18 años. Esa era la edad que tenía el joven colonense Gerardo Marchisio cuando falleció en el hundimiento del Ara Belgrano en la guerra de las Malvinas, cuando el 2 de mayo de 1982 recibió el impacto de dos torpedos del submarino británico HMS Conqueror, pereciendo 323 de sus 1093 tripulantes en ese momento. A Gerardo, sólo le faltaban dos meses para ser dado de baja en el Ejercito.
La figura y el recuerdo de Marchisio permanecen presentes, inclusive el recinto del Honorable Concejo Deliberante de Colón lleva su nombre, al igual que la plazoleta de barrio Rivadavia, donde supo jugar y pasar momentos de su infancia.
Lector: por un momento deje de leer estas palabras, levante su mirada y busque a su alrededor algún jovencito de 18 años e imagíneselo arriba de un barco en medio de una guerra. Impensado. Porque son niños. En el 82, pequeños del interior de esas edades fueron armados y enviados al conflicto bélico en condiciones muy precarias.
Gerardo fue una de las víctimas de la locura del poder. Su hermano mayor, Carlos, habló con diarionucleo.com sobre lo vivido en aquel momento por su familia. A pesar del dolor, recordarlo es una forma de aliviar una herida que nunca cerrará. “Gerardo entró por sorteo, con el número novecientos y pico. Por ser alto le tocó ir a Bahía Blanca, donde fue elegido para ser parte del buque. Inclusive prestó servicio cuando fue el conflicto con Chile por el Canal de Beagle”, recordó.
Bahía Blanca un lugar tranquilo
A principios de 1982 en la Guarnición de Ejército se realizaron las planificaciones de la Operación Rosario1 El Comando del V Cuerpo de Ejército «Teniente General Julio Argentino Roca» trabajó junto al Comando de Operaciones Navales de la Armada Argentina, conducidos por el general de división Osvaldo Jorge García y el vicealmirante Juan José Lombardo, respectivamente. La Guarnición de Ejército se convirtió en una de las principales bases de las Fuerzas Armadas.
Allí, según recuerda Carlos, “no pasaba nada, hasta que lo llamaron para sumarse al conflicto bélico”, dos o tres días antes, inclusive, no sabían que iban a estar cerca de las Islas Malvinas, en zona de exclusión. “Ellos eran el custodio del porta avión. Nadie sabía nada hasta el último momento que embarcaron por allá”, recordó Carlos junto a su esposa María del Rosario.
La comunicación en tiempos de guerra
Las cartas eran el principal medio de comunicación entre los soldados y sus familiares. Aunque luego se supo que aquellos escritos nunca llegaban a destino. “No los dejaban comunicarse directamente con los familiares”, dijo Carlos, quien también recuerda que mientras los soldados estaban en tierra, antes de la guerra, cada tanto podían llamarlos por teléfono.
Gerardo, un joven apasionado por el deporte
La vida de Gerardo iba más allá de ser soldado. Eso fue por obligación y no por elección. Apasionado del deporte, le gustaba jugar al fútbol y era hincha de Barracas, aunque disputó algún que otro partido para Porteño. También le gustaba el rugby, deporte que también practicaba.
A pesar de su corta edad, ya trabajaba. “Estaba en una metalúrgica, en Cestari. Cuando fue llamado dejó todo. Pero siempre pensaba en volver porque tenía proyectos en mente, inclusive, quería seguir trabajando en su antiguo empleo”, contó.
El fatídico 2 de mayo
El Ara Belgrano fue hundido el 2 de mayo. “La noticia nos sorprendió por completo. No lo podíamos creer, recuerdo que nos enteramos como a las 5 de la mañana, porque en esa época nos levantábamos temprano para ir a trabajar”, explicaron Carlos y María del Rosario.
Hasta el día de hoy, la familia no tiene un lugar dónde recordarlo. Incluso, la fría burocracia catalogó a los fallecidos del Belgrano como desaparecidos. “Al no encontrarse el cuerpo figura como desaparecido”, reveló.
Por eso, cada 2 de mayo la herida se reabre. “Se viene todo el recuerdo, la memoria, te da bronca; te da tantas cosas que uno no está al alcance de nada. Es todo impotencia. Desgraciadamente por un tipo, un loco al que se le antojó mandar a chicos sin experiencia y sin armamento a una guerra terminó destruyendo muchas familias”, dijo. Y Anexó: “Yo tengo un nieto de 18 años y lo veo un nene y él sería de la misma edad. Son niños, son chicos inocentes”.
"Gerardo fue feliz"
Quince días antes de embarcar para ir a la guerra, Gerardo fue padrino de su primero sobrino, que hoy, justamente, tiene 41 años. “Estaba feliz. Nosotros somos dos de Boca y él era de River, así que quería que su ahijado fuera del millonario también, pero no llegó a conocerlo casi”, comentaron. Oscar sabe que es hermano de un héroe, por eso recordarlo y hablar de él es una manera no sólo de recordarlo, sino también de honrarlo.
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