A comienzos de la década de los 90' Pergamino tuvo la particularidad de ser la única ciudad de la región en tener un auto helado. Se encontraba ubicada en la zona del Cruce de Caminos y el responsable de la innovadora idea fue Raúl Maza, dueño de la tradicional heladería La Fe.
El empresario vió la oportunidad comercial de poner una heladería en un lugar por el que transitaban muchos autos y su recepción fue todo un éxito. Para materializar su visión se juntó con el arquitecto Jorge Rocchi, quien estuvo a cargo del diseño y de la funcionalidad de la emblemática heladería.
Rocchi dialogó en exclusivo con diarionucleo.com y contó cómo nació el proyecto y cuáles fueron los desafíos como profesional que tuvo que afrontar para diseñar una de las heladerías más recordadas por los pergaminenses.
El comienzo del proyecto
El reconocido arquitecto recordó: "El objetivo era utilizar el circuito de la "vuelta del perro" que existía en ese momento. Hay que aclarar que en ese entonces la gente se movía mucho en auto y salían a pasear hasta el Segundo Cruce y luego volvían hacia el Primer Cruce, era un momento de recreación casi obligado porque no se usaba mucho el paseo por la avenida principal o por la peatonal".
Tomando de base esta particularidad, Raúl Maza comenzó a pensar cómo hacer para captar a esa gran cantidad de vehículos que circulaban por la zona. "Realizamos sondeos acerca de cuántos autos pasaban por el lugar, entonces comenzamos a preguntar en El Refugio y en otros comercios de la zona para obtener ese dato", expresó Rocchi.
Cuando Mazza se decidió hacer realidad el proyecto consultó acerca de un local que se encontraba vacío y que había pertenecido a la BMW. "El local de la concesionaria de autos era cuadrado y tenía una amplitud trasera y lateral que nos permitió realizar el circuito de entrada y de salida por el cual pasarían los autos. Tenía un buen espacio que le permitía a los autos realizar maniobras sin problemas. Siempre respetanto la forma original del local, Tomamos la referencia lo que pasaba en los comercios de McDonald's. Sabíamos que se venía ese tipo de servicio", recordó.
Las obras del Auto Helado La Fe comenzaron en el año 1992 y para 1993 ya estaba listo para ser inaugurado. Tenía una impronta visual impactante que no fue resultado de la casualidad. "Teníamos que captar la atención de los conductores, entonces decidimos poner en el mostrador vasitos de helados, en el sector en que la gente se podía sentar afuera habíamos hecho unos toldos hexagonales, también montamos una cerca perimetral con agua que tenía puentes que generaban una especie de paseo y pusimos dos flechas verdes de casi dos metros de altura a modo de señalización. Ocurría que la gente pasaba en un ratito por el lugar y el reto era que los conductores capturen la imagen de lo que sucedía en el local. Considero que ese local hoy en día sería un golazo".
La idea del Auto Helado llamó la atención de los ciudadanos y no tardó en imponerse. Cientos de autos pasaban para comprar helado de una manera fluida y cómoda, y el trabajo de investigación y de obra dio sus frutos. El local de La Fe había logrado adoptar una imagen y un servicio inédito en ese momento. "La idea en ese tiempo era pegar fuerte con algo novedoso e innovador", señaló.
El arquitecto recordó la obra que llevó adelante junto a Raúl Maza con gran cariño y también se refirió a los desafíos que el trabajo le significó como profesional . "Mi gran preocupación a la hora de diseñar el local era no fracasar en la circulación, en el recorrido de los autos en el lugar. Por este temor, iba con mi auto hacia el local, pintaba la ubicación de las ruedas con tempera e iba estudiando en diferentes velocidades la movilidad del vehículo. El éxito para mi se basaba en que el cliente pueda llegar a la caja, que pague sin tener que bajarse del auto y que no tengo ningún obstáculo en su recorrido. Y por suerte funcionó a la perfección", concluyó Rocchi.
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