Cuando a fines de 2020, en medio de un tironeo con entidades médicas por el valor de las prestaciones, el IOMA lanzó su programa Policonsultorios, la obra social de la Provincia dejó de ser sólo un financiador de servicios de salud para convertirse también en su propio prestador. Desde entonces, pese a la crisis que asfixia a los establecimientos de salud privados en general, estas pequeñas clínicas -que también son de gestión privada pero que el IOMA considera “efectores propios”- no han cesado de multiplicarse en todo el territorio bonaerense hasta sumar ya 232.
En un momento en que “las clínicas privadas se están por fundir” -como señaló el propio ministro de Salud provincial- el florecimiento de los policonsultorios del IOMA resulta un caso llamativo para los gerenciadores de establecimientos de salud. Y es que si ellos, cuyas finanzas dependen casi en un 70% de prestaciones al IOMA, no logran mantenerse a flote con los valores que ésta les reconoce -plantean-, cómo es que consiguen hacerlo los policonsultorios, que dependen al 100% de la obra social provincial.
La explicación podría estar en parte en el hecho de que las prestaciones de salud de los policonsultorios del IOMA, que se dedican mayormente a atender consultas del nivel primario, son pagadas por la obra social bonaerense un poco mejor que lo habitual.
Valores diferenciados
Cada vez que un afiliado del IOMA recibe una atención en un policonsultorio -ya sea porque quiere hacerse un chequeo general o simplemente tomarse la presión- éste recibe del IOMA un monto equivalente al de un bono categoría “C” (la categoría más alta, a la que acceden los profesionales de mayor antigüedad) independientemente del profesional que la preste, además de un copago establecido en $3.500 hasta hoy.
Estos valores “diferenciados” que IOMA les paga a sus policonsultorios vienen generando un fuerte malestar entre otros prestadores que, en medio de la crisis que atraviesa el sector, lo consideran “como mínimo una competencia desleal”. Y es que además, en lo que hace a auditorias y controles -señalan- los policonsultorios del IOMA gozan también de una mayor flexibilidad.
En principio, de los nuevos policonsultorios del IOMA abiertos, muy pocos realizaron el trámite de habilitación en el Colegio de Médicos, entidad que tiene potestad para inspeccionar los establecimientos habilitados así como para acreditar a los profesionales que trabajan allí. Se trata este último de un asunto especialmente sensible considerando que muchos afiliados del IOMA aseguran haber sido atendidos en policonsultorios por médicos extranjeros de los que no hay certezas que hayan homologado su título profesional para ejercer en el país.
“Al no haber sido habilitados en nuestro Colegio no tenemos potestad para inspeccionar los policonsultorios del IOMA y acreditar que quienes atienden en ellos estén en condiciones de ejercer -admiten en la entidad profesional-. Lo que sí sabemos es que los médicos no terminan recibiendo el equivalente al bono C que paga IOMA al policonsultorio sino un monto mucho menor”, afirman al reclamar la necesidad de que “haya igualdad de pagos por igual trabajo e iguales mecanismos de control para todos los establecimientos de salud”.
Intereses de fondo
Como explican las autoridades del IOMA, la decisión de impulsar la creación de policonsultorios exclusivos para sus afiliados estuvo basada en dos intereses principales: ampliar la oferta de atención primaria en un momento en que se hallaba restringida por la pandemia y poner freno al cobro indebido por parte de algunos médicos a afiliados de la obra social, dos objetivos que afirman haber cumplido.
“Somos conscientes de que algunas asociaciones médicas cuestionan el modelo de los policonsultorios, pero en la práctica han tenido una clara validación. Recibimos un montón de propuestas para abrir policonsultorios; se ha logrado frenar con ellos el problema de los cobros indebidos; y, de hecho, muchos profesionales, que siguen integrando asociaciones médicas, trabajan en policonsultorios del IOMA porque les resulta conveniente”, señala Mariano Cardelli, el vicepresidente de la obra social provincial.
Sin negar esos intereses, entidades médicas y representantes de clínicas privadas aseguran que la principal razón del IOMA para impulsar el modelo de los policonsultorios es otra. “Lo que buscan es eliminar intermediarios (como la la Federación de Clínicas de la Provincia y la Federación Médica Bonaerense) a fin de que los médicos y las clínicas les facturen directamente a ellos y así poder manejarlos mejor”, sostienen.
Si la obra social del gobierno de la Provincia -a la que están obligados a afiliarse todos los empleados que trabajan en organismos de la administración bonaerense y tiene por ello un papel dominante- debe suprimir intermediarios para prestar un mejor servicio constituye sin duda una discusión que se podría dar. Pero lo cierto es que, con su modelo de policonsultorios, más que eliminar intermediarios parece estar suplantándolos por uno propio.
¿Gestión privada?
Aunque de gestión privada, los policonsultorios del IOMA están nucleados en torno a una asociación a la que inevitablemente se vincula con la obra social bonaerense y dependen en la autorización de trámites y pagos de una dirección que funciona en su sede central.
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