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Adultos mayores y salud: cómo envejecen los argentinos
SEGÚN UN ESTUDIO DE LA UCA

Adultos mayores y salud: cómo envejecen los argentinos

Uno de cada cuatro percibe que sus condiciones de salud son críticas. Además, el 25 por ciento padece malestar psicológico y otro 24 por ciento, trastornos en el sueño.

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Una de cada cuatro personas mayores percibe que sus condiciones de salud son críticas, mientras se evidencia que el déficit del estado de salud de esa parte de la población es de 30,9%, el malestar psicológico afecta al 25% y el 24% tiene problemas para dormir.

Estas son algunas de las principales conclusiones del estudio “Desafíos y oportunidades en el envejecimiento: Un balance de la última década en la Argentina” elaborado por el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina y que se conoció en las últimas horas.

El trabajo analizó las desigualdades significativas que afectan la percepción de la salud, el acceso a la atención médica y el bienestar emocional de los mayores.

Entre sus datos más impactantes, indica que el malestar psicológico afecta al 25,1% de la población mayor de 60 años, mientras que un 24,1% señala tener una mala calidad de sueño.

Al analizar la situación de la salud de la población observada, la encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA) clasifica esta percepción en tres categorías: no tener problemas de salud, tener algunos pocos problemas de salud y tener bastantes problemas de salud o padecer de alguna enfermedad crónica o grave.

De los resultados del trabajo se desprende que la forma en que los mayores perciben su salud varía de forma considerable.

Así, mientras una parte significativa declara no tener problemas graves, una proporción importante enfrenta dificultades de salud que comprometen su calidad de vida.

 

SECUELAS DE LA PANDEMIA

El estudio muestra como, para muchos de los consultados, las secuelas de la pandemia siguen siendo una carga, lo que se refleja en un aumento de las percepciones negativas sobre su bienestar físico.

Según el trabajo “después de la pandemia (2022-2023), hay un aumento en la percepción negativa de la salud”.

Esta situación es más notoria entre los mayores de 75 años, que presentan un déficit de salud percibido mayor en comparación con los que tienen entre 60 y 74 años.

Factores como la soledad y la viudez, además de la edad, pueden aumentar la sensación de vulnerabilidad.

El déficit en la percepción de la salud es mayor entre las mujeres mayores que entre los varones, especialmente tras la pandemia, lo que resalta la importancia de abordar las necesidades específicas de cada grupo, sugiere el trabajo.

Además, indica que el estado conyugal influye notoriamente en la autopercepción de la salud. La incidencia de este déficit es mayor entre los viudos y después de la pandemia (2022-2023) esta diferencia es muy significativa (más de 10 puntos porcentuales).

También la educación aparece como un factor relevante para explicar estas diferencias en la percepción de la salud. El informe explicó que “entre los de menor nivel educativo -secundario incompleto, a lo sumoel déficit es mayor. Es más frecuente que autoperciban su estado de salud como comprometido”.

Lo contrario sucede con los de mayor nivel educativo -secundario completo por lo menos- y son la minoría dentro de las personas mayores, según indicaron los expertos a cargo del trabajo.

El nivel socioeconómico también influye en la percepción de la salud: cuando este nivel es menor, resulta mayor el déficit de su estado de salud autopercibido. El relevamiento califica de “abismales” a las diferencias entre los extremos.

“En el muy bajo el déficit tiende a duplicarse respecto del medio alto”. Esta vulnerabilidad del nivel muy bajo “es mayor a la encontrada entre los de edad más avanzada (75 años y más)”, lo que muestra la estrecha relación entre la pobreza y la percepción de la salud.

Aunque acceder a una atención médica es esencial, un 20% de los consultados no realizan consultas médicas anuales, una situación que comenzó durante la pandemia.

Otro de los hallazgos relevantes del trabajo fue la dificultad de las personas mayores para proyectarse a futuro: al menos una de cada cinco mayores dijo que no puede pensar proyectos más allá del día a día.

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