En un mundo saturado de información digital, donde la frontera entre lo público y lo íntimo es cada vez más difusa, la tarea de educar a nuestros hijos sobre sexualidad se ha vuelto crucial y, a la vez, compleja. El psicólogo y docente Germán Debeljuh lo sabe, y por eso presenta la reedición de su obra "Sexualidad: ¡Hablemos!", una guía fundamental para padres y educadores.
Durante la última edición de EN VIVO: DiarioNucleo.com, que se emite los martes a las 19 por la señal de streaming Fana Digital; Debeljuh invitó a dejar atrás la incómoda "charla" única y superficial, proponiendo en cambio la formación continua en valores como el verdadero antídoto contra los riesgos de la hiperconectividad. En la siguiente entrevista, Debeljuh explica por qué su libro, con la brújula en su tapa, busca ser el norte que oriente a las familias, destacando la diferencia entre el sexo y la sexualidad, la importancia de construir la autoestima para poder decir "no", y cómo el temido tabú debe ser abordado desde la primera infancia.
¿Por qué decidiste reeditar este trabajo?
Escribí el primer libro en 2011. La propuesta inicial era acercarle a los padres un material que les permitiera hablar sobre sexualidad con sus hijos, tanto en la primera infancia como en la pubertad y la adolescencia, abordando temas que no pueden faltar. Luego publiqué otro manual en 2014, dirigido específicamente a adolescentes. El año pasado, la editorial Logos me convocó para reeditar el primer libro.
¿Y cómo fue revisar un material de hace más de una década?
Fue muy interesante. Cuando me lo propusieron, dije: "Tengo que revisarlo porque pasaron catorce años, y hubo muchos cambios a nivel social y cultural". Me encontré con un material que, a pesar del tiempo transcurrido, seguía teniendo mucha vigencia. Sin duda, hubo capítulos que reescribir y cuestiones nuevas que incorporar, pero me parecía valioso que gran parte del contenido siguiera siendo relevante. Ese trabajo lo hicimos a lo largo de 2025 y ahora el material está listo para presentarlo.
La sexualidad, junto con la muerte, debe ser de las conversaciones más incómodas y difíciles para los padres.
Yo creo que son los dos grandes tabúes. Si bien la idea de que la sexualidad era un tabú parecía haberse destruido con el fin del siglo XX y el comienzo del XXI, mucho de eso queda. En mi experiencia cotidiana, tanto en el consultorio como en las aulas, uno se da cuenta de que todavía existe mucho miedo y vergüenza en los propios adultos al hablar de estos temas.
Se habla mucho de sexualidad y hay difusión, pero creo que no se aborda desde una visión global. Nos quedamos más en el tema de la genitalidad, y por eso nos cuesta hablar. La propuesta del libro es precisamente esa: ampliar la mirada y repensar estos temas.
Contar con la mayor cantidad de información responsable ayuda a vivir una sexualidad adulta plena y saludable.
Exacto. Hoy, la información está al alcance de la mano. Tenemos muchísima información en el celular, acceso ilimitado a muchas cosas. Pero lo que les está pasando a los adolescentes es una saturación de información. Se quedan con ideas que terminan siendo erróneas y, a veces, les da vergüenza compartir esa duda o inquietud porque "todo el mundo parece saberlo". Muchos quedan relegados en sus dudas.
Lo que nos está faltando es la formación. Esa formación es indelegable, la tiene que dar la familia en primera instancia y la escuela colabora. Es la base para que los jóvenes salgan al mundo y no se pierdan. Si tienen una base sólida, construida a partir de valores que no pasan de moda, y reciben la formación que tenemos que brindarles, están más "inmunizados" frente a todas las propuestas.
El título "¡Hablemos!" es muy contundente.
Hay un gran tabú que todavía está instalado. En nuestra época [en referencia al siglo pasado] era muy habitual escuchar: “De eso no se habla”. Uno ya sabía que se referían a algo relacionado con la sexualidad.
Hoy se habla mucho de sexo, lo vemos en la televisión, en los celulares; el tema está en boga. Pero el libro propone hablar de la sexualidad en un sentido amplio. Una cosa es el sexo y otra la sexualidad. El sexo se refiere básicamente a la dimensión biológica; la sexualidad es un concepto mucho más amplio. El libro propone un recorrido hacia otras dimensiones que forman parte de la naturaleza humana.
¿Qué te llevó a escribir este libro hace casi quince años?
Surgió de una tesina que hice sobre orientación vocacional en 2011. Mi tutora la leyó y me dijo: “Che, esto está bueno, está bueno convertirlo en un libro”. Luego mi hermana, Patricia, me dio la misma opinión. Las dos me contactaron con la misma persona para editarlo, y esa persona me derivó a Logos, la editorial que lo publicó. El libro me dio muchas satisfacciones: dimos charlas y capacitaciones en distintas escuelas, recorrimos lugares del país y tuve la posibilidad de estar en la Feria del Libro.
Hoy la necesidad sigue siendo la misma: formar a nuestros hijos, tener un material que nos permita tener una base sólida en valores para poder detenernos a hablar. Y no solo una vez, no dar "la charlita" como un checklist de lo que un padre tiene que hacer. Hoy sabemos que no alcanza con una charla.
¿Desde cuándo hay que abordar estos temas?
Hoy sabemos que es un tema que tenemos que abordar desde la primera infancia. No debemos esperar a la adolescencia. Si llegas a la adolescencia queriendo hablar “mano a mano” después de quince años de no hablar con tu hijo, lo más probable es que el adolescente no quiera charlar.
Poder hablar de sexualidad y de otras cuestiones emocionales desde la primera infancia, y que continúe en la pubertad, te permite llegar a la adolescencia con un bagaje y un recorrido hecho para ir avanzando en distintos temas. El libro recorre esto: hay temas focalizados en la primera infancia y temas del cierre del libro que abordan problemáticas de adolescentes y jóvenes.
Con respecto al teléfono, los jóvenes están en un estado de vulnerabilidad. Solo basta con un clic para acceder a la pornografía. Y están los temas de grooming, acoso y robo de imágenes.
Es muy interesante. Tenemos que empezar a pensar estas cuestiones, que en la adolescencia tienen tanta fuerza, desde la primera infancia y desde el pudor.
El libro tiene un capítulo sobre el pudor. Es necesario que vayamos construyendo un espacio de intimidad que no se comparte ni en lo real ni en lo virtual. Esto es importante que el chico lo entienda desde muy pequeño. Incluso desde el respeto a su propia intimidad en las redes sociales, cosa que muchas veces no se respeta.
Tuvimos que incorporar la cuestión de las redes sociales y el impacto que generan en los jóvenes, asociado con la sexualidad, el cuerpo, el cuidado del cuerpo y la imagen.
El libro menciona el tema de la "huella digital".
Sí. La huella digital es la que vamos construyendo en el mundo digital. Va configurando nuestra identidad. Una vez que haces pública una foto, no desaparece. Deja de ser tu cuerpo para pasar a ser del dominio público. Incluso eso que se manda en la intimidad a una pareja, queda guardado. Si la relación no prospera y hay una actitud vengativa, esa imagen que mandaste en el ámbito privado se filtra. Una vez que pones "enviar", ya dejaste una parte de tu huella digital.
Muchas personas sufren esa huella. Nos condiciona a la hora de buscar trabajo el día de mañana, a la hora de relacionarnos. Nos cuesta mucho la relación cara a cara; hoy lo primero que hacemos es mirar quién es en las redes. Es muy importante que los jóvenes se den cuenta de que lo que van a subir tiene ese riesgo.
¿La baja autoestima y la falta de formación influyen en la capacidad de decir "no"?
Claro. La construcción de la autoestima forma parte de la sexualidad. Tendrán que decir que no a sus amigos, a su pareja o a personas con las que tienen una conexión afectiva. Decir que no a una persona que no conoces no implica esfuerzo, pero decir que no a alguien cercano implica exponerse al rechazo o al enojo.
Esto se da cuando hay una formación detrás que les permita a los jóvenes saber lo que quieren en distintos ámbitos de la vida, incluyendo la sexualidad, que los atraviesa y puede condicionar su proyecto de vida. Un embarazo no deseado pone en jaque ese proyecto.
Tenemos los métodos anticonceptivos y el riesgo de enfermedades de transmisión sexual. Tienen la información, saben que el uso de preservativos disminuye los riesgos, pero a la hora de la relación, el preservativo queda guardado. Eso se debe a que la información circula, pero no tienen la formación, la base que les permita decir: "Pará, no, en este momento tenemos que hacer las cosas de otra manera, veamos cómo podemos cuidarnos".
¿El libro intenta brindar herramientas para establecer ese diálogo?
El libro entero es una herramienta. Si lo dejas en un lugar visible de la casa, ya se convierte en una herramienta, sobre todo si tienes adolescentes. Con el título que tiene, te aseguro que el libro lo pueden leer sin inconvenientes; es de lectura rápida y amena. Esto generará debates y charlas en la mesa familiar.
La imagen de la tapa, la brújula, invita a eso: a encontrar un norte. Para mí, ese norte tiene que ver con los valores que nosotros tenemos y que no pasan de moda. Por eso el libro no pasa de moda, porque gran parte se basa en esos valores. El libro intenta ser una herramienta de orientación para padres y educadores, para que generen esos debates y cada familia construya su propio itinerario.
Tenemos un montón de oportunidades para generar un diálogo profundo con nuestros hijos, que vaya más allá de lo cotidiano, de solo preguntar si fueron a fútbol o a inglés. Ahí es donde el adolescente se puede formar. En el debate y el diálogo podemos cuestionar nuestras ideas y también estar abiertos a reformular muchas de ellas, pero necesitamos tener una base y un norte.
¿Estás pensando en escribir un nuevo trabajo?
En 2014 escribí el manual para adolescentes, donde abordamos sexualidad, adicciones, trastornos alimentarios y violencia. Ahora estamos con otro proyecto, un nuevo libro que estoy escribiendo con otra persona, un catalán, Marc Ground, a quien conocí durante la pandemia en un trabajo sobre la paternidad. Calculo que, si Dios quiere, el año que viene estará disponible.
Creo que nos cuesta mucho detenernos a pensar temas que son cotidianos. Este es un ejercicio que nos falta, porque muchas veces los argentinos nos caracterizamos por primero hablar y después pensar. Tenemos que hacerlo al revés: pensar, indagar, escuchar, leer, y a partir de ahí escribir. Escribir es una forma de organizar los pensamientos.
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