La pequeña localidad rionegrina de Bahía Creek se propone como destino para quienes buscan escapar del bullicio de las ciudades y conectarse con la naturaleza, al tiempo que cautiva a los amantes del mar, con sus inmensas playas emplazadas entre los acantilados patagónicos y grandes médanos.
Ubicada en la costa norte del Golfo de San Matías, lejos de las grandes multitudes, el pueblo, de apenas tres cuadras de extensión y escasos habitantes, mira de frente al mar y todavía no cuenta con servicios públicos: el agua se obtiene de perforaciones y para proveerse de energía se usan paneles solares o equipos electrógenos.
El paisaje cambia a medida que se aproxima el mar, donde los acantilados pierden altura y dan paso a una bahía de agua clara bordeada de médanos suaves.
Los días de verano más largos y soleados, propios de las latitudes australes, permiten al visitante disfrutar de unas de las aguas más cálidas de Argentina y de caminatas a través del cambiante paisaje de la costa patagónica; también se ofrecen excursiones y se pueden practicar deportes náuticos y en los médanos.
Además, de julio a septiembre es un sitio elegido por la presencia de fauna propia de las costas patagónicas, especialmente ballenas y toninas overas.
Para llegar a Bahía Creek existen dos alternativas: una es por la Ruta Provincial Nro. 1, a través de un camino escénico de 60 kilómetros de asfalto hasta La Lobería, seguido de otros 70 de ripio y arena; y la segunda opción es mediante la Ruta Provincial Nro. 51, de un poco más de 100 kilómetros de ripio, que la conecta con Viedma, por la zona de la Cuchilla.
En el lugar hay una proveeduría y un comedor con platos típicos de la zona, y entre las opciones de alojamiento se destacan un camping, un hostel y casas de alquiler temporario.
Las autoridades recomiendan a los turistas no consumir agua corriente y abastecerse con agua mineral, además de estudiar los horarios de las mareas y consultar el pronóstico antes de visitar las playas, dado que vientos fuertes pueden modificar el comportamiento del mar y llevarlo hasta los acantilados.
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