Los Pomar, el trágico caso que logró ponerle fin a una cuestionada cúpula policial bonaerense
El 8 de diciembre de 2009 Gabriela Viagrán (37), Fernando Pomar (40) y sus hijas Candelaria (6) y Pilar (3) fueron encontrados sin vida, tras 24 días de “misterio”, a escasos quince metros de la ruta 31, entre Salto y Gahan. El caso, generó una limpieza total en la cúpula policial y en la DDI de Pergamino.
Hoy se cumplen 14 años del día que la familia Pomar fue encontrada sin vida, en un diminuto monte a un costado de la ruta 31, entre Salto y Gahan, luego de ser buscados durante 24 días. Seguramente no haya vecino en toda la Región que no recuerde ese triste hecho que, lógicamente, le trajo consecuencias a gran parte de la cúpula policial bonaerense.
Fue el 8 de diciembre de 2009, cuando un campesino que cabalgaba a un costado de la ruta 31 se sintió invadido por un fuerte olor y así consiguió lo que ni 3 mil agentes dedicados a la búsqueda por aire y por tierra, ni la fiscal, pudieron con toda la estructura disponible: fue un hombre común el que encontró los cuerpos que buscaba un país entero.
- Pilar (3), Fernando (40), Candelaria (6) y Gabriela 37), en una foto incónica de los casos policiales nacionales.
A 24 horas de haber sido hallados de la manera que nadie deseaba, el ministro de Seguridad bonaerense de por aquel entonces, Carlos Stornelli, echó a tres altos jefes policiales luego del escándalo desatado. En efecto, la investigación del caso estuvo plagada de errores e inexactitudes que llevaron a descartar la hipótesis lógica del accidente por las más descabelladas teorías.
Además del relevamiento de parte de la cúpula bonaerense, también fueron removidos de sus cargos los responsables de la Departamental de Pergamino, a cargo de los rastrillajes que no ubicaron, pese a haber pasado por el lugar del accidente, los cuerpos de los miembros de la familia.
Stornelli también pidió la renuncia a todos los superintendentes del área (15 comisarios mayores) "para facilitar la reestructuración de la fuerza" y Asuntos Internos realizó una investigación sobre lo ocurrido con la búsqueda de la familia.
Policías absueltos
En mayo de 2018, la Justicia de Junín absolvió a dos policías bonaerenses que en primera instancia habían sido condenados en 2017 por falsificar actas del rastrillaje para localizar a la familia Pomar. El fallo de la Cámara de Apelaciones y Garantías juninese, integrada por los jueces Carlos Mario Portiglia y Andrés Francisco Ortíz, benefició al excomisario Daniel Fabián Arruvito y al exteniente Luis Quiroga.
- Cecilia Pomar, hermana de Fernando, tras conocerce el fallo en 2018.
Al momento de la búsqueda, los tres policías se desempañaban en la Patrulla Rural de Pergamino y en el destacamento de Gahan, pueblo que está a escasos kilómetros del lugar donde encontraron a la familia.
Durante el debate se ventiló la supuesta "falsedad ideológica" de las actas de rastrillaje que confeccionaron los policías que participaron en la búsqueda, donde aseveraban que habían buscado en la ruta, en las alcantarillas y en los puentes rastros del accidente, lo cual resultó falso.
Cómo fue el trágico viaje de la familia Pomar
Luis Fernando Pomar; su esposa y sus hijas habían sido vistos por última vez el 14 de noviembre de 2009 cuando se trasladaban desde José Mármol, en el sur del Gran Buenos Aires, donde vivían, rumbo a Pergamino, de donde eran oriundos y planeaban visitar a familiares.
Fernando se encontraba desocupado y decidió viajar junto a su familia por una entrevista de trabajo como técnico químico. El único miembro de la familia que no subió al auto fue Franco, hijo del primer matrimonio de Gabriela, que por aquel entonces tenía 13 años.
La familia nunca llegó a Pergamino. La mamá de Gabriela, María Cristina Robert, comenzó a preocuparse por el retraso en la llegada y porque no se podía comunicar telefónicamente con ninguno de ellos y entonces decidió hacer el llamado a la policía denunciando la desaparición al día siguiente.
Hipótesis de otro planeta
Durante casi un mes, que es lo que se tardó para rastrearlos, se plantearon diversas hipótesis, muchas de ellas disparatadas, absurdas y aberrantes. El 20 de noviembre se dieron a conocer unas imágenes fílmicas de la familia en un peaje de la Ruta Nº 7 cercano a Luján.
Las imágenes mostraron a Fernando haciendo una especie de saludo a la cámara y no se logró divisar a la familia a bordo del auto en ese registro. A partir de ahí comenzaron las teorías sobre que el padre pudo haber matado a la familia y luego suicidarse.
- Fernando Pomar, en su Duna Weekend, pasando por un peaje en el inicio del viaje.
El 24 de noviembre se dio a conocer otra grabación tomada en la estación de cobre "El Rodeo" de Luján en la que se pudo registrar a la familia completa a bordo del Fiat Duna Weekend. A pesar del registro, se siguió hablando de un crimen familiar y posterior suicidio.
Cuando esta teoría se descartó comenzó una nueva que involucraba a Fernando Pomar en el negocio de la efedrina, que por aquel entonces era un tema nacional. También se habló de un secuestro, que se habían fugado por deudas e incluso diversos testigos aseguraron haber visto a la familia en Chile, Mendoza y Río Negro.
Llamados que la policía descartó
El 27 de noviembre ocurrió un hecho que podría haber cambiado la historia. Casimiro Frutos, un albañil que viajaba en un micro hacia Pergamino, llamó al 911 para avisar que unos días antes, precisamente el 16 de noviembre, había visto un auto volcado en la curva de Plazibat, en la ruta 31. La alerta fue remitido a la DDI de Pergamino, donde lo desecharon.
“El 16 de noviembre vi un auto al costado de la ruta 31 con las cuatro ruedas para arriba; la maleza lo cubría bastante, pero llegué a ver el zócalo del coche de color rojo”, contó pocos días más tarde del hallazgo. Frutos vivía en Del Viso y reconoció que no llamó ese mismo 16 porque creyó que era un auto abandonado.
- Imagen aérea de la curva "Plazibat", donde la familia fue encontrada por un arriero.
Cuando el caso tomó relevancia nacional Casimiro recordó aquella imagen. “Cuando volví a mi casa mi mujer Analía me dijo que había escuchado por televisión que estaban buscando a una familia que había desaparecido. Yo le comenté que vi un auto volcado de color rojo al costado de la ruta. Entonces ella me dijo que, sin comprometerme, llame al 911 y avise”, contó.
El 27 finalmente denunció lo que vio. El 30 volvió a pasar por allí (trabajaba en una planta de Monsanto en la ciudad de Rojas), y el auto seguía en el mismo lugar. Luego se supo que los datos habían sido remitidos como “Información relevante Pomar” a la DDI de Pergamino. Eso le valió el puesto al comisario de esa dependencia.
Dudas sobre la realidad del caso
El abogado de la familia, Carlos Ferreyra, declaró que si los cuerpos no fueron encontrados antes fue porque nunca se hicieron rastrillajes en la ruta 31 o porque "la escena fue plantada". "Los tres caminos posibles que llevan a Pergamino son la ruta 31, la 41 y la 51, las cuales debían haber sido rastrilladas desde el primer día", lo cual implicaba ir "a los lugares más ocultos, no a los que están a la vista de todo el mundo".
¿Puede volver a ocurrir un nuevo caso Pomar?
Como el caso tomó magnitud nacional y se empezó a cuestionar, por ejemplo, el pésimo estado en el que se encontraba la ruta provincial. Meses después, fue reasfaltada desde la ruta nacional 7 hasta Rojas (aún queda sin hacerse el tramo Rojas ruta 8, el cual está peor que cuando ocurrió el accidente).
Sobre la calzada, se descubrió una huella de 12 metros de frenada sobre el asfalto, vinculada al accidente que había sufrido la familia y partes del auto y enseres de los ocupantes en la banquina, lo cual dejó al descubierto que los policías no pasaron nunca por allí o no rastrillaron bien la zona.
El mal estado de la ruta, la falta de señalización -más el asfalto mojado por la lluvia de ese día- habrían sido la combinación fatal que descontroló el Fiat Duna de la familia Pomar en la curva de Plazibat, milésimas de segundos antes de los vuelcos, las muertes y el comienzo de un tremendo papelón disfrazado de misterio. Hoy, la ruta está como en 2008: abandonada como siempre a la espera de un nuevo accidente.