Este lunes, a los 85 años, falleció Aroldo Enrique: "Arocho" o "El Gallego", como lo llamaban sus amigos, muchos de los cuales fueron clientes habituales del hístórico bar que fundó hace 53 años en avenida Colón 434, entre Pueyrredón y Avenida de Mayo, célebre por sus paredes espejadas, sus minutas y sobre todo sus picadas.
Durante muchos años fue uno de los establecimientos gastronómicos más concurridos de la ciudad no sólo por la calidad de sus comidas sino también por el trato afable y amistoso que "Arocho" dispensaba a sus clientes.
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En sus épocas de esplendor, durante las décadas del 80 y el 90, el bar era una referencia de la avenida Colón y en verano la concurrencia era tan grande que las mesas del exterior llegaban hasta la esquina de Avenida de Mayo y muchos parroquianos se veían obligados a esperar que alguna de ellas se desocupara para poder sentarse.
Mientras despachaba café, sándwiches, cervezas y picadas, "Arocho" fue tejiendo para siempre afectos y amistades, que hoy lo recuerdan con simpatía y cariño.
A Aroldo Enrique lo sobreviven dos hijos y cuatro nietos.
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