Los bonaerenses decidirán hoy la forma de resolver uno de los enigmas electorales más complejos de descifrar desde la restauración de la democracia, acaso sólo comparable con los comicios nacionales de 2003 que alumbraron tras la profunda crisis social y económica que se venía incubando y estalló dos años antes.
Aún así, con un extenso listado de interrogantes que se plantean en torno de los factores que pudieran incidir en el resultado final, alumbra una certeza: de una u otra manera, sea quien fuere el candidato a gobernador que salga airoso de la contienda, se habrá consagrado un cambio político.
Incluso una probable victoria de Axel Kicillof representa, de alguna forma, una vuelta de página en el peronismo. Resulta casi paradójico plantear que una reelección represente romper con el statu quo. De un político que, de ser descripto como “un delegado de”, comenzó a ser observado como una pieza de recambio y renovación en el propio oficialismo para una disputa por el poder nacional en 2027.
Habrá que ver qué vocación para construir musculatura política exhibirá Kicillof frente a ese desafío. El Gobernador prefiere ejercer hasta ahora otros roles. Le fascina ser decisor de políticas públicas y, en cambio, le suele aburrir la “rosca” partidaria.
Ya varios intendentes y dirigentes territoriales lo están empujando a tener un rol mucho más activo en el peronismo. Son los que lo promueven, en principio, para hacerse cargo de la jefatura del peronismo bonaerense que hoy ostenta Máximo Kirchner.
Kicillof y el jefe de La Cámpora transitan una relación de tirantez permanente. El desenlace de esos chisporroteos puede tener incidencia incluso en la composición del nuevo gabinete bonaerense a partir del 10 de diciembre si es que el oficialismo sale indemne de la cita electoral.
Otro poder
El cristinismo y sus aliados temporarios representados en la figura de Martín Insaurralde, habían avanzado fuerte sobre el Ejecutivo bonaerense tras el traspié electoral en las Primarias de hace dos años. La eventual reelección de Kicillof estaría dibujando otro poder y otro escenario.
Nadie, sin embargo, parece a cubierto en unos comicios de ribetes atípicos. La propia política ausculta sin certezas concretas respecto de un humor social crispado y de la forma que adoptará como mensaje en las urnas.
Ese escenario es el que pretende capitalizar Javier Milei y su candidata a gobernadora, Carolina Píparo. El líder libertario hizo una elección regular en la Provincia donde obtuvo el 24 por ciento de los votos, 6 por ciento por debajo de la media nacional. Pero ahora la apuesta es subir varios escalones en sintonía con una situación social angustiante que se profundizó luego de aquella cita electoral de agosto.
Los libertarios aseguran que Milei crecerá varios puntos en territorio bonaerense, pero como al resto de la política, les cuesta definir si esa elongación electoral tiene un techo más o menos verificable.
Píparo se abraza a la figura del candidato presidencial y al efecto arrastre de la boleta. El batacazo al que aspiran dar en la Provincia parece depender casi exclusivamente de que aquél crecimiento se transforme en marea. Un fenómeno de esas características podría terminar encumbrando a la dirigente platense, que en las Primarias quedó a casi 13 puntos de Kicillof.
Esperanza
Juntos por el Cambio buscó en todo este tiempo recomponerse de unas Primarias que le dejó gusto a poco. En la coalición opositora se abrazan a la esperanza de una remontada final de Patricia Bullrich en sintonía con una serie de factores que enumeran de corrido: un discurso más duro y definido de la candidata, los anuncios de eventuales ministros con peso político propio, la muy compleja situación económica y los “derrapes” de Milei.
El resultado de Bullrich en la Provincia es clave para sostener la empresa de ingresar al ballotage: también, para que Néstor Grindetti logre retener todo el voto de Juntos por el Cambio de la Primaria (quedó a poco más de tres puntos de Kicillof) y asome con chances de dar el zarpazo.
Hay otra cuestión derivada del resultado electoral de la coalición opositora: un traspié electoral podría terminar quebrando una sociedad política que debutó con éxito en 2015 y que tras la caída de 2019 y el revivir de dos años después, se asoma al desafío da darse una nueva chance frente al reto que representa la figura de Milei.
Todo este complejo escenario se despejará hoy. Se resolverán un sinnúmero de enigmas como el impacto que tuvieron la aventura amorosa de Insaurralde en Marbella y el uso turbio de fondos públicos corporizado en el caso de “Chocolote” Rigau. También, si el factor miedo que metieron en el debate de la última semana tanto el oficialismo como Juntos por el Cambio respecto de las propuestas de la Libertad Avanza, permeó como para mellar las chances de Milei.
Mientras tanto, la política bonaerense, sea cual fuere el resultado, parece asomarse a un escenario novedoso.
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