Javier Milei y su furiosa reacción en reclamo de que Axel Kicillof renuncie para intervenir la Provincia por los hechos de inseguridad, terminó generando dos efectos políticos inmediatos. El peronismo bonaerense, golpeado por divisiones y en pleno proceso de pelea de liderazgos, encontró un motivo para exhibir dosis de unidad. Efímera quizás por todo lo que hay en juego, pero al menos mostró causa común frente a la embestida libertaria.
El otro dato insoslayable es que el Presidente terminó subiendo a Kicillof al ring de la disputa nacional. Habrá que ver a qué costo la figura del mandatario bonaerense terminó ocupando la conversación pública. El foco quedó puesto sobre él y su gestión sobre un tema incómodo como es el de la inseguridad. Más aún con la lógica indignación ciudadana que genera el asesinato de una niña.
Milei decidió apuntar a un flanco que cree seguro. La mayoría de las encuestas ubican a la inseguridad como la principal inquietud de la gente. Su discurso subido de tono buscó sintonizar con esas preocupaciones. La armada libertaria cree haber encontrado, en medio de la sucesión de hechos delictivos que incluyó casos resonantes, el camino para horadar al peronismo en el principal distrito del país.
Cerca de Kicillof sospechan que esa estrategia está lejos de haber sido un arrebato tuitero. Algo se veían venir desde que hacia fines de enero se cortó el diálogo que mantenían los ministros de Seguridad de ambas jurisdicciones, Patricia Bullrich y Javier Alonso, para establecer cómo sería el despliegue de las fuerzas federales en los distritos más calientes del Conurbano. Le apuntan como ideóloga de la embestida a Karina Milei.
El peronismo se vio en la necesidad de abroquelarse en defensa de Kicillof. Fue un movimiento forzado por las circunstancias y la rimbombante e improbable amenaza de intervención. En la superficie sobresalió ese gesto del que tomaron parte Cristina Kirchner y La Cámpora, enfrentados con Kicillof, y Sergio Massa. Pero por debajo de ese escenario montado para la ocasión, la tensión y las disputas en el PJ bonaerense permanecen intactas.
El Gobernador deberá definir a más tardar en tres semanas el calendario electoral en medio de las presiones del kirchnerismo para que no desdoble las elecciones. Antes de esa decisión hay que adoptar otra que puede terminar condicionando si los comicios bonaerenses se harán antes o en simultáneo con los nacionales: que pasará con las Primarias en la Provincia.
El sector político que reporta a Kicillof aparece dividido respecto de la conveniencia de mantener las PASO que, cabe recordar, fueron suspendidas a nivel nacional. La novedad política de las últimas horas parece estar abrazada a las versiones de que La Cámpora y el radicalismo quieren mantener las Primarias, cada uno por distintas razones. Y esa postura sostendrían en la Legislatura. El sector de Máximo Kirchner, porque buscaría de esa forma evitar que Kicillof desdoble y que vaya a elecciones simultáneas con las nacionales en octubre, tal cual pretende Cristina Kirchner.
Los radicales, en cambio, necesitan esa herramienta para dirimir sus diferencias. Mucho más aún si es que le terminan da dar forma a un frente con parte del PRO y otros grupos del peronismo no K.
A más tardar en tres semanas debería haber definiciones sobre las PASO en la Provincia. Kicillof irá el miércoles a la Legislatura, a dar el discurso de apertura de sesiones ordinarias envuelto en esas dudas centrales para su futuro político.
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