Afirman que pocos chicos comen sano
La Universidad Católica Argentina detalló en un informe que los niños y los adolescentes tienen déficits para llevar a cabo una alimentación saludable.
Solo el cinco por ciento de los niños, niñas y adolescentes consumen frecuentemente y en cantidades aceptables los alimentos recomendados para su sano crecimiento –legumbres, frutas, verduras, lácteos, carnes-, al tiempo que ingieren esporádicamente los no recomendados -bebidas azucaradas, productos de panadería, golosinas- , según un nuevo estudio de la Universidad Católica Argentina (UCA) difundido ayer. El informe también mostró que 70% de esa población presenta déficits en el consumo de frutas y verduras, que el 90% consume lácteos en el desayuno y que el 27% toma habitualmente las desaconsejadas bebidas azucaradas.
Los datos corresponden al análisis de la alimentación de niños y adolescentes de la Encuesta de la Deuda Social Argentina 2021, un trabajo conjunto entre el Observatorio de la Deuda Social (ODSA) de la Universidad Católica Argentina (UCA) y el Centro de Estudios sobre Políticas y Economía de la Alimentación (Cepea), en el marco del Proyecto Pisac-Covid-19 de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación.
El estudio indagó la frecuencia y ocasiones de consumo de alimentos recomendados y no recomendados y comparó las respuestas con lo que dicen las Guías de Alimentación y las emergentes de una reciente revisión de Cepea que condujo al diseño de canastas sustentables.
Las brechas más amplias ocurren en el consumo de legumbres (y cereales integrales), verduras y frutas: en todos esos grupos más del 70% de los chicos presentan frecuencias de consumo genéricamente bajas.
En el extremo opuesto, el patrón de consumo de carnes refleja mejores resultados: aún en los hogares de nivel socioeconómico muy bajos es mayor la proporción de quienes se acercan a las recomendaciones y aún en algunos casos tienen un patrón de consumo alto.
El consumo de lácteos mostró un patrón aceptable, en particular en el análisis de la calidad de los desayunos: el 90% de los niños y adolescentes los incluye, de alguna forma (solo, en infusiones o como yogur). Un tercio del aporte de lácteos proviene de leche en infusiones (no se registraron cantidades de cada componente) y a la vez casi la totalidad (98%) de los desayunos que combinan lácteos con algún otro grupo de alimentos tienen a los panificados o cereales como principal acompañante.
El estudio también analizó el patrón de consumo de algunos alimentos característicos entre los no recomendados y halló que esa población tiene un patrón de consumo frecuente de gaseosas y pastelería, dos categorías trazadoras de exceso de azúcar en la dieta infantil, en ambos casos con tendencia a empeorar a medida que mejora el nivel socioeconómico.
Finalmente, también se analizó el patrón combinado de consumo de ambos tipos de alimentos (recomendados y no recomendados), a través de un puntaje de calidad que suma cuando el patrón de consumo de los primeros es frecuente y resta cuando sucede lo propio con los segundos. Según este criterio, el 64% de los chicos tiene un patrón de calidad bajo y la mayor contribución está representada por los consumos poco frecuentes de alimentos protectores.
“El estudio revela una preocupante situación de la alimentación infantil en 2021. La mayoría de los niños y adolescentes muestra un patrón de consumo inconsistente con las recomendaciones nutricionales, en especial por la frecuencia inadecuada de tres grupos alimentarios habitualmente deficitarios y de origen vegetal: verduras, frutas y legumbres, junto a cereales integrales”, dijeron en un comunicado. El déficit es mucho menor en lácteos y aún más bajo en carnes. Los consumos poco frecuentes de alimentos protectores terminan siendo los de mayor incidencia en la baja calidad que caracteriza a la dieta infantil.