El sector del juego en Argentina se encuentra en una situación compleja. Por un lado, contribuye de manera considerable al rendimiento económico, crea puestos de trabajo y genera ingresos para el Estado; por otro lado, plantea continuamente nuevas cuestiones, especialmente en lo que respecta a la regulación, la publicidad y la protección contra la adicción al juego.
Ante estos acontecimientos, cada vez es más importante saber en qué dirección evolucionará el juego en Argentina y si es posible establecer un marco regulador común. El análisis de las estructuras actuales, los indicadores económicos y las iniciativas legislativas previstas ofrece pistas sobre cómo podría ser el equilibrio entre el potencial económico y la responsabilidad social.
No existen normas uniformes, sino más bien un caos federal con obstinación regional
Un país con 24 sistemas de juego solo puede ser Argentina. A nivel nacional, no existe una ley general que regule claramente el juego. En su lugar, cada una de las 23 provincias y la ciudad autónoma de Buenos Aires deciden según sus propias ideas cómo quieren tratar la lotería y las apuestas deportivas, por ejemplo, los juegos de casino online en Casino777 y mientras que algunas regiones presentan modelos de licencia modernos, otras se aferran a directrices vagas o ignoran por completo el tema.
A primera vista, la base jurídica parece clara: el juego sigue estando prohibido, salvo que lo autorice expresamente una autoridad competente. Esta disposición figura en el Código Penal desde 2016 y constituye la base jurídica del sistema federal. En la práctica, esto significa que, mientras que Buenos Aires ya estableció en 2018 un sistema de licencias maduro para los proveedores en línea, Córdoba permite licencias con una vigencia de 15 años, grava el 10 % de los ingresos brutos y cuenta con su propia estructura de supervisión.
Las diferencias van desde los requisitos técnicos hasta la política fiscal y el tipo de control. Los proveedores deben adaptarse a un mosaico regional que tiene más que ver con el pragmatismo político que con la planificación estratégica. Las medidas nacionales para prevenir la adicción al juego o combatir las plataformas ilegales se ven regularmente obstaculizadas por esta fragmentación federal.
Auge en la red: cómo gestiona Argentina el juego digital
Con el inicio de la pandemia, el comportamiento de los jugadores en Argentina cambió significativamente. Los casinos online se convirtieron en la nueva normalidad. Se juega en el autobús, en la oficina o en el sofá de casa. Quienes se registran suelen hacer solo unos pocos clics: el acceso es sencillo y las barreras de entrada son bajas.
Sin embargo, en las provincias reguladas se aplican normas estrictas. Las plataformas digitales deben utilizar la geolocalización para verificar la ubicación del jugador. La verificación de la edad y los controles biométricos no solo son deseables, sino obligatorios en muchos lugares. Además, se aplican sistemas de protección técnica diseñados para detectar y responder a comportamientos problemáticos en una fase temprana.
El juego ilegal como mundo paralelo: incontrolado y peligroso
A pesar de todos los esfuerzos, prospera una economía sumergida que socava el mercado oficial. El juego ilegal florece, tanto en forma física en locales ocultos como en forma digital a través de sitios web sin licencia. El acceso suele realizarse a través de servicios de mensajería, redes sociales o transmisiones de YouTube, en los que se difunden enlaces a plataformas dudosas.
Es especialmente alarmante su magnitud. En la provincia de San Juan se han identificado más de 400 casinos online ilegales. Muchos de ellos operan desde el extranjero, utilizan dominios encubiertos y eluden los bloqueos locales mediante trucos técnicos. Los usuarios rara vez sospechan de la zona gris legal en la que se adentran.
Las autoridades actúan de forma puntual contra estos proveedores. Recientemente se cerró un casino ilegal en Buenos Aires, donde se incautaron dinero en efectivo, máquinas de juego e incluso un arma de fuego. En Internet, las fuerzas del orden apuestan por el bloqueo de dominios, el análisis de delitos cibernéticos y la cooperación con los proveedores de servicios de pago. A pesar de ello, el panorama sigue siendo dinámico y difícil de controlar.
Un mercado multimillonario con una importancia creciente
A pesar de todas las críticas, hay que señalar que el juego es un sector económico importante. En 2023, el sector online generó unos ingresos de alrededor de 450 millones de dólares estadounidenses. Las previsiones indican que esta cifra podría aumentar a más de cuatro mil millones en 2029, lo que supone casi una multiplicación por diez en pocos años.
Las razones de esta tendencia al alza son múltiples. Se está ampliando la infraestructura digital, se está optimizando el procesamiento de pagos y muchos proveedores están invirtiendo en aplicaciones fáciles de usar. Además, la creciente aceptación social contribuye a que cada vez más personas estén dispuestas a jugar legalmente.
El Estado también se beneficia de ello. A través de los derechos de licencia, los impuestos y los ingresos indirectos derivados del empleo, se genera una contribución relevante al presupuesto. Los clubes deportivos se aseguran fuentes de ingresos adicionales mediante acuerdos de patrocinio con proveedores de juegos de azar. Al mismo tiempo, queda claro que cuanto mayor es el mercado, mayor es la presión reguladora.
Los inversores internacionales observan el mercado argentino con creciente interés. A pesar de la incertidumbre jurídica, muchos proveedores ven oportunidades, siempre que las condiciones marco se regulen de forma fiable a largo plazo.
¿Hacia dónde se dirige este mercado?
Argentina se encuentra en una encrucijada decisiva. Por un lado, crece la presión para regular finalmente el juego de azar de manera uniforme a nivel nacional. Por otro lado, sigue existiendo la voluntad política de mantener el control federal. Esta tensión caracteriza todos los debates actuales, ya sea sobre publicidad, protección de menores o concesión de licencias.
Al mismo tiempo, la tecnología avanza a pasos agigantados. La inteligencia artificial detecta comportamientos de juego arriesgados, las aplicaciones móviles se utilizan para el autocontrol y nuevos conceptos como la gamificación apuestan por mecanismos de recompensa para fidelizar a los jugadores.
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