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El narcotráfico en Rosario y  la salida de Sergio Berni del freezer
LA PROVINCIA

El narcotráfico en Rosario y la salida de Sergio Berni del freezer

Kicillof está convencido de que el debate instalado por la crisis narco será un tema central de campaña en la Provincia.

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Axel Kicillof está convencido de que el debate instalado por la crisis narco en Rosario será un tema central de campaña en la Provincia. Y que sumará y acaso amplificará, el malhumor social ya instalado a partir de una inflación que no da tregua y quita día a día poder de compra a los salarios.

La certeza oficial de que la discusión por la inseguridad vino para quedarse -más allá de que venía siendo uno de los ejes de campaña de buena parte de los precandidatos a gobernador de Juntos por el Cambio- hizo que en la Gobernación se movieran algunas piezas. O mejor dicho, que se descongelaran. Kicillof mandó a su ministro Sergio Berni, que había ingresado en una suerte de largo ostracismo, a redoblar la apuesta con declaraciones fuertes contra los narcos. Buscó salir a correr a la oposición con declaraciones aún más subidas de tono.

En la Gobernación tomaron nota del viaje de Diego Santilli a esa convulsionada ciudad santafesina como el punto de no retorno. Fue, más allá de que se interpretó como un acto de campaña del candidato opositor a la Gobernación mejor instalado, la señal de que habrá largos meses en el que el malhumor por la marcha de la economía doméstica se potenciará con el que se plantee desde la inseguridad.

Los gendarmes

El Frente de Todos, poco afecto a dar estas discusiones vinculadas al delito, ya olfateaba algo allá por finales del año pasado cuando la propia Cristina Kirchner había salido a reclamar más presencia de fuerzas federales en el Conurbano.

Esa embestida hizo más ruido en la propia Provincia que en el Gobierno nacional. Un grupo de intendentes del PJ ensayó, otra vez sin éxito, un movimiento para correr a Berni.

Pero de la cuestión de fondo se supo poco y nada. Acaso vuelva, más temprano que tarde, un renovado reclamo para que haya más gendarmes y prefectos en las zonas más calientes del delito en el Gran Buenos Aires.

El combo de pesares económicos e inseguridad asoman en medio de la cada vez más sostenida ofensiva en el oficialismo para empujar a Alberto Fernández a desistir de la aventura reeleccionista. Kicillof se ha transformado en uno de los arietes principales de ese trabajo que sólo parecía reservado a La Cámpora. Ya no sólo se trató del planteo que realizó en aquella lejana reunión de la mesa nacional del Frente de Todos en el sentido de precipitar una definición presidencial. También ahora la acelerada se trasladó a los hechos: el mandatario bonaerense pegó un sonoro faltazo a la apertura de las sesiones ordinarias del Congreso que inauguró Fernández. El desplante fue por demás notorio.

Esa señal se conjuga con otra que parece robustecer la virtual certeza de que Kicillof irá en definitiva por la reelección pese a los intentos por trasladarlo a la pelea mayor: el Gobernador será, junto a Máximo Kirchner, orador central del acto del fin de semana que viene en Avellaneda en rechazo a la “proscripción” de Cristina Kirchner.

La fórmula

Hay otro asunto de consumo doméstico para el peronismo que parece ir en esa misma dirección: la versión de que habría algún movimiento con impacto sobre La Matanza. Allí gobierna Fernando Espinoza y afronta el desafío interno que le plantea el Movimiento Evita de Emilio Pérsico. Esa pelea de pago chico viene picante. Hay quienes dicen que sectores del kirchnerismo estarían buscando una salida para Espinoza (¿irá de senador nacional?) y que su lugar sea ocupado por la vicegobernadora Verónica Magario. Así, quedaría despejada la fórmula que encabezaría Kicillof para otra mujer. Hay quienes hablan de que el nombre en danza sería el de Daniela Villar, la camporista ministra de Ambiente de la Provincia, de muy buena sintonía con el jefe de Gabinete bonaerense, Martín Insaurralde.

Ese eventual enroque encuentra resistencias tanto en La Matanza como cerca de Kicillof. Tampoco en despachos oficiales de calle 6 se mostrarían permeables a ese eventual movimiento: preferían repetir fórmula junto a Magario y evitar así un nuevo avance del PJ territorial asociado a Máximo Kirchner. La integración de la fórmula podría ser un nuevo motivo de tensión en el peronismo bonaerense.

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