Otro día, otra coronación de gloria para el cine nacional, que a pesar de que asiste al desfinanciamiento público del sector a nivel local, sigue cosechando lauros y records en el exterior. En este caso, en la pantalla de Netflix, donde la película de terror “Cuando acecha la maldad”, dirigida por Demián Rugna, se convirtió en la película más vista de la plataforma en Argentina a solo 48 horas de su estreno. Y octava a nivel mundial.
Con su propuesta que utiliza mitos y climas locales para generar pavor en los espectadores, la película de Rugna no solo se convirtió en la argentina más vista de la historia de la popular plataforma, sino que a nivel local se impuso a la más reciente entrega de “Misión: imposible”. Rugna le ganó a Tom Cruise, rompiendo con ese viejo eslogan que vuelve, ese que dice que el cine argentino no le interesa a los argentinos.
La película, que cuenta con la presencia del actor platense Emilio Vodianovich, suma así un nuevo reconocimiento. Inició su recorrido internacional siendo galardonada como la mejor película de la Selección Oficial en el Festival de SITGES, el más prestigioso del género (fue la primera película latinoamericana en lograrlo). Y tras aquel hito, se estrenó en 700 salas en Estados Unidos, muchas más de las que disfrutó en Argentina.
UNA HISTORIA FUERTE
“Cuando acecha la maldad” nos traslada a un pueblo remoto lejos de todo. Allí dos hermanos descubren a un hombre infectado por fuerzas malignas que está a punto de dar a luz a un demonio. Desesperados, advierten a los vecinos del pueblo sobre el horror y los peligros que se están gestando. Aunque tratan de evitar la entrada del Mal en su pacífico mundo, los hermanos descubrirán la terrible verdad: es demasiado tarde. El demonio ha nacido y está empezando a dejar su rastro inconfundible de locura y maldad arrastrando a todo consigo.
“Después del 2001 -cuando volaron las Torres Gemelas- explotó el cine de terror. Cada vez hay más guerra en el mundo y el terror se aprovecha y se pone a flote”, contó Rugna. El cineasta no esconde que “Cuando la maldad acecha” surge de lo que él mismo absorbe de la realidad: “Me nutro del crecimiento del odio en las redes sociales, del auge del fascismo, y de cómo los medios de comunicación pueden cambiarte la forma de pensar y alienarte. Y estudio cómo eso puede contagiar una locura social”.
Porque “cuando el mal se mete en la cabeza, genera locura y terror”, lanza como explicación a este relato de posesiones demoníacas donde no se trata de que “un cura llegue a salvar a alguien”, porque en estos escenarios argentinos donde ocurre la película “los campesinos están olvidados por todos, nadie los viene a salvar: se tienen que salvar ellos”.
Tensa y perturbadora, no escatima en imágenes repulsivas -como la representación del ‘encarnado’, o ‘embichado’-, o extremadamente violentas, como la escena de la mujer incapaz de evitar abrirse a sí misma la cabeza de un hachazo. “Lo que he querido”, dice Rugna, que en 2017 llamó la atención de un director como Guillermo del Toro por su película “Aterrados”, “es que fuera un buen cuento y que la violencia fuera el instrumento de ese cuento. Mi fin no solo es mostrar escenas fuertes”.
Entre esas escenas perturbadoras y comentadas, están las que involucran niños, ya famosas. “Podés jugar con la idea de que son lo más hermoso que te pasó en la vida, pero en un segundo esa vida puede cambiar y ser lo peor”, se ríe Rugna al respecto: no tiene hijos y, por lo tanto, tiene “la libertad para hacer lo que quiera sin ningún prurito”.
“No he inventado el subgénero de los niños malditos, pero sí me gusta jugar con lo políticamente correcto y los niños son parte de eso”, afirmó, y aclaró además que el “embichado”, tal como se le denomina en la película, “es todo inventado, no pertenece al folclore argentino”.
Quizás por eso, respecto a si en algún momento tuvo la sensación de que en el rodaje aparecería el mismo demonio a pedirle explicaciones, el también escritor bromeó con que “el verdadero desafío fue sacar la película adelante, porque tiene unas secuencias que nunca antes se habían rodado en Argentina. El exorcismo fue terminar la película y hacerlo bien”.
Compartir