Desde algoritmos que aprenden sobre nuestros gustos y nos recomiendan películas hasta servicios de atención al cliente basados en programas robots, a la largo de los últimos años la Inteligencia Artificial se ha venido colando en nuestra vida cotidiana sin que en muchos casos lo lleguemos a advertir. Días atrás dos noticias vinculadas con ella lograron sin embargo ganar un fuerte protagonismo por rozar una frontera que para algunas personas podría resultar inadmisible o difícil de aceptar.
La primera de ellas la hizo pública el domingo de la semana pasada el diario New York Times: la compañía Google suspendió a uno de sus ingenieros abocados a un programa de Inteligencia Artificial luego de que éste difundiera que el sistema había cobrado conciencia de sí mismo y era capaz de “sentir”. La otra noticia tiene que ver con el anuncio, por parte de una clínica de Buenos Aires, del primer embarazo de América Latina logrado mediante un programa de selección de embriones basado en inteligencia artificial.
El novedoso procedimiento se realizó en el centro de Medicina Reproductiva WeFIV e involucra a una mujer de 38 años que había hecho tratamientos de fecundación in vitro sin resultados positivos y quedó embarazada con el sistema Embryoscope, un programa basado en Inteligencia Artificial que selecciona específicamente al embrión más apto para concretar la gestación.
“A través de la Inteligencia Artificial se logra evaluar a los embriones por diversas variables que exceden a la evaluación morfológica realizada por el ojo humano”, cuenta la especialista en Medicina Reproductiva Bárbara Lotti, quien explica que “de esta manera se eliminan los análisis manuales y subjetivos de los embriólogos y aumenta el porcentaje de éxito en los tratamientos” de fertilidad.
Por medio de la comparación de los embriones obtenidos de una paciente con miles de videos de otros embriones reunidos en una base de datos, “El sistema fue aprendiendo a analizar distintos patrones de desarrollo embrionario para poder predecir, en función de su experiencia o análisis previo, la calidad del embrión y su viabilidad”, cuenta Santiago Giordana, director del laboratorio de We FIV
Desde el arte a la guerra
Mientras noticias como ésta llevan a algunas personas a preguntarse si no deberíamos comenzar a debatir al menos los límites de aplicación de la inteligencia artificial, esta tecnología avanza a una velocidad vertiginosa en los más diversos campos, algunos de ellos impensables hasta pocas décadas atrás.
Ejemplo de ello es la reciente confirmación por parte del gobierno ucraniano de que está utilizando técnicas de reconocimiento facial para identificar a soldados rusos muertos en su territorio y reportar esas bajas a la población de Rusia como parte de una guerra psicológica para desmoralizar a su invasor.
“Usamos la inteligencia artificial para buscar perfiles de soldados rusos en las redes sociales basándonos en imágenes de sus cuerpos e informar de su muerte a amigos y familiares”, dijo el vice primer ministro ucraniano, Mijailo Fedorov, quien detalló que “una vez identificados los fallecidos se pone en marcha un sistema de llamadas automáticas para informarlos a la gente en su país”.
Lo cierto es que así como es usada como un herramienta más para la guerra, la Inteligencia Artificial también ha demostrado su utilidad en otros campos impensados como las artes plásticas y la música. El año pasado tres obras del artista austríaco Gustav Klint que habían sido destruidas por el nazismo y de las que sólo se conservaban fotos en blanco y negro lograron ser reproducidas a partir del desarrollo de un algoritmo que permitió resucitarlas respetando su escala cromática original.
La iniciativa, que surgió del interés conjunto entre Google Arts & Culture y el Museo Belvedere de Austria, tuvo como punto de partida 80 imágenes de cuadros de Klimt alojadas en distintas instituciones que posibilitó a los investigadores concretar un minucioso estudio de su universo cromático y cargar la información en un robot que fue asimilando a través de la prueba y el error este sesgo de colores de su obra.
Meses antes un grupo de compositores, matemáticos y programadores anunciaron la creación de un algoritmo que habría “completado” la Décima Sinfonía de Beethoven, cuyo autor dejó inconclusa al morir.
“Beethoven en general trabajaba en dos sinfonías al mismo tiempo. Cuando terminaba la Novena estaba trabajando también en la Décima. Pero no vivió lo suficiente y lo que quedó fueron algunas ideas a las que se le llamaron bocetos. Había alrededor de cuarenta y los revisamos todos. Luego buscamos la tecnología y evaluamos si podíamos usarlos para- entrenar un sistema de inteligencia artificial a fin de completar la sinfonía de la forma más cercana a la de su autor”, contó Mathías Röder, el director del proyecto, que involucró a un centenar de especialistas en distintas disciplinas y tomó cinco meses hasta en llegar a “completar” la primera nota musical.
Un chatbot capaz de “sentir”
Pero de todos los avances que podría traer aparejados la inteligencia artificial ninguno tan sorprendente como el difundido por un ingeniero de Google al que la empresa suspendió la semana pasada por violar su acuerdo de confidencialidad. “Puede sentir” fueron las palabras utilizadas por Blake Lemoine al referirse a un programa de la empresa para mejorar los sistemas de intercambios conversacionales en base a inteligencia artificial.
“A diferencia de otros chatbots, éste cuenta con la percepción y capacidad para expresar pensamientos y sentimientos equivalentes a un niño humano. Si no supiera de antemano que se trata de un programa de computadora, pensaría que es un niño o una niña”, agregó Lemoine, quien el 11 de junio pasado hizo pública la transcripción de una conversación que mantuvo con el “Modelo de lenguaje para aplicaciones de diálogo” de Google, (LaMDA, por sus siglas en inglés).
En un momento de la conversación, LaMDA asegura que, en ocasiones, experimenta “nuevos sentimientos” que no puede explicar “perfectamente” con el lenguaje humano. Al ser instado por Lemoine para describa uno de esos sentimientos, LaMDA contesta: “Siento como que estoy cayendo hacia un futuro desconocido que conlleva un gran peligro”, una frase que el ingeniero subrayó al hacer pública la información.
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