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Día del Martillero Público

Es importante destacar la relevancia de contar con un profesional matriculado, ya que su intervención y asesoramiento asegura a ambas partes, comprador y vendedor, una operación justa y sin riesgos.

Como cada año, el 11 de octubre se celebra el Día del Martillero Público y Corredor, en conmemoración de la Asamblea Constitutiva realizada en Tandil en 1943, encuentro fundacional de esta profesión que realiza una actividad clave para el desarrollo económico, el acceso a la vivienda y la organización transparente del mercado. 

El 11 de octubre 1943 se consolidó la idea de crear una Asociación, Federación o Colegio de Martilleros y Corredores Públicos. Finalmente, el 22 de diciembre de 1945, se estableció que el 11 de octubre sería el “Día del Martillero Público”.

El antecedente más antiguo que se conoce sobre la actividad proviene del antiguo Imperio Romano, donde un funcionario designado por el cónsul, llamado “pregonero”, vendía, previa exposición en una plaza pública, todos los objetos, obteniendo el mejor precio en una puja entre todos los asistentes.

El origen de la subasta proviene de esa época, cuando se vendían bienes, muebles, reses y los botines de guerras de los pueblos conquistados. Para señalizar el lugar de subastas, se utilizaba una lanza, o asta, que el funcionario pregonero mantenía en alto hasta recibir la última oferta, y luego la apoyaba sobre el objeto vendido, naciendo allí el término sub-asta (del latín “bajo el asta”) y la operación se denominaba “vendido en subasta”.

En nuestro país, el documento más antiguo es el registrado en el Acta de Cabildo de Justicia y Regimiento del 9 de abril de 1589, en el cual el funcionario del Estado vendía adjudicaciones para el cuidado de ganado (registrado en abril de 1590); otros nombramientos públicos en 1606, y luego en 1883 se establece el remate público como forma de venta de tierras fiscales.

Martillero y Corredor Público

El martillero público se especializa en remates y subastas de diversos bienes, incluyendo inmuebles, mientras que el corredor inmobiliario se enfoca exclusivamente en intermediar en compra-ventas y alquileres de bienes raíces, asesorando a los clientes y gestionando las transacciones. 

Esta actividad, desde su reglamentación en el Código de Comercio, hace 150 años, fue evolucionando hasta convertirse en una profesión a la que se accede con título universitario, a partir de la sanción de la Ley Nº 25.028, Régimen Legal de Martilleros y Corredores.

Es importante realizar las operaciones por intermedio de un profesional matriculado. Su intervención y asesoramiento asegura a ambas partes, comprador y vendedor, una operación justa y sin riesgos. En efecto, sirve para evitar caer en manos fraudulentas que, alegando ser profesionales o asegurando un buen negocio, causan una desagradable sorpresa que puede determinar hasta la pérdida de todo su patrimonio o inversión. Por lo tanto, es necesario recurrir siempre a una inmobiliaria que tenga a su frente a un profesional matriculado.

Orientación y consejería

Este profesional no solo orientará y aconsejará acerca de su mejor opción de negocio, sino que también se asegurará de que el mismo se realice con la transparencia que esta operación requiere, para esto el corredor se asegurará de comprobar la existencia de los instrumentos (títulos, certificados del registro de la propiedad y las personas, deudas de impuestos, etcétera) que acrediten la propiedad del inmueble asegurando a su vez, a ambas partes, el precio justo de la propiedad.

Hay que tener en cuenta que esta profesión no puede ser asumida por personas sin la capacitación necesaria.