“Empecé el gimnasio a principios de años y, a medida que gané masa muscular, hablé con mi preparador físico, quien me recomendó que consuma suplementos de proteína”, confió Gonzalo, un joven deportista de la Ciudad que, con el objetivo de hacer hipertrofia (ganar en fibra), complementó su dieta con estos productos. “Tengo problemas articulares y la kinesióloga que me ayudó a recuperarme de una tendinitis rotuliana me recomendó que ingiera suplementos de colágeno”, confesó Alicia, una jubilada de Ensenada que, de este modo, pudo recuperarse de su lesión. Estos son algunos testimonios de personas de la Región que suplementan su alimentación, bajo la supervisión de profesionales.
En la era de la información y el auge de las redes sociales, la cultura del bienestar ha tomado un protagonismo inusitado. Una de las manifestaciones más evidentes de este fenómeno es la creciente tendencia del uso de suplementos alimenticios, tanto en jóvenes como en adultos de avanzada edad. Este fenómeno no es exclusivo de un grupo etario, sino que atraviesa transversalmente a toda la sociedad, en la búsqueda constante de una vida más saludable y, en muchos casos, de un rendimiento físico y mental optimizado.
La industria de los suplementos ha crecido de manera exponencial en las últimas décadas. Lo que comenzó como un nicho para deportistas y culturistas se ha expandido a la población general, prometiendo beneficios que van desde el aumento de la energía y la mejora del rendimiento deportivo, hasta la prevención de enfermedades y la prolongación de la juventud. Las estanterías de las farmacias y tiendas naturistas se encuentran repletas de productos que van desde vitaminas y minerales, hasta hierbas exóticas y compuestos sintéticos que aseguran mejoras casi milagrosas en la salud.
Entre los jóvenes, el uso de suplementos se ha popularizado, en parte, debido a la presión social y la influencia de figuras públicas y “influencers” del fitness. Las redes sociales están repletas de imágenes y testimonios de personas que afirman haber transformado su cuerpo y su salud gracias a estos productos. En este contexto, los suplementos se presentan como una solución rápida y accesible para alcanzar los estándares estéticos y de rendimiento que la sociedad moderna impone. Los adolescentes y adultos jóvenes, en su búsqueda por el cuerpo perfecto, recurren a productos como proteínas en polvo, quemadores de grasa y pre-entrenamientos que prometen resultados rápidos y efectivos. La percepción de que estos productos son seguros y beneficiosos es reforzada por el hecho de que muchos de ellos están disponibles sin necesidad de receta médica, lo que contribuye a su consumo desenfrenado y, en muchos casos, sin el adecuado conocimiento de sus efectos secundarios.
En el otro extremo del espectro etario, los adultos mayores también han adoptado el uso de suplementos, aunque por motivos diferentes. La promesa de una vida más larga y saludable es un atractivo poderoso para quienes empiezan a sentir los efectos del envejecimiento. Suplementos como el calcio y la vitamina D son comúnmente utilizados para prevenir la osteoporosis, mientras que los antioxidantes y los ácidos grasos omega-3 son promocionados como aliados en la lucha contra las enfermedades cardiovasculares y el deterioro cognitivo. La medicina anti-edad, una industria multimillonaria, se apoya fuertemente en la venta de suplementos que prometen mantener la vitalidad y la salud en edades avanzadas.
Sin embargo, a pesar de las promesas y la popularidad de estos productos, el uso indiscriminado de suplementos no está exento de riesgos. En primer lugar, la regulación de los suplementos alimenticios es mucho menos estricta que la de los medicamentos. En muchos países, estos productos no necesitan pasar por los mismos rigurosos ensayos clínicos que los fármacos, lo que significa que no siempre se garantiza su seguridad y eficacia. Además, la interacción entre diferentes suplementos, así como entre suplementos y medicamentos, puede dar lugar a efectos adversos no previstos. Por ejemplo, el consumo excesivo de vitamina D puede provocar hipercalcemia, una condición peligrosa caracterizada por niveles elevados de calcio en la sangre. Del mismo modo, el uso prolongado de suplementos antioxidantes en dosis altas ha sido asociado con un aumento en el riesgo de ciertos tipos de cáncer.
Otro aspecto preocupante es la falta de conocimiento y supervisión médica en el consumo de estos productos. Muchas personas toman suplementos basándose en recomendaciones de amigos, familiares o información obtenida en internet, sin consultar a un profesional de la salud. Esto puede llevar a un uso inadecuado y potencialmente peligroso, especialmente en el caso de personas con condiciones médicas preexistentes. Por ejemplo, los suplementos de hierro pueden ser perjudiciales para aquellos con hemocromatosis, una enfermedad que provoca una acumulación excesiva de hierro en el cuerpo.
A pesar de estos riesgos, no se puede negar que los suplementos también pueden ofrecer beneficios significativos para la salud, cuando se utilizan de manera adecuada y bajo la supervisión de un profesional. En personas con deficiencias nutricionales diagnosticadas, los suplementos pueden ser una herramienta valiosa para corregir esos desequilibrios y mejorar la salud general. Por ejemplo, la suplementación con ácido fólico es esencial para las mujeres embarazadas, ya que ayuda a prevenir defectos del tubo neural en el feto. Del mismo modo, los suplementos de vitamina B12 son cruciales para los veganos, que pueden tener dificultades para obtener suficiente de esta vitamina esencial a través de una dieta basada exclusivamente en plantas.
El uso de suplementos en la población general también puede tener beneficios en ciertos contextos. Los deportistas, por ejemplo, pueden beneficiarse del uso de suplementos como las proteínas en polvo y los aminoácidos, que pueden ayudar a la recuperación muscular y al rendimiento deportivo.
Compartir