La que cumplió ayer en Ensenada fue una de las tantas actividades que Cristina Kirchner tiene previsto desarrollar en la Provincia.
Cada 15 días, la vicepresidenta se encargará de mostrar su centralidad política, bajará línea y fustigará los aspectos que no le gustan de la administración de Alberto Fernández, aun cuando pareció avanzar otro casillero con la salida de escena del ministro de Economía, Martín Guzmán. No se trata de un plan improvisado: es el comienzo de un proceso tendiente a abroquelarse en territorio bonaerense para la disputa electoral del año que viene.
Cristina Kirchner es, en medio de esos pesares, la dirigente del Frente de Todos que mejor mide. Acaso su figura no alcance para empujar una victoria nacional en 2023 que no pocos kirchneristas están poniendo en duda, pero es pieza imprescindible para ir tras el objetivo de conservar la Gobernación que se ha trazado desde el Instituto Patria.
Por estos días de internas desatadas en el corazón del poder, despuntó una suerte de “operativo clamor” para que la vicepresidenta sea candidata a volver a ocupar la Casa Rosada a partir de diciembre del año que viene. Existía en ese sentido, una versión de endeble sustento que indicaba que acaso Cristina pudiera aludir a esa cuestión en el acto de Ensenada. Nada de eso ocurrió.
Básicamente, porque si la expresidenta estuviera analizando un eventual retorno, difícilmente fuera a develar una decisión de esas características a un año del cierre de listas, más aún cuando el horizonte que se dibuja sobre el Gobierno nacional asoma plagado de cerrados nubarrones. De hecho, buena parte de la militancia cantó en el acto ensenadense en favor de esa postulación. Cristina negó con la cabeza.
Más allá de que el acto terminó perdiendo impacto mediático porque mientras se desarrollaba apareció en escena la sorpresiva renuncia de Guzmán, dejó expuestas algunas cuestiones. Un primer análisis está sustentado en la escenografía que dejó el acto que sumó, casi sin fisuras, a los intendentes peronistas del Conurbano.
Se trata del corazón del PJ bonaerense que lidera su hijo Máximo y que se muestra fuertemente encolumnado con Cristina. Ese poder territorial puesto al servicio del kirchnerismo redondea la decisión política de galvanizar ese liderazgo en la Provincia.
Existe otra cuestión en danza: puede que a nivel nacional la candidatura presidencial del oficialismo se defina en una Primaria, pero en el territorio de la vicepresidencia parece remota esa posibilidad.
Festeja Axel Kicillof que emerge, por ahora, como el candidato mejor instalado. El proyecto de reelección del Gobernador parece ir consolidándose en la medida en que no aparece en el horizonte oficial un nombre mejor instalado y ponderado dentro del oficialismo.
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