En Juntos por el Cambio suenan tambores de guerra. La disputa interna en el PRO anotó en los últimos días episodios de muy alto voltaje, con mojadas de oreja recíprocas entre los aspirantes presidenciales Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich, que no sólo derraman a la Provincia, sino que además involucran a los otros socios de la coalición opositora.
El primero de los capítulos se produjo casi a comienzos de la semana que pasó cuando Bullrich fue a levantarle la mano a Jorge Macri como candidato a jefe de Gobierno porteño. No se trata de un dato inocente ni se acota al pedido que habría hecho su primo Mauricio Macri a la ex ministra de Seguridad: supone, directamente, un desafío a los planes de Rodríguez Larreta. El jefe de Gobierno bascula entre presentar un candidato propio o apoyar a Martín Lousteau, como prenda de un posible acuerdo nacional y bonaerense con el radicalismo.
Larreta no descarta ese esquema y ayer se mostró en el acto que organizó el presidente del Comité Nacional, Gerardo Morales. Resulta difícil definir si ese eventual entendimiento madurará, pero la sola posibilidad potenció la disputa en el PRO.
Los radicales tampoco están para estampar la firma. En primera instancia, porque tiene candidatos presidenciales lanzados. Incluso fuentes del Comité Provincia dicen contar con una encuesta que ubica a Facundo Manes muy cerca de Larreta. “A lo mejor le terminamos ofreciendo la vicepresidencia nosotros”, chicanean. Sin embargo, algunas cartas se van descubriendo. Por caso, es cada vez más notorio cómo Macri juega para robustecer el esquema de Bullrich. Esto sucede mientras el ex presidente deshoja la margarita sobre una eventual candidatura presidencial propia.
Hay otra cuestión que se comenta en los corrillos del PRO que acaso tenga sólo el formato de versión pero que, de concretarse, podría hacer estallar definitivamente la crisis entre halcones y palomas. Apenas sucedida la bendición de Bullrich a Jorge Macri, montaron en cólera varios laderos de Larreta que leyeron esa juntada como un acto de “traición” hacia el jefe de Gobierno porteño que le dio un lugar al ex intendente de Vicente López en su gabinete.
Hay dirigentes cercanos al alcalde que piden una reacción acorde al caso: la salida de Macri del Ejecutivo porteño con la excusa de un cambio en el equipo de gobierno.
Todos estos reacomodamientos tienen impacto en la Provincia. El ala dura del PRO está dispuesta a marcar la cancha y dejar pegado al radicalismo en un eventual apoyo a la suspensión de las Paso que acaso se discuta en la Legislatura si antes esa decisión alumbra a nivel nacional. En el partido centenario creen que si aparece una ley a nivel nacional será muy difícil frenarla en la Provincia.
Ese desenlace debe darse en forma vertiginosa porque a fin de noviembre vence el período de sesiones ordinarias. Luego, todo expediente que requiera ser tratado debe contar con los dos tercios de los votos. El oficialismo no los junta. En el Senado, ni aún con el eventual respaldo del radicalismo.
Todo vuelve al principio: los halcones del PRO están dispuestos a jugar a fondo para abortar o al menos condicionar, ese posible acuerdo entre Larreta y la UCR.
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