En el imaginario oficialista, lo que aconteció el viernes en la Gobernación tiene un significado que excede el protocolo del acto de gestión que encabezaron Axel Kicillof y Sergio Massa. Para varios dirigentes peronistas, lo que ocurrió allí fue la puesta en escena de dos de los principales nombres con los que el Frente de Todos buscará retener el gobierno provincial.
La excusa de lanzar el programa de Precios Justos sobre el que pivotea Massa para bajar la inflación, quedó en un segundo plano frente al peso específico de sus asistentes.
También, por el acuerdo tácito y de conveniencias mutuas que parecen haber sellado.
Para Kicillof, Massa es el obturador del deseo del peronismo territorial bonaerense de llevarlo a dar la pelea presidencial. Si el ministro de Economía logra dar sentido con resultados concretos a su cruzada contra la inflación, las chances de anotarse para la sucesión de Alberto Fernández tendrán sustento político. Para el Gobernador, quedaría fuertemente allanado así su camino para ir por su propia reelección. Existe otra cuestión no menos importante: el actual mandatario sigue siendo, por lejos, el dirigente que mejor mide en la Provincia.
Esa conjugación de intereses empieza a ser analizada y en algún punto digerida por los intendentes peronistas del Conurbano que movieron fuerte en los últimos días para respaldar a Massa. El tigrense ya es mirado, acaso, como la última tabla de salvación para evitar el naufragio electoral del oficialismo en las elecciones.
Detrás de ese encolumnamiento aparece la figura de Martín Insaurralde. El jefe de Gabinete bonaerense encabezó una cruzada en las redes sociales para ensalzar al ministro.
Fue un día antes de que Massa viniera a La Plata a firmar convenios con los alcaldes para que se sumen al control del cumplimiento del plan contra la inflación. Insaurralde y Massa anudan una larga relación de amistad que ni siquiera se interrumpió cuando debieron enfrentarse en las urnas en 2013.
Ese dato político vuelve sobre Massa. En el PJ bonaerense ya no se esconde que el resultado de la pelea contra la inflación es una bala de plata que ya fue disparada. Habrá que ver el destino político de ese proyectil.
Pelea en Juntos por el Cambio
En Juntos por el Cambio también parece haberse consolidado un escenario. La pelea por la candidatura presidencial entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta está desatada. “No hay marcha atrás”, aseguran desde uno y otro campamento. El otro dato importante es que el radicalismo sigue sin hacer pie en esa contienda. Mantiene lanzados a Facundo Manes -que en los próximos días retomará sus recorridas por el país luego de rediseñar estrategias y equipo de campaña-, y al jujeño Gerardo Morales, pero la sombra de un acuerdo con el PRO para ir en fórmulas compartidas tanto en la Nación como en la Provincia empieza a sumar adhesiones.
Acaso en un último interno para fortalecer a la UCR en esa disputa que parece monopolizar el PRO, trascendió la posibilidad de que los radicales realicen una interna previa en marzo para que de allí salga un candidato presidencial empoderado para enfrentar a Larreta y Bullrich.
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