En el panorama cultural de Pergamino, pocas figuras conjugan con tanta naturalidad el rigor del teatro, la versatilidad de la televisión y el desafío de la creación de contenido como María José "Majo" Sharry.
Hija de dos figuras icónicas de la ciudad (Jorge Sharry, destacado actor y director con casi sesenta años de trayectoria, y Claudia Aiello, reconocida periodista especializada en política, célebre por su inteligencia y sagacidad), Majo creció inmersa en un ambiente donde el arte, la comunicación y el compromiso político eran el pan de cada día.
Durante la última edición de EN VIVO: DiarioNucleo.com, que se emite los martes a las 19 por Fana Digital, Majo Sharry nos invitó a recorrer su camino profesional: desde el momento exacto en que, siendo una niña, se sintió atravesada por la vocación actoral, pasando por su intensa etapa en el under y la televisión de Buenos Aires, hasta su regreso a Pergamino donde brilló como directora de la exitosa obra Salem. Además, profundiza en su faceta como dramaturga y creadora del proyecto "Musas", un espacio que nació en pandemia para rescatar las historias de vida de sus colegas, abogando por la autenticidad en una era dominada por la rapidez digital.
Queremos empezar por tus orígenes: ¿cómo fue crecer en una familia con una fuerte impronta en política, arte y comunicación?
Gracias a ustedes por la invitación. La presentación es hermosa. Criarme en ese ámbito, con mi papá (Jorge) y mi mamá (Claudia), fue una mezcla muy interesante y enriquecedora. Mi mamá, que falleció muy joven, era una erudita. Me dejó un gran legado de preparación y objetividad. Ella no era la típica madre que te elogiaba por todo; si le preguntabas una opinión, te decía directamente si estaba mal o bien. Eso me enseñó que en la profesión hay que pelearla, estudiar y prepararse.
¿Cuándo y por qué decidiste que la actuación era lo tuyo? ¿Hubo un momento clave?
Hubo varios quiebres. La primera vez que subí a un escenario, no en un taller, sino en un espectáculo, fue a los siete años, cumpliendo los ocho, con un texto de Elsa Bornemann. Ahí sentí que no era un juego, sino algo que me movilizaba profundamente. Desde chica fui muy lectora; a los diez años ya había leído Romeo y Julieta diez veces. Siempre me gustó jugar a "hacer películas" o a otras cosas, nunca me interesó el esparcimiento común.
Hay una diferencia entre "actuar" y "ser actriz" como profesión. ¿Cuándo tomaste la decisión profesional de ser actriz?
El quiebre definitivo fue cuando decidí irme a Buenos Aires a estudiar. En esa época, muchos compañeros se iban a Rosario, pero yo me fui sola a Buenos Aires. Fue un desarraigo importante, pero ahí dije: "Esto es lo que quiero, por esto me juego". Luego, la decisión se reafirmó cuando empecé a trabajar profesionalmente.
Trabajaste mucho en televisión. En esa época, la televisión era la meta, lo único que existía antes del auge del streaming.
Así es. Cuando empecé, la televisión era lo único y la meta de muchos. Yo, con 23 años, trabajé en prácticamente todos los programas que estaban al aire en ese momento. Fue una época muy fuerte donde dije: "Esto es lo que quiero".
Hay un prejuicio en el ambiente de que hacer televisión es "banal" frente al teatro. ¿Cómo lo viviste?
Yo lo experimenté, de hecho, muchos profesores de teatro lo miraban mal. Sin embargo, para mí fue muy enriquecedor. La televisión te obligaba a internalizar un libreto, generar líneas de pensamiento y trabajar con el cuerpo en pocas horas. Además, te enseñaba la sutileza: en teatro trabajás con todo el cuerpo, pero en lo audiovisual, con la sutileza de una mirada debías transmitir lo mismo. Eso me sirvió mucho como artista. Lo mismo con las publicidades; además de que te permitían vivir muy bien un año entero, eran un gran entrenamiento actoral.
Tuviste un episodio que ejemplifica tu pasión por el trabajo: cambiar un pasaje a España por un casting.
(Risas) Sí. Me llamaron por un casting para una serie que me encantaba, Los simuladores. Yo estaba en España hacía una semana y decidí cambiar el pasaje inmediatamente. Mi amiga me preguntó cómo iba a volver tan pronto, y le dije: "Es trabajo y es lo que amo". Tomé muchas decisiones así, enfocada en mi pasión.
Después de muchos años de trabajo en Buenos Aires, ¿cuándo decidiste volver a Pergamino?
Volví en el año 2013. Aunque amo Pergamino, mi ciudad natal, Buenos Aires es mi segundo hogar. Es mágica para quien ama el teatro; tenés el circuito comercial, el de alta jerarquía y, sobre todo, el Under, que es maravilloso y de donde salieron grandes artistas como Alfredo Casero, Diego Capusotto y Lorena Vega.
Al volver a Pergamino, te desafiaste con la dirección, particularmente con la obra "Salem" en 2013.
Sí, fue un exitazo en la Casa de la Cultura. Era la primera vez que dirigía después de muchos años, y fue un gran desafío con catorce actores. Hice una versión libre de Las Brujas de Salem, de Arthur Miller, una obra que amo por su mirada política y social. Le di una impronta muy personal.
¿Qué descubriste en la dirección que te fascinó?
Me encanta la dirección, porque descubrí que elementos como la iluminación y el sonido son protagonistas más que ayudan al artista. Trabajé la iluminación y la puesta desde lo simbólico: qué simbolismo quiero con los rojos, con las tonalidades. Vengo de una escuela donde todo significa algo, desde el vestuario hasta el minimalismo de la escenografía. Es algo que me rompió la cabeza en el buen sentido y sigo aplicando hoy, incluso ayudando a mi papá en sus puestas.
Y además, sos dramaturga. ¿Cuándo empezaste a escribir?
Siempre escribí, desde muy chica. Mi papá mandaba mis poemas y gané un par de premios en Buenos Aires. Después, en la secundaria, por timidez no lo mostraba, pero siempre me gustó. Escribir es la forma más placentera de desahogarme. Lo hago todo el tiempo, es un cable a tierra. Me da mucho placer, como cuando adapté Hamlet y escribí Ofelia en una noche.
En este contexto, ¿qué opinás de la Inteligencia Artificial (IA) como herramienta para la escritura creativa?
La IA es una herramienta, y no estoy en contra. Pero me hace ruido para los artistas y escritores, porque la escritura auténtica viene del alma, del corazón, de exprimir la cabecita. Cuando leés algo escrito "de verdad", se percibe esa autenticidad.
Con tu larga trayectoria, ¿qué les dirías a los jóvenes que quieren dedicarse a la actuación?
Hay algo de talento, sí, pero la preparación es sumamente importante. He visto talentosos que se quedan por no prepararse y artistas que al comienzo no eran brillantes y hoy son geniales gracias al estudio. En Pergamino hay talleres con metodologías modernas que trabajan el entrenamiento físico y la velocidad interna, con profesores que se formaron en Buenos Aires. Si les interesa de verdad, deben viajar y estudiar con grandes profesores.
Por otra parte; hay que ver mucho teatro, es imposible crecer sin ver mucho teatro. Tienen que construir una crítica propia, no lapidaria, sino constructiva, enfocada en cómo el trabajo "llega" o no al espectador.
¿Qué opinás de los profesores que son "lapidarios" y le dicen a un alumno que no sirve?
Me genera mucha angustia. No podés anular a alguien que recién arranca. A veces, sucede por ego del profesor. En lo artístico, que es subjetivo, hay que tener cuidado y ser empáticos. Siempre hay que buscar la crítica constructiva, no solo como profesores, sino también como compañeros.
Durante la pandemia, creaste "Musas", un segmento de entrevistas muy exitoso. ¿Cómo surgió?
La pandemia fue terrible y generó la explosión del streaming y la tecnología como única vía de comunicación. Con otros colegas armamos "Escena Digital" para presentar proyectos teatrales. Ahí me surgió la idea: ¿por qué no hacer radio y darle un espacio al artista? Queríamos ir más allá de promocionar espectáculos y preguntar: ¿cómo es tu historia?, ¿qué te inspiró? Conocer el "algo atrás" de la persona que ves en escena. Empecé con Andrea Pesteguía y luego seguí sola. Amo Musas y fue muy necesario.
Es muy valioso tener esos espacios largos de charla, en una época donde todo es "TikTok" o "30 segundos".
Totalmente. Estamos en una época donde nadie mira más de cinco segundos. Hay que frenar y escuchar a alguien de verdad. Necesitamos humanizar el streaming y usarlo para comunicarnos en profundidad, no solo para mirar reels.
Para finalizar, ¿estás pensando en algún proyecto teatral ahora?
Sí. Para el año que viene tengo escrito y pensado dirigir un espectáculo llamado "Desvanecerse". Es un proyecto muy importante que ya estoy armando.
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