La Carolina, ubicada en el corazón de las sierras centrales de San Luis, recibió hoy el reconocimiento "Best Tourism Villages” a los pueblos turísticos más lindos del mundo durante la 25º Asamblea General de la Organización Mundial del Turismo (OMT), que se desarrolla en la ciudad de Samarcanda, en Uzbekistán.
Se trata de una distinción que tiene como objetivo visibilizar experiencias y roles de la actividad turística en el desarrollo local desde sus dimensiones sociales, ambientales y económicas, y La Carolina fue postulada a través de la gestión de la Secretaría de Turismo puntana y el Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación.
“Best Tourism Villages” reconoce destinos de turismo rural (en esta edición fueron 54 de todo el mundo) con activos culturales y naturales acreditados, un compromiso con la preservación de los valores comunitarios y un compromiso claro con la innovación y la sostenibilidad en las dimensiones económica, social y ambiental, según se explica en la página web de la OMT.
Las localidades deben tener baja densidad demográfica (hasta 15 mil habitantes), estar situadas en un paisaje natural y/o cultural característico y compartir valores y estilos de vida propios de la región puestos en valor turístico.
El pueblo de La Carolina tiene una larga callecita empedrada que sube y se pierde entre cerros, rodeada de casas de piedra que conservan el estilo colonial y la nostalgia de haber sido cuna de los míticos buscadores de oro.
Hoy, convertido en uno de los principales atractivos turísticos de San Luis, el lugar atrae a grandes y chicos por sus opciones: expediciones al interior de las minas, visitas a la Iglesia de piedra, cabalgatas, recorrida por la gruta con pinturas rupestres y la histórica Casa de Juan Crisóstomo Lafinur, actualmente Museo de la Poesía Manuscrita, todo en conjunción con una gastronomía autóctona.
Con poco más de 300 habitantes, recostado al pie del Cerro Tomolasta, a una altura de más 1600 metros sobre el nivel del mar y en el centro mismo de las sierras sanluiseñas, recorren el pueblo en forma de cuña dos cauces de agua, el Río Amarillo y el Río Las Invernadas, que se unen formando el Río Grande.
Este pueblo de altura y calles empedradas fue el epicentro de la fiebre del oro en Argentina durante los siglos XVIII y XIX, primero con los españoles, luego con los ingleses, quienes agotaron los recursos de sus montañas dejando un pasivo ambiental en la región.
Afortunadamente, de la mano del turismo sustentable, rescatando y poniendo en valor su maravillosa historia, La Carolina supo crecer y generar desarrollo y oportunidades para su gente, y hoy la cultura minera atraviesa todo el lugar, con las minas abandonadas que se pueden visitar, buscar oro de manera artesanal en su Río Amarillo, con sus pirqueros que, con su oficio ancestral, siguen construyendo en piedra casas y pircas por toda la zona.
Además de La Carolina, fueron distinguidos con el “Best Tourism Villages” otros 54 pueblos del mundo.
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