Fotografía, arte y memoria: así es la exposición Territorios Sensibles en el Centro Cultural Registrarte de Pergamino
La muestra propone pensar la fotografía como un territorio en transformación, atravesado por tiempo, cuerpo y luz.
El Centro Cultural Registrarte abrió las puertas de Territorios Sensibles, una muestra de fotografía contemporánea y fotolibros que propone pensar la imagen como un espacio vivo, en constante mutación.
La exposición —que también integrará la programación de La Noche de los Museos— podrá visitarse en Sarratea 221 y reúne obras de Laura Riera, Vanesa Mescher, Analía Cusumano, Keila Venturi, Daniela Conte y Jorgelina Ledesma, artistas que integran el Taller de Producción Contemporánea coordinado por Natalia Tealdi.
La muestra es, además, el resultado de un proceso sostenido a lo largo de varios años. No se trata solo de la exhibición de obras terminadas: es la apertura de un diálogo, el reflejo de una búsqueda compartida y el testimonio de un modo particular de habitar el arte.
“La fotografía es nuestra excusa para conversar”
Para Tealdi, la inauguración es siempre un punto de encuentro. “Abrir una muestra es la posibilidad de dialogar con el público a partir de lo que vamos produciendo. El arte es eso: encuentro, conversación, transformación”, indicó en diálogo con DiarioNúcleo. Y agregó que Territorios Sensibles no nació de un día para otro: “Una obra se construye con tiempo y con otros. Este año fue intenso, pero también es el resultado de recorridos previos que las chicas vienen transitando hace años. Hay una profundidad conceptual, teórica y estética que solo aparece cuando hay un proceso sostenido”.
La muestra también está atravesada por la ausencia de Luciana Fioramonti, integrante del taller, cuyo reciente fallecimiento marcó emocionalmente al grupo.
“Fue muy doloroso y difícil pensar esta muestra sin ella. Pero entendimos que hacerla también era una forma de tenerla presente. Hay un espacio permanente con fotos suyas; es nuestro modo de recordarla”, expresó Tealdi.
Daniela Conte: “Mis obras son un diálogo con el tiempo y conmigo misma”
Su trabajo propone una retrospectiva íntima sobre el paso del tiempo en el cuerpo y en el espíritu. A partir de fotos de archivo —analógicas y digitales— indaga en la transformación personal y se permite incluso una mirada hacia el futuro a través de inteligencia artificial.
“Me llevó todo el año. Probé diapositivas, retroproyector, distintos sistemas. Parte del proceso fue meter mis fotos en un cubo de hielo y ver cómo se deterioraban hora a hora. Ese deterioro habla de uno mismo”, dijo a DiarioNúcleo.
Además de fotógrafa, Conte es arquitecta, y su obra combina instalación y visualidad: “La fotografía es una herramienta para mostrar otra cosa. Mi trabajo siempre se apoya en la instalación, en los procesos materiales”.
Keila Venturi: “La ausencia también ocupa espacio”
Venturi trabaja sobre un vacío lleno de sentidos: la ausencia de una persona que marcó una etapa de su vida. Para ello volvió a un lugar que compartían y que hoy —dice— “ya no es el mismo”.
En una de sus obras aparece sentada frente a una silla vacía, imagen que luego intervino digitalmente para dar cuenta de esa nueva carga simbólica del espacio.
Es su primer año en el taller, y lo vive con emoción: “Encontré en la fotografía un canal para decir cosas que en otras disciplinas me costaban. No pienso dejar este espacio; quiero seguir creciendo”, indicó.
Laura Riera: “Me distraigo, luego existo”
Presenta dos obras profundamente distintas entre sí. La primera, Me distraigo, luego existo, nace de un juego entre abstracción y distracción. “Fue ese instante en el auto en el que me distraje y perdí a Vanessa en la ruta. Dije esa frase sin pensar y me abrió un mundo”, señaló.
Su exploración visual parte de un gesto íntimo: observar los líquidos que usa cuando se baña, ese momento de desconexión total. Experimentó con vidrios, derrames y texturas que acompañan esa idea de expansión libre.
La segunda obra, Transmutación, se ubica en las antípodas: una grieta convertida en metáfora de un duelo, de una herida personal. “Esa grieta simboliza un dolor silencioso. Quise generar en quien mira una incomodidad similar: ¿la piso? ¿La esquivo? Es el mismo conflicto que atraviesa quien carga ese dolor”, comentó Riera.
Vanesa Mescher: “Me interesa lo que aparece cuando nos alejamos de lo literal”
Mescher se concentra en los juegos de luz y sombra en la naturaleza, pero llevados hacia la abstracción. “Salir de lo concreto te permite viajar hacia otros mundos, otras emociones”, dice. Sus obras no tienen edición posterior: “Son fotos directas. Solo mirada, luz y atención”.
Aunque es contadora de profesión, su vínculo con el arte viene de la pintura y la escritura. “En el grupo encontramos puntos en común que no siempre vemos hasta que Nati nos los señala. Ese intercambio enriquece todo”, sostuvo en diálogo con DiarioNúcleo.
Fotolibros: 28 voces, 28 maneras de habitar la imagen
Además de las obras del Taller de Producción Contemporánea, la muestra presenta fotolibros seleccionados en una convocatoria abierta que reunió más de 28 propuestas de la región. Entre fanzines, libros-objeto y libros de artistas, estas producciones expanden la fotografía hacia lo narrativo, lo material y lo experimental.
Participan Rosa Gravino, Claudio Gentile, Viviana Andrada, Bernarda Ortega, Sergio Bonzón, Paulo Scarlato, Miguel Vecino, Micaela Bello, Mónica Perfetti, Viviana Cacciabue, Diego Arellano, Gracie Cipolleto, Nahuel Fernández, Carolina Bonillo, Lucía Coradello, Yesica Suárez, Rita Agüero, Catalina Ríos, Brisa Sánchez, Lucía Lencinas, Camila Rivero, Ana Promata, Florencia Troncoso, Jorgelina Ledesma y Laura Darder, Vanesa Mescher, Daniela Conte, Fernando Antuña, Melina Mova y Fiorella Battelli.
Una inauguración pensanda para encontrarse
Durante la apertura, las artistas compartieron con el público sus procesos de trabajo. Hubo un servicio de comida y bebida para favorecer la charla y la circulación entre las instalaciones y los fotolibros.
La muestra también será parte de La Noche de los Museos el sábado 14, con horario especial de 20 a 22.
Territorios Sensibles se presenta así como un mapa colectivo donde las imágenes ya no representan: invitan, abren, interrogan. Un espacio donde la fotografía se vuelve materia viva y donde cada mirada puede construir su propio recorrido.