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Mónica Lijoi: el legado de la voz de Pergamino que trascendió al mundo

Raúl junto a los recuerdos de Mónica en el living de la casa que ambos compartieron.

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Mónica Lijoi: el legado de la voz de Pergamino que trascendió al mundo

Una emotiva charla de DiarioNucleo.com con Raúl Lijoi, su esposo y eterno mánager, a siete meses de la partida de la querida artista. Él revela la pasión, los desafíos y las inmensas riquezas de amistad que la música les dejó.

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El corazón del folklore y el tango pergaminense late hoy en la memoria de Mónica Lijoi, una artista cuyo carisma y talento superaron todas las fronteras. Su esposo y eterno mánager, Raúl Lijoi, la recordó con una emoción palpable en una entrevista exclusiva para DiarioNucleo.com, revelando la apasionante historia de una carrera que se extendió por 30 años y dejó una huella imborrable.

El comienzo de la historia

La historia de Mónica (de soltera Scaglia Frigulietti) y Raúl comenzó en 1970, en los carnavales de Ameghino. Ella estaba por cumplir 14, él tenía 17. Tras siete años y medio de noviazgo, formaron un matrimonio que duró 47 años y medio.

A pesar de la inicial resistencia de Raúl, quien conocía la dureza del camino musical, la carrera de Mónica despegó en 1995. El impulso decisivo lo dio el recordado Eros Vázquez, quien al escucharla en una peña, sentenció: "Ella tiene que cantar". Poco después, Mónica debutó en Pergamino, con un éxito rotundo. "La gente la apoyó mucho, y desde ahí nunca más se bajó", recordó Raúl con claridad.

 

Con sello propio

El apellido artístico Lijoi no era el de soltera de Mónica, sino el de su esposo, que adoptó por casualidad y que se convirtió en su marca de identidad. En un festival en el Club 25 de Mayo, el presentador José Antonio "Negro" Bravo la invitó a cantar sin previo aviso. Como Eros Vázquez solo conocía a Raúl, la anunció como "Mónica de Lijoy", que luego, por sugerencia de su representante se simplificó a Mónica Lijoi.

Raúl subrayó con orgullo que ese nombre la llevó a la fama, un reconocimiento que llegó a ser "a nivel mundial". Su música se difundió desde Australia hasta Chile, México, Colombia, y se forjó una bella amistad con un cantor de tango japonés, Kajita Kaichiro. Mónica fue parte de un grupo mundial que transmitió su arte a través de "vivos" durante la Pandemia.

"El nombre pegaba más y le dio gracias, parece que le dio reconocimiento a nivel mundial."

 

Versatilidad

Una de las grandes fortalezas de Mónica Lijoi fue su versatilidad. Podía interpretar con la misma solvencia y pasión el tango, el folklore (zamba, chacarera, chamamé) y la música melódica. "Ella se amoldaba a los distintos géneros musicales," afirmó Raúl, contando que en fiestas privadas incluso se animaba a la cumbia y a un Estate Italiano (canción del mundial de fútbol de 1990) cantado en el idioma original.

Publicó nueve trabajos discográficos, destacándose: Lucecita e Ilusiones (folklore), Ardiente y Pasional (tango), y Resistiendo (melódico). En el compilado Somos Chamamé, junto a figuras como Teresa Parodi y Ramona Galarza, el sello la bautizó "La Faraona del Folklore", apodo que ella rechazaba.

El secreto de su repertorio, variado y siempre cuidado, era la honestidad: "Si no lo sentía el tema, no lo hacía. Ella creaba climas con las canciones."

Equipo inseparable

Mónica y Raúl fueron un equipo en el arte y en la vida. Raúl era su mánager, productor, asistente y protector. Se encargaba de toda la logística, desde armar los espectáculos hasta protegerla del humo del cigarrillo, que perjudicaba su voz.

"Siempre fui yo el que estaba al lado de ella y trabajando. Hicimos un dúo, prácticamente... Los espectáculos los armaba yo, los diseñaba yo, lo presentaba yo, todo."

En sus 30 años de carrera, Mónica recorrió el país, presentándose en teatros como el Rafael de Aguiar de San Nicolás y el 3 de Febrero de Paraná. Asistió a las peñas de Cosquín durante nueve años seguidos, donde vivió uno de sus momentos más emocionantes: cantar a dúo Puerto Sánchez con su autor, el maestro Jorge Méndez, a quien conoció por casualidad en el festival.

Su voz resonó en el programa de televisión Argentinísima, lo que le abrió puertas a grandes festivales y a fiestas populares en pueblos como Santa Coloma, donde fue figura central ante 28 mil espectadores. El reconocimiento de sus pares fue constante, llegando a cantar con leyendas como el Chaqueño Palavecino y Los Cuatro de Córdoba.

"Ricos en amigos"

Raúl confesó que, aunque el camino musical no los enriqueció económicamente, los hizo ricos en experiencias y amistades. En un viaje a Córdoba, en un petit hotel perteneciente a un músico,  Mónica y Raúl fueron invitados de honor. Improvisaron una peña y terminaron cantando con el mismísimo arreglador de Mercedes Sosa.

"Yo digo que no hicimos plata en este camino, pero somos ricos en amigos."

En el ambiente, Mónica Lijoi era sinónimo de calidad humana. "Ninguno habla mal de ella, al contrario, todos la elogian por su calidad humana. Ella era una gran persona," recalcó Raúl. Su carisma era especial; entraba al escenario y la gente se sentía atraída por su sonrisa. Su generosidad era tal que se hizo madrina de bautismo de una joven promesa de Baradero, Elena Muzio, quien hoy, con 15 años, quiere seguir los pasos de su madrina.

Legado

La voz de Mónica Lijoi se niega a apagarse. Su música sigue sonando en programas de radio como Somos Chamamé (Misiones), Folklore desde Adentro y La Matera Gaucha (Santa Cruz), del cual era madrina. Raúl se emocionó al compartir que su sobrino, Hernán Zárate, director del Cuerpo Municipal de Folklore, es uno de sus grandes apoyos.

El 25 de octubre, fecha en la que Mónica habría cumplido 30 años con el canto, un espectáculo homenaje ya estaba planificado con artistas como Lucía Ceresani y Trabuco González, pero la vida dispuso otra cosa.

Ahora, se está impulsando un homenaje a Mónica plantando un árbol en Pergamino, una iniciativa que honraría la huella que dejó en su ciudad natal.

Consultado sobre el mensaje que le dejaría a los jóvenes artistas, Raúl es categórico:

"Que tomen este camino, que es un camino muy lindo, que va a dejar muchísimos regalos de amistad. Y que lo tomen en serio. Que estudien si tienen que estudiar. Mónica estudió vocalización, fonoaudiología... se preocupó hasta último momento. Que lo tomen en serio. La gente no les va a fallar si ellos no le fallan a la gente."

Finalmente, con una inmensa gratitud, Raúl Lijoi ofreció un "gracias sin fin" a todos: a su familia, a sus amigos, y al público que siempre estuvo allí. "Solamente teníamos que decirles, 'Mónica actúa tal día', y de inmediato surgía el "guardame la entrada". Es el afecto que la hizo crecer y que hoy mantiene viva a la voz de Pergamino que conquistó el mundo.

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