Pergamino
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Marcelo "Mago" Aldape, ídolo de Douglas Haig y excompañero de Maradona

El futbolista nacido en Loma Negra y radicado en Pergamino desde hace 36 años visitó EN VIVO: DiarioNucleo.com y habló sobre sus comienzos, el fútbol, su familia y su agradecimiento en la ciudad.

Marcelo Aldape es una de las leyendas del fútbol local: Nacido en la localidad bonaerense de Loma Negra, próxima a Olavarría, jugó en Boca, Temperley, Talleres de Córdoba, Racing Club de Avellaneda y Douglas Haig. Estuvo un año en Colombia; conoció a Maradona, a Hugo Gatti y a casi todas las figuras destacadas de su época. En 1988 llegó a Pergamino para jugar en Douglas Haig, donde descolló durante varios años y se convirtió en ídolo de la hinchada rojinegra. 

Días pasados, Aldape visitó los estudios de Fana Digital y participó en la últma edición de EN VIVO: DiarioNucleo.com; donde habló de sus inicios en el deporte, su historia, el fútbol y su cariño por Pergamino "esta ciudad me dio todo, mis dos hijos nacieron acá y aquí tengo mi trabajo" dice con la humildad que lo caracterizó siempre. 

Sos Pergaminense por adopción

Claro, nací en Loma Negra, en una estancia perteneciente a Alfredo Fortabat, propietario de la famosa cementera, ahí viví mis primeros años e hice mis primeras actividades en el deporte. Después anduve por muchos lugares, siempre con el fútbol, hasta que en 1988 llegué a Douglas y desde ahí me quedé en Pergamino.
De mis primeros años recuerdo que estábamos todo el día jugando a la pelota, no se nos ocurría hacer otra cosa. Desde que tengo memoria me gusta el fútbol, así que lo practiqué siempre y fui aprendiendo cosas.
Arranqué jugando en mi ciudad y después tuve la posibilidad de ir a probarme a las inferiores de Boca Juniors y tuve la suerte de quedar.

¿Sos hincha de Boca?

Sí, tuve la suerte de que me hayan llamado al principio de Boca de y quedar ahí pero si me hubieran ido a buscar de cualquier otro club me hubiera ido igual porque me gustaba mucho el fútbol.
Tengo una anécdota porque el estudio no me gustaba tanto como el fútbol, yo tiraba más para ese lado, y entonces la profesora de matemáticas, me acuerdo, que el día de mañana si tenía alguna lesión y no podía jugar al fútbol que iba a hacer con mi vida. Pero bueno, con ese pensamiento no puedo llegar a ningún lado porque si estudio para cirujano y me rompo un dedo, después no puedo operar más, no puedo hacer nada tampocio.
Mi cabeza era el fútbol, y por suerte pude vivir del fútbol, pude pasar por varios clubes, y estoy contento por ese lado.



¿Cómo era jugar en Boca Juniors en aquella época?

Para mí era todo un sueño; imaginate que tuve la oportunidad de practicar con Diego Maradona nada menos: no alcancé a jugar con el pero sí de compartir prácticas, eso fue en 1981.

¿Cómo era Diego con ustedes? ¿Era macanudo?

Diego era un monstruo porque ya era una estrella en esa época, había debutado en primera con 16 años y en ese momento tenía 21 y era un poco el espejo en el que nos mirábamos. Nosotros estábamos ahí, terminaba la práctica y nos íbamos a cambiar rápido, para verlo patear porque el se quedaba practicando tiros libres, y nos quedábamos a mirarlo porque  era una delicia cómo le pegaba la pelota y se sabía que era un monstruom , que iba a llegar donde llegó.

¿Pudiste cruzar algunas palabras con él?

Sí pero poco porque por ahí él estaba en otro ambiente, pero ahí en la práctica sí, chistes continuamente, porque teníamos la misma edad, los mismos momentos como para jugar al fútbol y todo, pero no una amistad.  


De las inferiores de Boca a la primera de Temperley.

Pasé a Temperley y tuve la suerte de que en ese año ascendimos a la Primera A, fuimos a la final con Atlanta y para determinar quién era el campeón se patearon como 26 penales para definir, al día de hoy lo siguen comentando. En ese partido estuvo como arquero Héctor Cassé, que también jugó   acá en Douglas, fue uno de los partícipes porque atajó un penal y bueno, tuvimos la suerte de ascender. Y ahí fue donde empecé a ser un poco conocido en Temperley porque eran Nacional y Metropolitano los torneos y tuve la suerte por ahí de hacer muchos goles en ese nacional y ahí es donde empecé a ser conocido por el tema del fútbol.

¿Siempre te desempeñaste como delantero?

Siempre me sentí cómodo jugando de 9 retrasado, yo de pibe jugaba de 11, era rápido y era zurdo, entonces era buen izquierdo en esa época y después cuando fui creciendo y pasé a Temperley un técnico me puso como un 9 y medio, que no era ni 9 ni 10, era un 9 y medio; fue el puesto que mayormente me manejaba y me gustaba y por eso estuve cerca siempre del arco y hacía goles, la verdad que ese puesto me gustaba.

¿Y después volviste a Boca?

Claro; pasó que no me vendieron en su momento a Newell's Old Boys, que querían tenerme, pero lo impidieron. Sin embargo después tuve la opotunidad de volver a Boca, pero ese año no fue bueno; estaba Alfredo Di Stéfano como Técnico y entonces jugaba muy poco porque él no me ponía de 9 retrasado sino que quería que me desempeñara como carrilero y no era mi gusto así que no participaba, entonces le dije al ayudante de campo que era Mario Sanabria que no me sentía cómodo en esa posición. Fijate cómo sería la cosa que no se podía hablar diréctamente con Alfredo, había que hacerlo con el ayudante de campo como intermediario. Así que Mario me contó que Di Stéfano decía que si no me gustaba jugar donde él me ponía que me fuera a jugar a la reserva, y me mandó para allá.

Medio mal llevado el hombre...

Es que venía con otra idea, de España, del Real Madrid y bueno, allá estaba avanzado pero acá no lo comprendían. De hecho, no fue buena esa campaña de Boca. Ni siquiera llegó a ser un equipo estable; habían pasado (Julio) Olarticoechea y (Carlos) Tapia de River a Boca y (Oscar) Ruggeri y (Ricardo) Gareca de Boca a River, eso no fue bueno.

¿Cómo fue la experiencia en Colombia?

Fue muy lindo, estuve un año allá y es diferente porque cada ciudad tiene un equipo destacado y casi no se habla de clubes sino de ciudades; había que trasladarse mucho para jugar los partidos. Estuve en el Once Caldas, de Manizales, y fui con Omar de Felippe, que es el técnico de Central Colo, que salió campeón de la Copa Argentina, tuve la suerte de ver que son las cosas allá desde lo técnico y también una experiencia de vida que fue linda.

De ahí fuiste a Racing de Avellaneda.

Ahí también me tocó jugar poco porque siempre estaban cambiando los técnicos; había estado Rogelio Domínguez al principio, después vino (Alfio) Basile, cada uno con su idea de equipo y entoces no llegaban a armarse. Era una época complicada para el club en lo deportivo. De ahí fui a jugar a Talleres y finalmente me hicieron una propuesta para venir a Douglas y acepté.

Formaste parte de una época muy recordada en la historia del rojinegro.

En ese entonces Dogulas recién empezaba en esa categoría (Nacional B) porque había ascendido en 1986 y yo llegué en el 88, ese año casi nos vamos al descenso. Después se armó un equipo con grandes jugadores y estuvimos casi peleando la punta con Huracán en ese torneo, y pudimos hacer una cantidad de puntos que nos mantuvo bien posicionados en la tabla y de a poco nos fuimos haciendo también conocidos. A partir de ahí se forjó la idea de que era muy difícil ganarle a Douglas en Pergamino. Era un equipo duro, bien armado y pensado para sacar la mayor cantidad de puntos; "bilardista" por decirlo de alguna manera. 

Finalmente quedaste como una de las figuras de Douglas y la gente te recuerda después de tantos años.

La verdad es que me sentí muy cómodo en esta ciudad. Me abrió las puertas. Yo me había casado en 1985 con Daniela y Juan Cruz, mi primer hijo, nació en 1989, acá en Pergamino. Después en 1993 nació Juan Ignacio; o sea que tengo dos hijos pergaminenses así que siento que por un lado tengo sangre pergaminense.

¿Por qué te dicen Mago?

Me lo puso un relator de radio, seguramente habré hecho una jugada. No me acuerdo en qué partido. Una jugada media rara. Y entonces la relató como "el mago de galera y bastón que entró al área y...", una cosa así. Por algún motivo quedó; yo no tenía sobrenombre así que quedó El Mago, fijate que hasta los chicos me dicen así.

¿Tuviste una relación cercana con Hugo Gatti?

En ese tiempo éramos chicos; teníamos 17 o 18 años y los jugadores de primera nos hacían lavarles los autos. Era un rebusque porque ellos estaban concentrados y nostros vivíamos ahí en La Candela y mientras estaban ahí les lavábamos los autos y nos tiraban una propina. Pero el Loco no. Nunca nos dió un mango (risas). A veces Gatti te decía "Marce, vamos a tomar un café", nos sentábamos, tomábamos el café y el se paraba y se iba. Nunca pagaba (jaja) le salían esas cosas porque era muy entrador, un personaje, pero imaginate la bronca: ellos eran la primera de Boca y nosotros no teníamos un mango, apenas nos daban algunos viáticos. Me imagino que con lo que ganaba para un café le alcanzaría, al menos hubiera pagado el suyo (risas).

¿Qué características le ves al fútbol de hoy? ¿Te gusta más que el de tu época?

Ha cambiado un poco. Pero no tanto. Yo digo que no ha levantado mucho el fútbol porque no se ha visto la técnica que debería haber en estos años de haber avanzado, son pocos los jugadores que la tienen y esos al año o dos de debutar se van a jugar afuera. El fútbol de la Argentina tiene eso: tiene valores; tiene buenas divisiones inferiores. Fijate cómo Velez ha sobresalido en ese punto y eso hace que surjan jugadores como ha sucedido ahora en este torneo. Eso es lo que se tiene que lograr. Unir una parte técnica con una parte de experiencia que yo creo que es la base. Lo que pasó a River, lo que Boca no puede encontrar. River había encontrado en un equipo con Gallardo. 
También ahora se está jugando un "fútbol total", ya que en el ámbito internacional todos andan por todos lados, corren, tienen una técnica bárbara, no la pierden, meten pases precisos. Eso es lo que se ve ahora. 

Si tuvieras la oportunidad de charlar con alguien que está empezando en el fútbol, de 12 o 13 años ¿Qué le recomendarías?

Tiene que estar pensando en adquirir la técnica suficiente como para llegar a la división inferior o a primera  y decir "estoy preparado". Porque por ahí se llega y uno no está capacitado para meter un pase o para estar perfilado. Cuando yo era chico me la pasaba pegándole a la pelota en una cancha de pelota paleta, contra el frontón, horas y horas, y eso me dio una buena pegada. Lo ideal es que el chico tenga la técnica suficiente como para llegar arriba y sea un verdadero jugador. Después lo otro se lo podés ensamblar. La parte física, la estrategia, la técnica, va en todo ensamblado.

¿Vale la pena el esfuerzo?

Definitivamente sí; pude vivir del fútbol y pasé momentos bárbaros así que estoy muy contento. Y además estoy muy agradecido con Pergamino, que me abrió las puertas, y con Hernán Apesteguía, que me permitió tener un trabajo desde hace tantos años.