Empezó la campaña. Sí, una vez más estamos en un proceso electoral y, como siempre, me apasiona descubrir las estrategias que se esconden detrás de los candidatos (en el caso de que existan, claro). En la columna de hoy, algunas puntas necesariamente descomprometidas sobre lo que veo.
El desafío es grande, los postulantes deben ser relevantes en un contexto de saturación mediática y apatía política. El medio por excelencia: las redes sociales, y en ese universo todos buscan un espacio trascendental.
Algunos aprendieron la lección. Tras años de intentarlo con monólogos aburridos se dieron cuenta de que para ser escuchados deben, en primera instancia, captar la atención. En ese camino, sumaron recursos creativos a su discurso, le pusieron un poco de pimienta a la edición de videos y lanzaron algunas bombitas discursivas. Bingo, ¡ahora existen! Veremos luego los resultados, pero se nota el esfuerzo por trascender siguiendo las reglas que impone el medio.
Frases gancho, efectos visuales y enunciados interpelativos para buscar una conexión emocional con los posibles electores. Se nota una clara intención de tocar temas sobre los que la gente habla en las redes, es decir, parafrasear problemáticas para capitalizar el enfado y sumar adeptos.
En líneas generales se observa además una tendencia macro, una vez más la polarización. Y en este sentido la idea es acercarse o alejarse del estilo presidencial. Muchos que antes eran tibios, ahora le suman un tono pop y rebelde a su discurso. Se nota el esfuerzo en el acting, incluso van en contra de su estilo personal. Otros, se ubican en las antípodas de la derecha postulando cercanía con la gente. Claramente dos extremos bien diferenciados. En el medio no hay nada porque no rinde, debido a que, al no ser claro ni contundente, la gente no los registra.
Los candidatos son marcas que operan como guías para que nosotros, o mejor dicho, nuestra mente pueda diferenciar una propuesta de otra. Por eso lo que ellos necesitan es que rápidamente podamos identificarlos y tener una percepción o juicio de valor. Esto se llama posicionamiento.
Trascender en tiempos de saturación, ese es el desafío. Aunque algunos naufragan con videos que recopilan una actividad sin punch, cámaras testigo que captan los besos y abrazos que dan o reciben, materiales creados para retroalimentar el ego, pero que en términos de efectividad no tiene rendimiento alguno.
Breve, concreto y al hueso. Posturas claras, temas relevantes que estén al tope de la conversación social y rompan con la apatía, de eso se trata.
Las campañas ya no siguen la lógica de los años 90, el nivel de atención baja todos los días y la tensión entre el candidato y el electorado es cada vez más débil. Reconstruirla es el primer desafío porque ya nadie escucha a quien aburre con sus propuestas, por más interesantes que estas sean. El primer paso es romper la saturación que ellos mismos forjaron. Bla bla bla.
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