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La historia nunca antes contada del emblemático 'Bar Enrique'
ENTREVISTA EXCLUSIVA

La historia nunca antes contada del emblemático 'Bar Enrique'

Durante décadas fue el punto de encuentro de miles de pergaminenses. En sus noches de gloria llegaba a tener 60 mesas ocupadas. Diarionucleo.com habló con su dueño, Aroldo Enrique, quien contó cómo creó el bar y acerca de los 31 años en los que estuvo al frente. "No hubo nada de inspirado, fue solamente poner el lomo", expresó.

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El recordado 'Bar Enrique' es uno de los bares de Pergamino que han dejado huella en la ciudad. Son muchos los pergaminenses +40 que asocian su recuerdo a la gran cantidad de mesas que rebalsaban la vereda del local de Avenida Colón 434 y se extendían hasta la esquina de Avenida de Mayo.

Con un menú no muy abundante pero muy efectivo, sus minutas, picadas y sándwiches acompañados de un chopp bien helado fueron la excusa perfecta para reunir a miles de familias y amigos en las mesas del bar.

Diarionucleo.com dialogó en exclusiva con el dueño del célebre 'Bar Enrique', Aroldo Enrique, quien por primera vez cuenta la historia de cómo nació y brilló durante décadas unos de los bares pergaminenses más recordados.

"No tenía una moneda"

Aroldo Enrique recibió a diarionucleo.com en su casa y lo primero que manifestó fue: "¿Así que quieren hacer una nota sobre el bar? No lo entiendo. Porque la verdad es que no hubo nada mágico, ni de otro planeta, fue solamente poner el lomo".

Aroldo comenzó explicando que a comienzos de la década de los 70' trabajaba en el bar de su padre que se encontraba ubicado enfrente a lo que sería el 'Bar Enrique' años más tarde, en la esquina de Avenida Colón y Avenida de Mayo. Allí comenzó a fantasear con la idea de construir un bar en el terreno descampado que se encontraba en diagonal al local de su padre. Pero había un impedimento, la plata.

"¡No tenía una moneda! Un día fui hasta el banco con la intención de sacar un préstamo. Recuerdo que uno de los que trabajaba ahí me conocía y me decía "¡qué te van dar plata a vos!". Asi que me senté a hablar con el gerente y le comenté que necesitaba un millón y medio de pesos para comprar el terreno y edificar el comercio. El hombre revisó mi carpeta y se dio cuenta que no tenía nada, y en un momento me dijo, "¿si le doy la plata, usted me la va a devolver?", a lo que le respondí "por supuesto que sí", y me lo dio. Cuando salí le dije al que me gastaba, "andá a buscar la carpeta que me dieron la guita", jajaja", recuerda Aroldo.

- ¿Cuánto tardaste en devolver la plata del préstamo?

- El plazo era de un año y lo devolví en seis meses. Ahí empecé a ponerle el lomo al bar.

El nacimiento

En 1972 abrió por primera vez sus puertas el local, en ese primer momento Aroldo tenía solamente dos empleados que trabajaban en el bar. Aroldo sostiene que lo que ayudó mucho al comercio a despegar fue el boca en boca. Sus primeros clientes fueron personas conocidas en la época y estos lo recomendaban a sus conocidos.

Pero además del boca en boca, el 'Bar Enrique' ofrecía alternativas en su menú que en su momento no existían en la ciudad. "Ya en el bar de mi padre comenzamos a vender chopp de cerveza, al principio venían en barriles de madera, por lo que había que venderlos en el día porque sino se echaba a perder porque la madera filtraba el aire. Luego comenzaron a venir en tambores de aluminio herméticos de 50 litros y te duraban dos días y medio. En un fin de semana vendía de dos a tres barriles. No lo ofrecía ningún otro bar y a la gente le gustaba el sabor suave que tenía", dice.

Otro de los grandes aciertos del comercio fue su oferta gastronómica. Al respecto comenta Enrique: "Antes de que abriera el bar, en Pergamino se comía sándwiches de jamón y queso o salame y queso. Entonces comencé a hacer sándwiches de lomo, de pollo y de otros tantos ingredientes y la gente venía y venía a comer. También empecé a ofrecer picadas calientes, que fue una idea se me ocurrió en un bar de Mar del Plata, ofrecíamos 30 bandejitas diferentes que incluían mondongo, papas fritas, riñones y muchos más productos".

No obstante esto, Aroldo insiste en que en su trabajo no hubo nada de "inspirado" y que se trató de "poner el lomo". Su horario de trabajo comenzaba al mediodía y se extendía hasta que se levantara la última mesa del turno de la noche. También explica el éxito del local en el hecho de que en aquella época no existían tantos bares en Pergamino, "hoy hay por todos lados", dice.

- Lo que más salía en el bar era el sándwich de lomo, ¿a qué precio lo vendías?

- 6,50 pesos, jajaja. Y lo que te cobran ahora.

El famoso sándwich de Juanacho

Se denomina pebete al típico pan de Viena que se sirve en todos los bares de Argentina y de Uruguay. Es de forma ovalada, corteza tostada y fina, miga esponjosa y se lo elabora con harina de trigo candeal.

El sándwich de pebete suele servirse con jamón y queso o con salame y queso, y este puede consumirse frío, que es la manera más tradicional, o caliente.

Pergamino tiene la particularidad de ser la única ciudad en la que el nombre del sándwich de pebete caliente tiene otra denominación y se lo llama Juanacho.

La variación de nombres de los sándwiches es común, en muchas localidades del interior del país, entre las que se encuentra Pergamino, al clásico sándwich de miga tostado se lo conoce como Carlitos, mientras que en otras ciudades se lo pide como un Tostado.

"Seguramente la procedencia del sándwich de pebete caliente sea de Buenos Aires. Cuando abrí el Bar en el año 1972  no lo ofrecíamos en nuestra carta. Pasados unos años el bar que pertenecía a la familia Chida y que estaba ubicado en calle Dr. Alem comenzó a prepararlo y lo llamaba "uno de esos". A partir de entonces nosotros también lo incluimos en el menú porque era un producto que se pedía mucho".

"Un día estábamos con Raúl Giannoti en el bar y me dijo "¿por qué no lo llamás Juanacho?". Me quedé pensando y la verdad es que me pareció un buen nombre para un sándwich. Así que lo anotamos en el menú con ese nombre. Al principio la gente preguntaba qué era un Juanacho pero con el correr del tiempo el nombre se terminó imponiendo y todos comenzaron a llamarlo así", explica Enrique.

Y agrega: "En definitiva no es más que un pebete caliente el cual lleva jamón, queso, tomate y mayonesa, y se calienta en el horno o en la carlitera. Pero fue sorpresivo que su nombre se haya impuesto de manera tan contundente. Ahora, si me preguntás por qué Giannoti lo bautizó como Juanacho, no te lo puedo responder porque no lo sé y tampoco se lo pregunté".

El bar que marcó una época

Durante las décadas de los 70', 80' y principios de los 90', no había pergaminense que no haya pasado por el local a tomar un café, un chopp o a comer. Aroldo sostiene que en sus mejores noches tenía 60 mesas ocupadas y trabajaba con cinco mozos atendiendo las mesas y otras cinco personas elaborando los platos en la cocina.

Estima que desde que el bar abría por la mañana hasta su cierre por la noche, un promedio de 150 personas se sentaban en sus mesas. 

Durante las noches más cálidas de la primavera y el verano, las mesas del bar se extendían hasta la esquina de Avenida Colón y Avenida de Mayo. Los mozos no paraban de atender ni los cocineros de preparar platos y los turnos eran agotadores. Las mesas que se desocupaban eran ocupadas al instante por nuevos comensales que esperaban su oportunidad de sentarse.

Todo fue así por 31 años para Aroldo Enrique. Inauguró el bar con 32 años y en el 2003, con 63, decidió retirarse del negocio y dejarlo en manos del esposo de su hija. Cansado de tantos años de "ponerle el lomo" decidió tomarse un merecido descanso.

Hoy en día, Aroldo lleva una vida mucho más relajada y bastante alejada del ritmo frenético que le demandó el bar durante 31 años. Pero su vida sigue, de alguna manera, ligada al 'Bar Enrique', vive a la vuelta de donde se encontraba el local y su patio conecta con lo que años atrás fue la cocina de uno de los bares más recordados. Y cuando sale de su casa es inevitable que la gente lo reconozca y le mencionen las vivencias que transitaron en las mesas del bar, allí, al aire libre, de cara al entonces Boulevard Colón, rodeados de amigos y afectos. "Vos imaginate la cantidad de gente que habrá ido al bar en 31 años. Muchas veces cuando alguien pasa y me dice "chau Enrique", yo les devuelvo el saludo pero siempre me quedo pensando, "¿y éste quién es?", jajaja", dice Aroldo Enrique, creador del célebre 'Bar Enrique'.

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