lugar para saltar en paracaídas

Si bien saltar en Dubái es muy impactante, porque se hace cerca de edificios de 300 metros de altura, para Julián "no es el mejor lugar”. “A mí me gustan los lugares naturales. Ver montañas o ríos. Rosario es un hermoso lugar para saltar, por ejemplo, como Córdoba, Buenos Aires o Mendoza. Pero lo más lindo en saltar con amigos. En Eslovenia también hay lindos lugares, y creo que ese valle es de lo más parecido a un paraíso. Cada lugar es diferente y especial”, consideró.

Entender la realidad

Como el rojense sabe lo difícil que es iniciarse en el paracaidismo o al menos querer hacer un salto bautismo decidió que la próxima vez que esté por el país va a sortear un vuelo. Asique aquellos que quieran tener su debut o tan solo hacerle una consulta sobre paracaidismo, pueden contactarse con el profesional a través de sus redes sociales que son Juliortiz36. “En unos meses estaré por mi país porque tengo muchos proyectos en mente”, adelantó.

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