En estos pueblos, las antiguas fábricas conviven con casonas de época, las calles arboladas invitan a caminar sin apuro y las costumbres de antaño siguen vivas en cada club de barrio o festejo popular. Allí, el pasado industrial se transforma en identidad y el entorno natural se convierte en un refugio para quienes buscan una escapada con alma.
Ubicado en el partido de Luján, Jáuregui es un destino que fusiona pasado industrial, naturaleza y cultura. Con la Abadía de San Benito, su rica historia textil y una comunidad activa, ofrece una escapada distinta. Ideal para quienes buscan serenidad sin alejarse de la tradición y el encanto rural de la provincia de Buenos Aires.

En Luján, al igual que en distritos vecinos como Mercedes, Exaltación de la Cruz y Pilar, el gobierno de Axel Kicillof lleva adelante el Plan Maestro Integral de la Cuenca del Río Luján, financiado por la Provincia. Los trabajos comprenden una extensión de 42 kilómetros en esos municipios y están destinados a proteger a 1.500.000 de personas.
La obra consiste en la ampliación de la sección del cauce del río para incrementar la capacidad de evacuación de grandes caudales de agua e incluye el reemplazo y la ampliación de distintos puentes ubicados sobre el río para mejorar las condiciones actuales de escurrimiento y complementar las obras de conducción.
El pueblo con pasado industrial que hoy seduce con su tranquilidad y tradición
Jáuregui, localidad del partido de Luján, se destaca como uno de esos rincones poco promocionados pero cargados de identidad. Es un lugar donde la historia industrial convive con la espiritualidad y el paisaje natural, atrayendo a quienes buscan desconectarse sin resignar cultura ni tradición.

Orígenes ligados al tren y a la industria textil
La historia de Jáuregui comienza en 1884, cuando el empresario vasco José María Jáuregui donó tierras para la estación del Ferrocarril del Oeste. Esto impulsó el crecimiento agrícola y ganadero de la región.
Pero el gran salto se dio en 1928, con la llegada del belga Julio Steverlynck, quien adquirió un molino harinero y fundó la Algodonera Flandria, una textil que transformó la economía local. No sólo generó empleo, sino que también construyó viviendas, escuelas, clubes y plazas para sus empleados, marcando la identidad del pueblo.
La Abadía de San Benito, un remanso de paz
Uno de los sitios más visitados es la Abadía de San Benito, un monasterio benedictino que se trasladó a Jáuregui en 1973. El entorno natural y la arquitectura invitan al recogimiento, ofreciendo actividades litúrgicas y retiros espirituales durante todo el año.
La impronta de Steverlynck también dejó huella en la estética urbana: calles arboladas, plazoletas y el notable Arco del Triunfo, una réplica de la famosa "Puerta del Oeste" estadounidense, símbolo de progreso y visión comunitaria.

Vida barrial, fútbol y tradiciones
El espíritu comunitario sigue firme en Jáuregui. Eventos como la Fiesta de la Comida Criolla reúnen a familias con gastronomía típica, danzas y música folclórica.
El deporte tiene su emblema en el Club Social y Deportivo Flandria, conocido como “El Canario”, que representa con orgullo al pueblo en el fútbol argentino y es parte del entramado social desde hace décadas.
Turismo rural y naturaleza a la vuelta de la esquina
Jáuregui está rodeado por el verde de la ribera del río Luján y campos que invitan al descanso. Hay propuestas de turismo rural, estancias y senderos ideales para caminatas o paseos en bicicleta.
Además, su cercanía con la Basílica de Luján y otros destinos del corredor turístico regional lo convierten en una opción muy atractiva para una escapada de fin de semana.

Un destino donde el tiempo parece detenerse
Visitar Jáuregui es reencontrarse con una Argentina más tranquila y auténtica. Entre su legado industrial, la espiritualidad de la Abadía, el fervor barrial y la belleza natural, este rincón bonaerense sigue cautivando a quienes eligen salir del ruido sin irse tan lejos.
Compartir