La historia del estafador que convenció al país de que el tesoro del virrey Sobremonte estaba escondido en Pergamino
Corría el año 1938 cuando Viernes Scardulla dio a conocer ante la Policía una intrincada mentira que había ideado tres años antes.
Rafael de Sobremonte y Núñez fue un noble español que ostentó el título de III marqués de Sobremonte. Debido a su formación militar fue designado virrey del Río de la Plata tras el deceso de Joaquín del Pino y Rozas.
Su cargo duró apenas tres años, de 1804 a 1807, cuando se produjeron las primeras Invasiones Inglesas. Sobremonte estaba radicado en Buenos Aires y cuando los 1560 invasores ingleses llegaron a la ciudad, en el contexto de la guerra entre España y el Reino Unido, decidió recolectar todo el tesoro del virreinato y huir hacia la provincia de Córdoba.
Desde entonces, su nombre fue sinónimo de cobardía y también fueron muchas las especulaciones de la época sobre qué había pasado del tesoro con el cual huyó. Una de las historias más fantásticas ocurrió 132 años después y unió los destinos de los cofres cargados de lingotes de oro y joyas con la ciudad de Pergamino. Su responsable fue un timador de principios del siglo XX llamado Viernes Scardulla.
- Retrato del Virrey Sobremonte
El hombre nacido en la ciudad de Venado Tuerto era conocido en las localidades vecinas por ser un estafador de poca monta pero que en el año 1935 comenzó a hilvanar una historia tan sensacional que lo hizo ser portada de todos los periódicos de la época.
El 4 de agosto de 1938 se presentó con vestimentas de harapiento ante la División Defraudaciones y Estafas de la Policía Federal para denunciar un engaño. Ante la mirada sorpresiva de los agentes policiales, afirmó que en el año 1935 había descubierto el tesoro del virrey Sobremonte en la estancia "La Blanquita" de la ciudad de Pergamino.
En su relato, sostuvo que el hallazgo lo hizo junto a su cuñado y que al no saber qué hacer con el valioso tesoro que constaba de 100 kilos de oro y 33 de piedras preciosas decidió esconderlo en el sótano de su casa de Venado Tuerto. El gran timador prosiguió con su versión ante los policías declarando que un tiempo más tarde decidió pedir ayuda mediante una misiva al Senado de la Nación y que la misma fue contestada por un hombre llamado Dr. Roque Monti, funcionario del Senado, quien le aconsejó que llevara los cofres a Buenos Aires.
Fue así como se presentó en el Senado junto con los cofres y se retiró del lugar con la promesa de Monti que, según las leyes de la época, le correspondían treinta mil pesos por el hallazgo. Los años pasaron y la promesa nunca se materializó. Fue por esta razón que Scardulla se presentó tres años después en la División Defraudaciones y Estafas de la Policía Federal para denunciar que había sido estafado.
La policía dio crédito a su versión y como primera medida ordenaron el arresto de Monti, quien a la hora de ser detenido resultó ser Carlos Valdivieso, chileno de 52 años, quien tenía en su haber varios casos de estafas.
En el Departamento Central de Policía, Valdivieso tomó la drástica decisión de terminar con su vida y se arrojó del segundo piso del edificio. Tras conocerse este trágico hecho, los periódicos nacionales escribieron páginas y páginas contando la historia de un pobre provinciano que había sido engañado por un estafador y la opinión pública se puso de su lado. Viernes Scardulla lo había logrado, su ingeniosa mentira engañó a todo un país y los argentinos sentían pena por lo que le había pasado. Pero el final de la historia estaba lejos de escribirse porque en su relato había varias inconsistencias.
- Momento de la excavación en Pergamino
La posibilidad de que los cofres con el tesoro del virrey Sobremonte fueran encontrados en el país generó una gran conmoción y levantaron muchas expectativas, tal es así que, el 8 de agosto de 1938, una patrulla de la policía viajó junto a Viernes hacia la ciudad de Pergamino para inspeccionar el lugar del hallazgo.
Los agentes de Capital Federal fueron recibidos por el jefe de policía de Pergamino, Alfredo Lastra Hamilton, quien conocía la fama de timador del denunciante pero optó por no alertar a sus pares. La expedición policial se realizó en la estancia “La Blanquita”, los oficiales pretendían que Viernes les mostrara dónde había hallado el mítico tesoro. El timador estaba seguro de la estrategia a seguir para dilatar la situación y no ser descubierto, cosa que quizás habría conseguido de no ser por la aparición de un herrero.
La gran exposición pública a lo que estuvo expuesto Viernes le jugó una muy mala pasada debido a que la historia llegó a oídos de personas que realmente sabían quién era en verdad. Uno de ellos fue Pedro Bonfanti, herrero de profesión, quien se acercó a la Policía y declaró que en el año 1935 Viernes Scardulla le solicitó la confección de unos cofres a los que luego llenó con hierros viejos y los soldó.
La situación se complicó aún más cuando apareció en escena Santiago Trucco, su cuñado, aquel mismo que, según la versión de Scardulla, estuvo presente en el momento del hallazgo. Este negó todo y la mentira comenzó a salir a la luz frente a los policías y periodistas que se habían trasladado hacia Pergamino para narrar lo que hubiera sido el hallazgo del siglo.
El mentiroso más grande del mundo
En cuestión de días Viernes pasó de ser un pobre provinciano engañado a un gran estafador que engañó a un país entero con una mentira que diagramó durante tres años. A partir de ahí se comenzó a conocer el pasado de Scardulla, que había sido curandero, que era tahúr en pulperías y boliches decadentes y que tenía fama de ser un habilidoso charlatán capaz de narrar historias tan extraordinarias como inverosímiles.
Cuando un policía tuvo la idea de revisar su prontuario, también se descubrió que había sido cómplice de la banda “El Pibe Cabeza”, un delincuente oriundo de Colón dedicado al robo mediante asaltos en la década de 1930, y que había sido detenido por este motivo.
“El mentiroso número uno”, como lo apodaba la prensa tras conocerse su engaño, fue condenado a cuatro años de prisión por los delitos de ‘falsa denuncia, falso testimonio y ejercicio ilegal de la medicina’.
El 12 de agosto del año 1938, el jefe de Defraudaciones y Estafas expresó que, con el cuento del tesoro del Virrey Sobremonte, Scardulla le había sacado plata a al menos a 4 personas, entre las que se encontraba su suegra, por un valor total de $101.400, lo que era muchísima plata en ese momento.
Acerca del por qué de su fraudulenta invención, Scardulla nunca fue claro pero dejó entrever que debía mucho dinero por el juego y que con la historia del tesoro pretendía obtener préstamos y créditos.
Las investigaciones realizadas en ese entonces dan cuenta de algo muy interesante acerca de la relación entre Scardulla y el estafador chileno Valdivieso. Aparentemente, Valdivieso se encontraba tras los pasos de Scardulla por una importante deuda y según se cree el hombre de Venado Tuerto le envió a la policía a propósito para sacárselo de encima y de esta manera no pagar lo adeudado.
Tras cumplir su condena regresó a vivir a Venado Tuerto en donde siguió ejerciendo como curandero, también se dedicó a la crianza de caballos y comenzó imaginar un libro de memorias en las cuales seguiría insistiendo en que verdaderamente había encontrado el tesoro del virrey Sobremonte, el mismo que fue hallado en el año 1806 por el brigadier inglés William Carr Beresford en los depósitos del cabildo de Luján durante la medianoche del 30 de junio. Su destino final fue Londres en donde fue convertido a libras esterlinas.
Viernes Scardulla nunca llegó a publicar sus memorias, murió en 1977, a los 74 años, en San Luis.